jueves, 30 de abril de 2015

CARTA POR LA MUERTE DEL CHE


Por Juan Domingo Perón


Compañeros: con profundo dolor he recibido la noticia de una irreparable perdida para la causa de los pueblos que luchan por su liberación. Quienes hemos abrazado este ideal, nos sentimos hermanados con todos aquellos que en cualquier lugar del mundo y bajo cualquier bandera, luchan contra la injusticia, la miseria y la explotación.

Nos sentimos hermanados con todos los que con valentía y decisión enfrentan la voracidad insaciable del imperialismo, que con la complicidad de las oligarquías apátridas apuntaladas por militares títeres del pentágono mantienen a los pueblos oprimidos.

Hoy ha caído en esa lucha, como un héroe, la figura joven mas extraordinaria que ha dado la revolución en Latinoamérica: ha muerto el Comandante Ernesto Che Guevara. Su muerte me desgarra el alma porque era uno de los nuestros, quizás el mejor: un ejemplo de conducta, desprendimiento, espíritu de sacrificio, renunciamiento. La profunda convicción en la justicia de la causa que abrazo, le dio la fuerza, el valor, el coraje que hoy lo eleva a la categoría de héroe y mártir.

He leído algunos cables que pretenden presentarlo como enemigo del Peronismo. Nada más absurdo. Suponiendo fuera cierto que en 1951 haya estado ligado a un intento golpista, ¿que edad tenía entonces? Yo mismo, siendo un joven oficial, participé del golpe que derrocó al gobierno popular de Hipólito Irigoyen. Yo también en ese momento fui utilizado por la oligarquía.

Lo importante es darse cuenta de esos errores y enmendarlos. ¡Vaya si el Che los enmendó! En 1954, cuando en Guatemala lucha en defensa del gobierno de Jacobo Arbenz ante la prepotente intervención armada de los yanquis, yo personalmente di instrucciones a al chancillería para que le solucionaran la difícil situación que se le planteaba a ese valiente joven argentino; y fue así como salió hacia México.

Su vida, su epopeya, es el ejemplo más puro en que se deben mirar nuestros jóvenes, los jóvenes de toda América Latina.

No faltaran quienes pretendan empalidecer su figura. El imperialismo temeroso del enorme prestigio que ya había ganado en las masas populares; otros, los que no viven las realidades de nuestros pueblos sojuzgados. Ya me han llegado noticias de que el Partido Comunista Argentino, solapadamente, está en campaña de desprestigio. No nos debe sorprender ya que siempre se ha caracterizado por marchar a contramano del proceso histórico nacional. Siempre ha estado en contra de los movimientos nacionales y populares. De eso podemos dar fe los peronistas.

La hora de los pueblos ha llegado y las revoluciones nacionales en Latinoamérica son un hecho irreversible. El actual equilibrio será roto porque es infantil pensar que se pueden superar sin revolución las resistencias de las oligarquía y de lo monopolios inversionistas del imperialismo.

Las revoluciones socialistas se tiene que realizar; que cada uno haga la suya, no importa el sello que ella tenga. Por eso y para eso, deben conectarse entre si todos los movimientos nacionales, en la misma forma en que son solidarios entre si los usufructuarios del privilegio.

La mayoría de los gobiernos de América latina no van a resolverlos problemas nacionales sencillamente porque no responden a los intereses nacionales. Ante esto, no creo que las expresiones revolucionarias verbales basten. Es necesario entrar a la acción revolucionaria, con base organizativa, con un programa estratégico y tácticas que hagan viable la concreción de la revolución. Y esta tarea, la deben llevar adelante quienes se sientan capaces. La lucha será dura, pero el triunfo definitivo será de los pueblos. Ellos tendrán la fuerza material circunstancialmente superior a la nuestra; pero nosotros contamos con la extraordinaria fuerza moral que nos da la convicción en la justicia de la causa que abrazamos y la razón histórica que nos asiste.

El Peronismo, consecuente con su tradición y con su lucha, como Movimiento Nacional, Popular y Revolucionario, rinde su homenaje emocionado al idealista, al revolucionario, al Comandante Ernesto Che Guevara, guerrillero argentino muerto en acción empuñando las armas en pos del triunfo de las revoluciones nacionales en Latinoamérica.

¿QUÉ ES EL ÁREA?

Por Juan Antonio Llopart


El Área es el espacio político que ocupan aquellos partidos o asociaciones que defienden una Idea Nacional y Social fuera de los esquemas políticos clásicos de la derecha y la izquierda. Así, ésta Área es lo suficientemente amplia como para encontrar en ella a organizaciones completamente enfrentadas ideológicamente. En efecto, el Área es tan dispar que en un extremo encontraríamos organizaciones próximas a los partidos clásicos de la derecha y en el otro extremo a organizaciones que reivindican una Izquierda Nacional o incluso se denominarían Nacional-Bolcheviques.

Es completamente falso, tendencioso y carente de todo análisis serio el referirse al Área como un conjunto compacto, uniforme y único, calificándolo tal y como lo hacen la mayoría de los medios de comunicación o las asociaciones inquisitoriales de la izquierda o la derecha del Sistema, como "extrema-derecha", "ultraderecha" o "neofascismo". El Movimiento Nacional-Revolucionario nada tiene que ver con la ultraderecha o con movimientos "neos" de la derecha burguesa. El Movimiento NR es un movimiento transversal que no vive del pasado ni se recrea en él, es un movimiento de vanguardia que se nutre de los valores europeos y camina decidido hacia el futuro.

Una vez definida el Área, es preciso constatar de nuevo, y repetirlo todo lo que sea necesario, que es inmensamente amplia y variada. Y es inmensamente amplia y variada, porque, aunque coincidentes en la definición, distintas son las fuentes de las que beben sus distintos discursos.

En efecto, hay quien bebe de Balmes o Aparisi, hay quien lo hace de José Antonio Primo de Rivera o de Ramiro de Maeztu, los hay, por citar otro ejemplo, que beben de Georges Sorel y su sindicalismo revolucionario y de la Revolución Conservadora alemana. Hay quien de tanto beber se emborracha y junta a Ramiro Ledesma con José María Albiñana, y quien, a fuerza de ser abstemio, no sabe ni quien es Jacques Doriot.

Extraído de "Qué es ser Nacional-Revolucionario".

lunes, 27 de abril de 2015

UNA VISIÓN ANTICONFORMISTA Y ANTIBURGUESA DE LA ACCIÓN



Hoy por hoy, el conformismo es programado, sugerido e impuesto como necesidad al amparo de ciertos sectores intelectuales que no encuentran otro asidero ideológico que no sea el de la última moda. “La alineación a un pensamiento correcto entraña necesariamente la sumisión a una actitud correcta, que en la sociedad de consumo comprende la buena voluntad hacia las instituciones, el optimismo democrático, la ambición de ser semejante a los colegas y de aspirar a ser el favorito del jefe, la satisfacción de ser un buen cliente y un buen ciudadano, esforzado en conseguir dinero para comprar cada vez más cosas que nos son inútiles. Todo ello a título individual, pero cediendo cada vez más nuestras responsabilidades (políticas, sociales, económicas, ecológicas. familiares, municipales...) a un Estado-Sistema que sufre un acelerado proceso de privatización multinacional. La conciencia industrial es completada con una educación industrial que encamina sus esfuerzos a hacer de nosotros unos consumidores teledirigidos. La administración y los tecnócratas, menos hipócritas que los académicos, hablan de nosotros como de “sujetos” (en su sentido de “sujetar”, “reprimir”, “dominar”) y nos califican de “recursos humanos”. Esta es una sociedad donde no existen virtudes, sino normas” [1]. Contra esta “normalidad” el fascismo sedujo a la juventud con las fuerzas apasionadas que logró despertar: fuerzas de ruptura, de defensa y de acción revolucionaria. No es el mito del bienestar el que puede desatar la energía de la juventud, sino el espectáculo de los grandes acontecimientos, la actividad universal, la pasión desenvuelta en el combate por aquellas causas en las que vale la pena darlo todo de sí. El fascismo conquistó un lugar en el corazón de las juventudes europeas cuando reclamó su atención heroica y militante. Drieu La Rochelle dejó escritas unas palabras muy profundas: “El fascismo no ha conquistado masas en Francia porque en Francia apenas hay vida”. Montherlant, en su “Equinoccio de septiembre”, señaló muy oportunamente: “Golpeándole en su rostro, así es como podemos liberar al hombre de su vida insípida. La inteligencia, la vivacidad, la personalidad, la hidalguía, todas estas palabras son sinónimos de energía”. De un modo generalizado, una cierta juventud metafísica, no obstante y a pesar de todo, subsiste en todo aquello que vive y vibra, en todo lo que se reconoce con aquello que dijo Boris Vian: “Detestamos todo lo que es plácido, monótono y mediocre. Las estrellas novas brillan mil veces más que sus ancianas y monótonas compañeras”. Drieu La Rochelle escribió verdadera poesía en su obra “Socialismo fascista”: “El fascismo es la vida aliada con la fuerza, el fascismo es el horror hacia la vida cómoda, es el desinterés de la propia existencia en aras de las grandes perspectivas; este es el motivo de su triunfo entre las juventudes, porque la verdadera juventud puede definirse como el instante en que la vida se convierte en un don de sí”. El fascista reconoce en la moral burguesa el verdadero ideal del capitalismo liberal, aunque a veces la primera denuncie al segundo; una moral que reduce todo el esfuerzo humano a las actividades materiales, que reduce toda ética a la actitud ante el mostrador. Enferma en su “sweet home”, la burguesía cree saborear su mediocre vida. Desbordada de derechos privados, exenta de deberes sociales, la conciencia burguesa es esencialmente una conciencia de la tranquilidad. Ortega y Gasset escribió: “Una de las características más tristes de nuestra era ha sido la proclamación de los derechos de la mediocridad y la institucionalización de la mediocridad como derecho” [2]. Esta situación le resulta intolerable al hombre fascista: “Se soporta la mediocridad en tanto que se es masa, pero se la ve como una humillación de la que se debe escapar gritando con justa cólera. El salir de la botella es una imposición moral para el fascista, para el hombre que ve una moral, casi una religión, en la voluntad y en el heroísmo” [3]. La imposibilidad que tienen las democracias burguesas de fundamentarse sobre valores éticos reales provoca que extiendan generosamente la mediocridad como medida terapéutica entre las masas. El burgués es un ser que desconoce que la ética debe ser vivida; para él, el pronunciar un sí o un no es una cuestión que debe ser debatida y negociada; es un ser que confunde el estancamiento con la prudencia, la pasividad con la sabiduría, la apatía con la estabilidad social. 

En Italia, en 1919, el programa futurista escandalizó a la sociedad burguesa de su época con sus proclamaciones republicanas (“Sólo Italia es soberana”), con su violencia anticlerical (“Una sola religión, la Italia del mañana”), con su revisión radical de las costumbres aceptadas (“Divorcio fácil, valorización progresiva del amor libre”), con su planteamiento revolucionario en el plano social (“Futura socialización de las tierras, sistema fiscal de imposición directa, derecho de reunión y de organización, libertad de prensa”), con sus posiciones políticas antecesoras del corporativismo fascista (“Transformación del parlamento, por una justa participación de industriales, de agricultores, de técnicos, de obreros y de comerciantes, en el gobierno del país... abolición del Senado”). En mayo de 1924, Benedetto Croce, en un artículo en “La Stampa”, describía las influencias del futurismo sobre el fascismo: “La determinación de descender a las calles para expandir sus ideas, de responder violentamente a sus difamadores, la sed de novedades, el ardor decidido de romper con las tradiciones degeneradas, la glorificación de la juventud... son todos motivos típicos del futurismo, concebidos como reacción ante la hipocresía parlamentaria y la indiferencia social de los viejos partidos”.[4] 

Para el fascismo, la moral cristiana y humanitaria se identifica con las reivindicaciones pseudosociales del marxismo. Este moralismo no es sino un artificio de las fuerzas subconscientes del hombre: es una voluntad de poder desviada, es la revancha más o menos inconsciente de los seres más inauténticos, de aquellos que sufren secretamente la mengua de su propia personalidad. La moral del falso humanismo es la venganza de aquellos que se ven incapacitados para obrar según las leyes espontáneas de la naturaleza. La actitud de pretender cambiar el nombre y la esencia de los valores y los contravalores es tremendamente significativa a este respecto. La impotencia pasa a ser la “abstención voluntaria”, la resignación no es sino el “desinterés por las cosas del mundo”, la inercia es “humildad”, la cobardía es un “sacrificio a la causa común”, etc. Aquí se enfrentan dos tipos de comportamiento: a las antítesis de la ética del honor (noble-bajo, digno-indigno, verdadero-falso, valeroso-cobarde, fiel-traidor, lógico-absurdo, racional-desequilibrado, honorable-deshonroso), la moral del pecado responde con antítesis abstractas que no son sino deformaciones de los verdaderos valores (bien-mal, humilde-insensato, sumiso-orgulloso, espiritual-carnal, dominador-dominado). De este modo es como nace en el corazón humano el germen de la enfermedad psíquica: el sentimiento de culpa. Por ello, la conciencia pura deviene en conciencia de culpabilidad. Por el contrario, en la ética del honor, la conciencia pura constituye un tribunal permanente donde cada uno se enfrenta, cara a cara, consigo mismo, frente a sus propias exigencias y a sus propios esfuerzos. En su “Homenaje a Zola”, Celine reflexiona de este modo: “La función de la moral socialburguesa no es sino la forja de un sentimiento de culpabilidad tan fuertemente arraigado que nos haga impotentes a la hora de reclamar justicia. La vida, que es la justicia máxima, lleva cincuenta siglos luchando contra la angustia” [5]. Por su parte, el hombre fascista considera, al igual que el “Zarathustra” de Nietzsche, que “la moral exterior está en contradicción con las condiciones de la existencia”. No se pueden refutar las condiciones de la existencia, pues el hombre, en palabras de Ortega y Gasset, es él más sus circunstancias. No se puede aspirar a una liberación abstracta de entes abstractos, somos hijos de nuestro destino particular y comunitario. Entre los valores rehabilitados por el fascismo hay algunos que son considerados como fundamentales: el desprecio por lo banal y por lo rutinario, el gusto por la grandeza; la negación de un idealismo mentiroso disimulado bajo una moral universal de idealismos confortables; el esfuerzo por repensar la idea de “orden”, arrancándola de sus compromisos burgueses; la certidumbre, en fin, de que existen valores de vida que valen más que la propia vida en sí, que merecen el sacrificio. En la axiología fascista la sangre del héroe tiene más valor que las lágrimas del santo, más que la tinta del sabio; la fidelidad y el honor están por encima de la humildad, la justicia es apreciada más que la caridad, la cobardía y la vergüenza son un mal peor que el pecado. El hombre fascista es el portaestandarte de una ética de la acción que fue la grandeza de Europa, una ética que debe renacer para poder relanzar esa grandeza perdida.

Notas:
[1] M. Bardeche, “Sparte e les sudistes”, Les Sept Couleurs 1969, pág. 46.
[2] “La rebelión de las masas”.
[3] Pierre Drieu La Rochelle: “La comedia de Charleroi”.
[4] Citado por A. Hamilton, “La ilusión fascista”.
[5] Citado por T. Kunnas, “La tentación fascista”.

Extraído de Los Principios de la Acción Fascista

AMÉRICA LATINA Y LA OPORTUNIDAD DEL MULTIPOLARISMO


Por Tiberio Graziani


Para los países emergentes el multipolarismo constituye una oportunidad para incrementar sus propios espacios de libertad en la arena internacional. Las clases dirigentes de importantes países como Brasil, Rusia, India y China han entendido que el proceso de integración en varios niveles, desde el económico al específicamente político, es preferible para la consecución de los específicos intereses nacionales. la nueva política internacional de estos países que se agrupan en el cluster geoeconómico que lleva el nombre de BRICS, incide cada vez más en la estructuración del nuevo panorama multipolar que se va delineando bajo forma de grandes agregados continentales. Por lo que se refiere a la masa eurasiática las tentativas de integracióm continental proceden con un cierto éxito; un ejemplo lo representa seguramente la recién creada Unión Euroasiática entre Bielorusia, Rusia y Kazakhistan. Asimismo la posibilidad que también las naciones de la América centro meridional se transformen en protagonistas del nuevo orden mundial parece haber suscitado el interés de los más importantes liderazgos latinoamericanos para la implementación del proceso de unificación del proprio subcontinente.

El fenómeno de aceleración de los procesos de agregación a nivel regional o continental, sean de carácter político o económico, en varios ámbitos del tablero mundial, es la “respuesta” geopolítica (y geoeconómica) al proceso de fragmentación del llamado sistema unipolar que se ha puesto en acto. Este fenómeno, probablemente incrementará en el próximo futuro el nivel de tensión que existe entre los partidarios del viejo sistema unipolar occidental-céntrico y aquellos países cuyas tendencias multipolares influencian cada vez más sus decisiones por lo que concierne los aspectos políticos y económicos internacionales. Bajo este aspecto hay que considerar una especie de contramedida unipolar que tiene por objetivo el de retardar y condicionar el proceso de multipolaridad en acto, la propuesta planteada recientemente, el 11 de febrero de 2013, por el United States–European High Level Working Group on Jobs and Growth1, y oficialmente reiterada por el presidente Obama el día siguiente, de querer realizar una especial sociedad transatlántica, el Transatlantic Trade and Investment Partnership.2

Por lo que se refiere a la masa euroasiática, las agregaciones a escala continental están aumentando el nivel de cohesión interna, aunque en medio de dificultades debido principalmente a la presencia de cuatro elementos:

a) La crisis económica y financiera global;
b) La, naturalmente, opositiva política exterior yankee hacia estos procesos “continentales”:
c) Algunas prioridades “nacionales” que aún no se combinan bien con los procesos de integración;
d) La resistencia ofrecida por algunas organizaciones internacionales como la ONU, el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. 

Sin embargo, en la América centro meridional  se observa una nueva fase3 de los procesos de integración. La razón de lo que podríamos definir un revival de la tendencia “continental” latinoamericana es muy probable que sea debida a un conjunto de factores internos, entre ellos hay que considerar principalmente:

a) una mayor estabilidad de toda el área con relación al reciente pasado;
b) una incrementada sintonía entre los varios gobernantes de las naciones suramericanas en materia de política continental;
c) una mayor atención de parte de las clases políticas y empresariales latinoamericanas hacia algunas naciones euroasiáticas (Rusia, China, Irán, India).
 
La relativa estabilidad regional se debe a los nuevos liderazgos, generalmente de inspiración democrático-progresista, que consiguen equilibrar con mayor eficacia que los anteriores las exigencias contrastantes – populares, modernistas, conservadoras – planteadas por las respectivas clases nacionales. Con anterioridad estos contrastes que se verificaban en los países suramericanos “minaban” la cohesión social y en algunos casos hasta aquella nacional, haciendo vana toda tentativa de política exterior nacional finalizada a la integración continental. Esta mayor estabilidad depende, además de una relativa y más homogénea cultura política, generalmente, como se ha referido con anterioridad, democrático-progresista de las directivas latinoamericanas, también de las políticas económicas adoptadas por éstas últimas en sus respectivos países, las cuales, aún privilegiando las clases económicas mayormente dinámicas, sin embargo demuestran ser más sensibles a una más ecuánime gestión de la riqueza nacional y en cualquier caso mayormente predispuestas a la consolidación del estado social. Se trata de una dinámica general y a largo plazo en la que no debería influenciar de modo negativo la prematura desaparición del presidente venezolano Hugo Chávez.

Con relación a la mayor sintonía entre los varios jefes de Estado de la región suramericana en materia de política continental, observamos que está atestiguada por los recientes e innumerables encuentros que han llevado a cabo los diversos jefes de Estado, los cuales están  encaminados a articular la unidad regional con criterios diversificados de tipo económico, regional y continental. Algunas organizaciones como Mercosur, Comunidad Andina y Celac parecen haber encontrado en Unasur un primer contenedor “político” de sus particulares exigencias4, por otra parte bien apropiado, según nuestro parecer, para el actual proceso de transición uni-multipolar.

De las muchas fechas significativas concernientes la reanudación de la tendencia “neocontinental” latinoamericana, seguramente hay que incluir la del 10 de marzo de 2009, cuando se reúne, en el contexto de las propuestas de la Unasur, el Consejo Suramericano de Defensa. Según el parecer de M. Ángel Barrios, “esta organización puede permitirle a Suramérica sustituir la injerencia exterior mediante la introducción de concepciones estratégicas propias. “Entre estas – continua Barrios – resalta la conciencia que para ser protagonistas del nuevo contexto internacional hay que ser un Estado continental e industrial y que, por consiguiente, la integración estratégica es necesaria para Suramérica sin que por ello tenga que recurrir a la cancelación de los estados que la conforman”5.

Esta nueva fase de las políticas encaminadas hacia la integración de América Latina fueron también posibles gracias a un factor externo y fundamentalmente geopolítico: en otras palabras, fue debido al relativo “desinterés” norteamericano hacia esta área. Los EE.UU se han proyectado cada vez más hacia el Asia-Pacífico, región por muchos juzgada de carácter estratégico para Washington (la America’s strategic pivot del siglo XXI), en los últimos años los norteamericanos de una manera u otra han aflojado el asa de lo que siempre han definido el propio “patio de la casa”.

El despertar “continental” de las naciones suramericanas parece haber encontrado mayor fuerza gracias a las políticas encaminadas por los principales gobiernos suramericanos (y por sus clases económico-productivas más dinámicas de cada país) hacia algunas naciones de la masa continental euroasiática, algunas de las cuales persiguen análogas iniciativas integradoras. Se puede hipotetizar con una cierta certeza que – basándonos en la experiencia positiva de Brasil en el ámbito del BRICS, del ASPA y del IBAS – tales relaciones, por el momento generalmente bilaterales, serán confirmadas y sucesivamente desarrolladas incluso en el sector de las agregaciones supranacioanles de parte de los otros países suramericanos.

Notas

1. High Level Working Group on Jobs and Growth, Final Report, February 11, 2013, http://www.ustr.gov/about-us/press-office/reports-and-publications/2013/final-report-us-eu-hlwg
2. Statement from United States President Barack Obama, European Council President Herman Van Rompuy and European Commission President José Manuel Barroso, February 13, 2013.
3. El geopolítico argentino define esta nueva fase  “continental” como “etapa de latinoamericanización”, Miguel Ángel Barrios, I fondamenti geopolitici dell’UNASUR, IsAG, 2013, Roma, p. 5.
4. Francesco G. Leone, Dalla “Patria Chica” fino alla formazione di una nuova identità sudamericana: l’UNASUR, Report IsAG, n. 6/2013.
5. Miguel Ángel Barrios, I fondamenti geopolitici dell’UNASUR, IsAG, 2013, Roma, p.

domingo, 26 de abril de 2015

NICCOLÒ GIANI

Por Fernando Mezzasoma


Niccolò Giani, (1909-1941) joven intelectual  italiano, fue el fundador y primer director de la Escuela de Mística Fascista "Sandro Itálico Mussolini". Creada en 1930, se convirtió de la mano de Giani y de otros jóvenes fascistas en el centro formativo e intransigente de la nueva aristocracia política del pueblo italiano. (N. del T.)

Fernando Mezzasoma, (1907-1945) vicepresidente de la Escuela de Mística Fascista durante los años 30, fue nombrado Ministro de Cultura Popular durante la República Social Italiana. Leal hasta final a la figura del Duce y al Fascismo revolucionario, fue martirizado junto a otros altos dirigentes de  la RSI en Dongo, el 28 de abril de 1945. (N. del T.)  

***********************

El 14 de marzo de 1941, Niccolò Giani -el combativo director de la Crónica Prealpina de Varese, el ascético director de la Escuela de Mística Fascista, el apasionado profesor de historia y doctrina del Fascismo en el ateneo de Pavía y en el Centro de capacitación política de juventudes- cayó cual héroe de leyenda sobre la cima de una montaña en Albania para consagrar, mediante el sacrificio propio, aquello que él mismo había definido como la línea de los místicos: la coherencia absoluta entre pensamiento y acción.

De todas las definiciones que Mussolini ha ido dando del Fascismo en sus discursos y escritos, en la medida que la doctrina fascista se iba desarrollando y madurando, hay una que Niccolò Giani asumió como lema de su misma vida: El Fascismo es una mística en acción. Creer y actuar fue, de hecho, su divisa, su santo y seña. El ansia por combatir había sido el acicate de sus últimos años de existencia. Y cada vez que regresó de los frentes de guerra, le pareció no haber dado lo suficiente en arrojo y sacrificio. Fue así tras la guerra de conquista por el Imperio.

En su diario de guerra africano, bajo el título 128º Batallón de Camisas Negras, su más bella jornada -como él la denominó- lleva fecha de 22 de febrero de 1936, es decir del día en el cual, al iniciarse la acción contra el enemigo, le fue asignado el estandarte del batallón.

Más tarde, retornando victoriosamente a Italia, llenos sus ojos de la soberbia imagen de la Patria que Mussolini había hecho poderosa y temida, manifiesta así su satisfacción: “Te hemos servido, Duce. Nos basta. Te lo agradecemos. Y hoy solamente te pedimos una cosa: que también mañana nos reserves el privilegio de servir, de abrazar nuevamente el fusil.”

Fue durante ese mismo año -que habría de contemplar el retorno de Roma a las glorias del Imperio- y exactamente el 1 de marzo de 1936, cuando, habiendo recibido la conmovedora noticia del nacimiento de su primer hijo, bosquejó orgullosamente, llevado de una irresistible fuerza interior, un documento de profunda espiritualidad que debía convertirse no sólo en su testamento para su hijo, Rómulo Vittorio Africano, sino en un testamento de alto valor moral para las futuras generaciones italianas.

Sólo por esta Italia -así se expresaba dirigiéndose a su primogénito- deberás saber morir con el cuerpo y con el alma. Y nunca, nunca, deberás olvidar que por este nombre sagrado madres han despedido con una sonrisa a los hijos que iban a la muerte, maridos abandonaron con soberbio gozo a jóvenes esposas, padres han besado con orgullo por última vez a sus hijos. Que por esta Italia los ríos se han hecho de sangre, las montañas han temblado, los muertos han salido de la tierra. Y que por Ella hoy yo aún no te conozco y podría no conocerte nunca. Más, si así fuese, ámala tú también por mí, sacrifícate también por mí, muere también por mí.

Y más aún: Cuando seas adulto, en la mutilada corona que verás sobre el jefe de tu Patria, te será fácil reconocer las joyas que el correr del tiempo y la indigencia de los hombres le habían arrebatado. Reconocerás la cuna de tus antepasados, la sagrada tierra de Dalmacia donde toda montaña insulta la traición y donde todo árbol se alza al cielo como una plegaria a Dios por el retorno a la Madre. Reconocerás Córcega y Malta, Cantón Ticino y Grigioni. Volverás a hallar las joyas perdidas de esa África donde ahora ha llegado el gran chispazo de la nostalgia y de esa Asia que ve ya los milagros de los grandes hijos de Roma. Reconocerás todas, todas las joyas que deber serle devueltas y tú verás restituírselas, que le serán devueltas una a una; y tu enseñarás a tu hijo las que falten para que ni una sola, entre cientos, entre miles, le falten.

Concluyendo con estas palabras: Que tus ojos no vean más que grandeza y poderío, gloria y victoria. Hijo, en el nombre que llevas hay un augurio para tu tiempo y tu generación, África deberá ser tu designio y tu camino, tu destino y tu deber, deberá ser tu esperanza y tu derecho. Ahora crece: la camisa negra y el uniforme caqui, que junto a la piedad de Cristo tu madre ha puesto en tu cuna, deberán ser tus compañeras de por vida. Sé llevarlas con honor y orgullo. Y puesto que Dios te ha hecho nacer en época de Mussolini, sé siempre digno de pertenecer a ella: recuerda que tal es el único orgullo que tu padre te enseña.

Al releer estas nobilísimas páginas un nudo se ata en la garganta y el corazón golpea más aprisa, por el choque de dos sentimientos encontrados: el orgullo por tanta pureza de intenciones y aspiraciones, que en Niccolò Giani tienen un modelo perfecto de fascista, y por ende de Italiano; el desprecio por la aberración en la que han caído otros italianos indignos de este nombre, los cuales han ultrajado el sacrifico de los muertos y el derecho de los vivos, han impedido que se hiciera realidad el luminoso sueño de Guido Pallota, de Berto Ricci, de todos los alumnos de la Escuela de Mística, caídos, como Giani por la verdadera libertad de la Patria, de todos aquellos que han regresado con las señales del valor y la insuperable alegría del deber cumplido hasta el final, de todos los soldados que han quedado en los campos de batalla de Rusia, de Grecia, de África, de España, con una visión de grandeza y de poderío, de gloria y de victoria, sugestiva y esplendorosa como la que Niccolò Giani había vislumbrado para su hijo Rómulo Vittorio Africano y con la que él mismo cerró sus pupilas, abandonando heroicamente la vida terrena.

Qué gran suerte para él no haber conocido la infamia de la conjura masónica del 25 de julio, la vergüenza de la capitulación del 8 de septiembre.
 
De regreso de la campaña etíope había retomado su puesto de trabajo, en el diario, en la escuela de Mística, en la Universidad de Pavía.  Se prodigó durante cuatro años, antes de la entrada de Italia en la actual guerra, mediante artículos, publicaciones y discursos en infundir en los jóvenes las virtudes que caracterizaron su alma e inspiraron toda su acción: la fidelidad y la intransigencia. La fidelidad incorruptible al Jefe y a la Idea y por ende el derecho a ser un “desesperado” del Fascismo -tal como blasonaba serlo -, el derecho a combatir sin tregua y en primera línea contra los enemigos de fuera y de dentro, contra los disgregadores de nuestra  integridad territorial, contra los disgregadores de nuestra integridad espiritual. La intransigencia más absoluta que es el deber de quien cree firme y verdaderamente, de no aceptar compromisos, de no admitir componendas, de no tolerar juegos políticos, de rechazar resueltamente componendas de cualquier especie.

Una revolución que ha nacido de la sangre y que con sangre se ha alimentado debe ser defendida a ultranza, con todos sus inevitables errores a través de los cuales fue necesario transitar hasta lograr sus indestructibles conquistas.

No estamos dispuestos -afirmó Niccolò Giani en el memorable congreso de Milán de febrero de 1940-, en nombre de compromisos más o menos acomodaticios, a traicionar a la Idea y al Duce. Preferimos dejar de escribir.

De este modo él se sentía fascista. De este modo él quería y sabía ser fascista. No del modo de aquellos que en gran parte hemos abandonado, para nuestra suerte, a lo largo del camino  pues estaban mucho más apegados a sus pieles que a nuestra causa. No al modo de los que hoy andan invocando confusos hermanamientos en nombre de un Italia genérica, de una Italia sin adjetivos por miedo a comprometerse, de una Italia buena para todos los partidos y para todas las ideas, buena incluso para los que la han traicionado y están fornicando junto al enemigo; como si fuese posible concebir una Italia que no sea Fascista, que no sea aquella a la cual Mussolini dio bienestar y renombre; la misma Italia a la que Mussolini y sus mejores hombres tratan hoy de restituir dignidad y prestigio.

En aquel congreso Niccolò Giani precisó el significado de Mística: Ser de los místicos del Fascismo significa ser portadores exaltados e intransigentes de este credo político. De las virtudes fascistas -añadía- los místicos quieren poner en acto la fe operante, la intransigencia constructiva, la virtud heroica del creer. Estamos a favor de las conversiones -dijo también-; pero bajo dos inderogables exigencias: ante todo la buena fe más sincera, más indiscutible, más amplia; en segundo lugar, ninguna reserva, de ningún género.

Es ésta -y no otra- la intransigencia que nosotros, que hemos tenido el privilegio de estar al lado de Giani, durante largos años, sus compañeros de trabajo y de lucha, pretendemos defender y afirmar.

Si por ventura hubiese todavía dentro de nuestras filas -que el peligro ha menguado pero que las ha hecho más ágiles y férreas- espíritus dudosos y trémulos, nada les impide liberarse del peso de un juramento que son incapaces de sostener. Los verdaderos fascistas, sobretodo en este duro momento que exige de cada uno la medida exacta de fe y de valor, no se contentan con ser simplemente los “afiliados”, sino que quieren ser, como Niccolò Giani, desesperadamente fascistas, custodios celosos de su pasado, fanáticos seguidores de Mussolini en las nuevas conquistas de su treintañal revolución.

Poco después del congreso de Milán, Niccolò Giani partió a la nueva guerra. Estuvo entre los primeros en alistarse. Y con él casi todos los dirigentes y los alumnos de la Escuela de Mística estuvieron en el frente occidental, en África, en Grecia; y después de que él diera ejemplo, incluso con su sacrificio, muchos otros lo imitaron en África, en Grecia, en Rusia. Catorce Caídos orlan la Escuela, cinco Medallas de oro: de Niccolò Giani, que había pedido al Duce como premio al combate el retorno al combate, a Guido Pallota, cuyo fustigante decálogo, dictado para la Escuela de Mística, merece ser recordado, como aviso a los desmemoriados y como consuelo de los fidelísimos de siempre:

1) Obedecer al Duce; 2) Odiar hasta el último suspiro a los enemigos del Duce, o sea de la Patria; 3) Desenmascarar a los traidores a la Revolución, sin importar nada su eventual poder; 4) No tener miedo de ser valientes; 5) No comprometer nunca el propio deber de fascistas, aun a costa de perder la posición, el sueldo o la vida; 6) Mejor morir orgullosamente de hambre que vivir rico pero envilecido; 7) Despreciar los cargos y poltronas; 8) Odiar el vil dinero; 9) Preferir la guerra a la paz, la muerte a la rendición; 10) No ceder jamás.

He ahí los postulados de la intransigencia que queremos profesar. En este sentido nos sentimos sectarios, facciosos, fanáticos. Y tenemos el derecho de serlo porque por ésta nuestra fe estamos listos, como Giani, como tantos otros, a dar toda nuestra energía, nuestra misma vida.

Esta es nuestra inquebrantable lealtad al Duce y a la Idea, a la palabra que hemos dado, al juramento que prestamos, a la alianza que hemos elegido, lo que nos enorgullece y nos hace mirar el futuro con fuerza y confianza.

Esta es nuestra intransigencia respecto a la doctrina que hemos abrazado, a las batallas que combatimos, las realizaciones que hemos alcanzado, la que, si bien nos permite aceptar la colaboración de cualquier Italiano de buena fe y buena voluntad que quiera ayudar al titánico esfuerzo del Duce, nos obliga sin embargo a rechazar desdeñosamente cualquier contacto con aquellos que actúan al servicio del enemigo, asesinando a traición a nuestro mejores compañeros de fatigas y batallas, con aquellos que con Italia invadida persiguen a los fascistas que por millares se arriesgan y se alzan para hostigar a los invasores y abrir el camino de nuestro retorno.

Esta debe ser hoy nuestra misión de fascistas. Este es el mandamiento de Niccolò Giani. Esta es su enseñanza. En su nombre, y en el nombre de los demás Caídos, los supervivientes de la Escuela de Mística fascista hacen un llamamiento a la auténtica juventud italiana.

La Revolución fascista continúa su marcha. Ella no puede morir y no morirá. No existe rincón en nuestra entrañable tierra en el que el Fascismo no haya echado raíces que ninguna fuerza humana podrá extirpar y que de la nueva sangre vertida no extraigan alimento y vigor.

Es tarea sobre todo de los jóvenes salvar, junto con la existencia de Italia, su propio mañana.

(Traducción: A. Beltrán) 
Extraído de: Antagonistas

miércoles, 22 de abril de 2015

EL AUTÉNTICO ESPÍRITU FASCISTA


Por Ernesto Sotomayor


Si hay, en los movimientos fascistas(1) una particularidad diferenciadora fundamental, es, indudablemente el marcado carácter vanguardista de estos. Y si bien es cierto que los movimientos fascistas siempre han tenido que enfrentarse a las ancianidades reaccionarias y aburguesadas que osaban denominarse fascistas - ensuciando así el nombre de un movimiento auténticamente revolucionario-, actualmente, en este mundo acaudillado por el liberalismo más salvaje, la particularidad vanguardista de los movimientos fascistas se ha visto - desgraciadamente - condenada a casi desaparecer.

Y es que si la particularidad de un movimiento desaparece, éste, se convierte en otro movimiento distinto o directamente, se extingue.

Los actuales movimientos fascistas, no son sino un antagonismo de lo que verdaderamente es el fascismo. Son la viva imagen de todo aquello por lo que revolucionarios como Ramiro Ledesma y sus JONS, Mussolini y sus camisas negras o Codreanu y sus legionarios condenaban y luchaban por hacer desaparecer. Son el reflejo de todo aquello que los futuristas querían arrancar y quemar de las raíces del árbol social ("Nosotros queremos mucho más; queremos arrancar y quemar sus más profundas raíces: aquellas que nacen en el cerebro mismo del hombre y que se llaman: manía de orden; tendencia al reposo; adoración fanática de la familia; preocupación de dormir y comer a hora fija; quietismo cobarde; amor a lo arcaico, a lo viejo, que es lo averiado y lo enfermo; horror a la nuevo; desprecio a la juventud y a las minorías rebeldes; veneración a lo constituido, a los años acumulados, a los muertos y a los moribundos; necesidad instintiva de leyes, de cadenas y de trabas; horror a la violencia, a lo desconocido, a lo nuevo; miedo, en fin, a una libertad total." F. T. Marinetti).

Reconocer este problema no es más que el principio. Debemos hacer desaparecer de los movimientos fascistas - que recordemos, son, ante todo puramente revolucionarios - :

-Toda ancianidad constituyente. Los militantes de los movimientos fascistas no deberán superar los 45 años (como ya reclamaba, muy acertadamente, Ramiro Ledesma);

-Todo viraje pseudo-revolucionario. No debería, en los movimientos fascistas, haber ningún derechista aburguesado ni ningún espíritu anciano, cansado y cobarde sin disciplina de guerra y sacrificio;

-Todo individualismo. Nuestra lucha y nuestros intereses son los intereses nacionales, los de la construcción de un Estado fuerte, sano y soberano que suponga una bandera liberadora para todas las capas del pueblo. No deberá haber espíritus individualistas y egoístas con ansias de Poder y fama propia, porque nuestra lucha es una lucha común.

Ante está creciente tendencia anti-vanguardista y ante la presencia, cada vez más común de juventudes "fascistas" de espíritu reaccionario y aburguesado y de insuficiente formación, se debe - y es de vital importancia - estimular y promover un ambiente y espíritu de formación y militancia verdaderamente revolucionario. De nada sirve, en pleno siglo XXI, andar vociferando consignas ya caducas de tiempos pasados. Se debe rescatar lo que todavía está vigente y lo que no, renovarlo y adaptarlo a nuestros tiempos. Tiempos sin duda, muy complicados, sobre todo, por el creciente control por parte de los órganos de autoridad del gobierno ante nuestro movimiento, que pone en peligro sus privilegios e intereses de clase.

Debemos atacar y condenar abiertamente al sistema liberal-demoburgués - con nombres y apellidos - y al mismo tiempo, debemos combatir al marxismo- y no lo olvidemos, este combate será siempre un combate revolucionario, un combate que no beneficiará a la clase burguesa sino a la Patria y al pueblo- por toda España para eliminar a las voces farsantes y traidoras que tratan engañar a las masas populares con su mito internacionalista.

¡Fuera las ancianidades constituyentes! ¡Fuera los anacronismos reaccionarios! ¡Fuera la morralla derechista pseudo-revolucionaria! ¡Arriba el vanguardismo!

Nota:

(1): Referido a los distintos movimientos de índole fascista de los distintos países europeos; Nacionalismo Revolucionario, Nacionalsindicalismo, Fascismo italiano, Cruz de Hierro rumana etc.