martes, 30 de junio de 2015

LOS ULTRANACIONALISTAS UCRANIANOS LE HACEN EL JUEGO A EEUU

Una entrevista a Alain de Benoist


Al observar los asuntos ucranianos actuales, parece casi que volvemos a los “buenos viejos tiempos” de la Guerra Fría, época en la cual era todo simple: los “buenos” en un lado y los “malos en otro. ¿La Historia se repite?

La historia nunca se repite, pero sí hay algunas constantes históricas. La tensión entre la potencia de la tierra (telurocracia), representada por el continente euroasiático, y la potencia del mar (talasocracia), representada por los Estados Unidos, es una de ellas. ¿Vuelta a la Guerra Fría? Yo diría más bien que nunca acabó. La prueba de esto es que la OTAN, que iba a desaparecer a la vez que el Pacto de Varsovia, no solo no lo ha hecho, sino que por el contrario, se ha transformado en una máquina de guerra americanocéntrica de vocación universal. Después de la caída del muro de Berlín, la OTAN no ha hecho más que extenderse hacia el Este, en una flagrante violación de lo acordado con Gorbachov tras la reunificación alemana. La crisis ucraniana se inscribe en este proceso. Se trata, para los americanos, de estar presente en las fronteras rusas, cosa que Rusia no puede aceptar. ¿Os imagináis a los Estados Unidos aceptando el establecimiento de bases militares rusas en México?

La novedad es que ahora Europa no tiene la excusa de la “amenaza soviética” para justificar su atlantismo.  El modo con el cual la opinión pública es sistemáticamente desinformada sobre el tema ucraniano demuestra el estado de servilismo en el que ha caído la Unión Europea. El gobierno elegido por el golpe de estado de la plaza Maidan envía sus bombarderos y sus blindados contra los “separatistas pro-rusos”, la guerra civil ya ha matado a más de 2500 personas, y la misma gente que acusó ayer a Bashar Al-Assad de “masacrar a su propio pueblo”,  aplaude hoy con las dos manos (o simplemente no les importa).

En cuanto a los nacionalistas ucranianos, cuyos objetivos no eran del todo despreciables, han tirado piedras contra su propio tejado debido a sus errores en el análisis de la situación. Al alzarse en armas contra sus compatriotas, han conseguido eliminar a un oligarca pro-ruso, a cambio de poner a un oligarca aún más corrupto, un rey del chocolate [1] a las órdenes de Washington y de la Unión Europea, que cuenta con Occidente para evitar la caída de Ucrania a un nivel de país tercermundista. Han ido de la sartén al fuego [2].

La verdad es que no hay una solución militar posible a la crisis ucraniana. Esta crisis es gravísima. Si Kiev no acepta formar un sistema federal en el que cada parte de Ucrania pueda hacer efectiva su autonomía, la guerra civil se extenderá por todo el país, dividiéndolo en dos o incluso en tres. Rusia no podrá permanecer inerte. Sin embargo, como ha afirmado el mismo Dominique Jamet, un enfrentamiento armado entre el Kremlin y una Ucrania convertida en socio (o miembro) de la OTAN está destinado a convertirse en el inicio de una Tercera Guerra Mundial. Los americanos no pueden no ser conscientes. Ahora deben pensar si eso es lo que quieren.

Vladimir Putin, dijo recientemente que la gran culpa de Occidente es que ha obligado a Ucrania a elegir entre el Este y el Oeste, mientras que la vocación natural de este país es más bien la de establecer un "puente" entre ambos. ¿Palabras de sentido común?

Claro, pero hay otras fronteras que pueden servir como un "puente" (se podría decir lo mismo de Alsacia-Lorena, lo que no impidió el estallido de la Primera Guerra Mundial). En 1823, los Estados Unidos adoptaron la Doctrina Monroe, que impide toda intervención extranjera en sus áreas de influencia. El drama de Europa es no tener ninguna Doctrina Monroe. Europa cada día es un poco más sierva de los Estados Unidos. Olvidada la “Europa europea”, en la actualidad no hay más que un par de euro-americanos sin ninguna visión estratégica de sus intereses, y por los cuales el liderazgo de Washington representa el mínimo común denominador. Putin, por su parte, ha dejado de hacerse ilusiones con los europeos y se ha volcado sobre China y los BRICS. ¿Quién sabe si en las próximas semanas países como la India, Pakistán, Irán y Mongolia no desean convertirse en miembros de pleno derecho de la Cooperación de Shanghai, que ya reúne a Rusia, China, Tayikistán, Uzbekistán y Kirguistán, con más de tres mil millones de personas?

A pesar de la propaganda de los medios, Putin mantiene un porcentaje de simpatía innegable en Francia, tanto entre la derecha como en la izquierda. ¿Usted está entre aquellos que lo ve como un "salvador"  cuyo ejemplo debe ser seguido?

No como aquellos que solo hablan con clichés, que no reflejan nada más que su ignorancia ("nuevo zar""ex-KGB""dictador rojo-pardo" , etc.), yo no idolatro a Putin. Vladimir Putin no solo tiene cualidades, sino también defectos. Su política interna y sus métodos de gobierno pueden, sin duda, ser criticados.  También hay, con él, una especie de dudas que impiden una decisión clara entre los diferentes clanes que lo aconsejan. Pero también está claro que es un gran, si no un grandísimo, Jefe de Estado, uno de los pocos que existen a día de hoy.  Con un índice de popularidad que roza el 90%, ha vuelto a poner a Rusia en su lugar en el mundo, y aspira a darle el status que merece. Quiere que Rusia sea fiel a su propia Historia y piensa que su pueblo merece tener un destino, un futuro. Todo esto es por sí solo enorme. El simple hecho de que los Estados Unidos vean en él el obstáculo número uno a la instauración del Nuevo Orden Mundial que quieren imponer justifica que le demos un apoyo merecido. Porque él está en contra de lo que nos amenaza. Aquí y ahora.

Notas:

[1] Petró Poroshenko, actual presidente ucraniano, es un magnate de la industria chocolatera. (Nota del traductor)

[2] Expresión italiana para decir que han ido de mal en peor. Podría ser traducida por la popular “ir de Guatemala a Guatepeor”. (Nota del traductor)

Traducida por Pueblo Indómito 
Original en Millenivm 

lunes, 29 de junio de 2015

LA BATALLA POR UCRANIA Y EL CUARTO PARADIGMA POLÍTICO

Por Orazio Maria Gnerre


Desde hace años, en determinados círculos, ha sido impulsado el presupuesto de la necesaria superación de las categorías políticas pre-existentes en favor de una nueva definición. En cuanto necesidad histórica es fundamental comprender su naturaleza estructural, para tomar conciencia del nuevo contexto político en el que tendremos que posicionarnos, elegir el campo y determinar el alcance de la batalla.

Tal presupuesto identifica en la época de la política posmoderna, la actual fase posdemocrática, el agotamiento terminológico y narrativo de las categorías de posicionamiento tales como derecha e izquierda, y la oportunidad de formular un paradigma político actual, que sepa proponer una línea teórica además de trazar un recorrido estratégico por uno de los dos polos del nuevo antagonismo político.

Los acontecimientos del Euromaidán, la anexión de Crimea al territorio de la Federación Rusa y la declaración de independencia del Donbass, seguida por la fundación de la entidad estatal en formación de la Nueva Rusia, han puesto de manifiesto esta necesidad, en particular gracias a la vacía charla de ciertos representantes culturales de las más dispares filiaciones políticas, los cuales rápidamente han demostrado cómo sus tesis estaban privadas de fundamento, vaciándolas incluso de sus propios principios en función de la estéril conservación de formas políticas y estratégicas obsoletas.

Es oportuno señalar cómo nuestra batalla, en función de la constitución de un nuevo paradigma político, inserto dentro de una nueva polarización, es eminente narrativa. Nuestra guerra se libra en el frente del significado. Nuestra tarea será levantar los antiguos estandartes arrugados y dejados en el pudridero del barro del campo de batalla ya abandonado, para darles nuevo lustre y renovado vigor.

Hacia un nuevo horizonte de conflicto

Ponemos el agotamiento de la polarización derecha-izquierda en función de la bien fundada, y contextualmente evidente oposición entre tendencias comunitarias y (neo) liberales, como el punto de partida de nuestra discusión. Este es el reconocimiento principal para entender el tiempo presente y formular una teoría política coherente que lleve adelante históricamente los principios políticos de todo sujeto que esté interesado en participar en el nuevo conflicto político.

Es dentro de este sistema de oposición donde deben ser colocadas las viejas narraciones políticas, con especial atención a los principios que las fundaron. Es importante establecer cómo en el sector comunitario, y también en el liberal, convergen cada día diferentes identidades políticas, caracterizadas a menudo por historias profundamente diferentes, por luchas (teóricas o materiales) por el control exclusivo de ciertos sectores estratégicos (narrativos o físicos).

El principal problema para los que se identifican con el ámbito comunitarista es la falta de aquella cohesión que, por el contrario, es típica del campo liberal, el cual, gracias también a su propia concepción fundante del mundo basada en el predominio del concepto de valor en su manifestación tangible de forma-mercancía, logra garantizarse una reformulación más rápida de la propia identidad en función del puro interés. Por contra, el ámbito comunitarista todavía no se reconoce a sí mismo como tal. La búsqueda de visiones del mundo, si no análogas seguramente compatibles, no ha llevado a todos aquellos representantes de las diferentes narrativas que deberían, con conocimiento de causa, encontrarse en el terreno común del comunitarismo, al reconocimiento del nuevo horizonte político. En el mejor de los casos, determinados grupos que forman parte de estos sectores han emprendido un necesario camino de vanguardia teórica dirigido al reconocimiento de la necesidad histórica, por desgracia viajando de forma paralela hacia los mismos objetivos. En estas condiciones la batalla estratégica se podría perder, y el riesgo es el logro histórico del Absoluto neoliberal. No podemos permitir que esto suceda.

Es en este sentido que la formulación de un nuevo paradigma político se hace necesaria para el polo comunitarista, en tanto en cuanto el neoliberalismo ha encontrado su propia identificación en la proposición de la realización del Capitalismo Absoluto. Esta teoría política debe, sobre todo, permitir identificarse con ella a todos los que pertenezcan a una identidad política sustancialmente comunitaria. La tarea de la nueva teoría política es por lo tanto sustancialmente inclusiva, permitiendo la realización de múltiples narraciones sustancialmente comunitarias en un único absoluto. Para ello, es necesario declarar una guerra abierta al lenguaje, prisión del sentido, a través de su reformulación y de la demostración experiencial estética. El Capitalismo Absoluto es quien primero ha reformulado el lenguaje en sentido consumista y mercantilizante, después de haberse impuesto experiencialmente gracias al salvajismo desatado en el perfil antropológico del hombre-consumidor. Aunque el Capitalismo Absoluto esté por delante respecto al frente comunitario, en relación al encuadramiento de la necesidad histórica y de la conquista de las almas a través de la demostración experiencial de la propia magnificencia, y de la colonización del imaginario colectivo a través de la creación/manipulación del lenguaje, también ha descendido varios peldaños hacia su tumba, avanzando hacia su agotamiento histórico.

Al pragmatismo absoluto de los intereses neoliberales, manifestado hoy en la forma del Capitalismo Absoluto, el Capital en su fase virtual e ideal, es necesario contraponer por lo tanto la consustanciación de las narraciones históricas comunitarias dentro del nuevo paradigma político. El terreno común en este caso debe encontrarse en todas aquellas narraciones que afirman la injusticia del presente estado de cosas, la necesidad de su derrocamiento, la reintegración total del hombre en su plenitud y el fin de su alienación histórica. En definitiva, la base de la fundación de la nueva teoría política debe descansar en la comprensión de que el polo comunitario está efectivamente fundado sobre los excluidos de la sociedad, de la visión del mundo o del modo de producción liberal-capitalista, o a partir de los que están descontentos, y que el filósofo italiano Constanzo Preve definió como los poseedores de la “conciencia infeliz”. Al considerar nuestra era como la de la victoria del capital (convertido por lo tanto en “absoluto” al menos nominalmente, y casi omnipresente), se hace evidente cómo todo marginado (económica, ideológica y existencialmente) del peor de los mundos posibles se convierte en un potencial interlocutor y aliado de la nueva teoría política dentro del polo comunitario.

Por otra parte, la nueva teoría, según ha dicho Aleksandr Dugin, debe proponer como objetivos fundamentales la garantía de los derechos de los pueblos entendidos como comunidades de destino, y un enfoque policéntrico omnidireccional basado en la coexistencia de estos pueblos, de los caminos de civilización, de las culturas, de las narraciones históricas y de las visiones del mundo, de los polos geopolíticos, garantizando, en definitiva, el derecho a la diferencia.

Ucrania 2014: casus belli ideologicus

Como ya se ha dicho en la introducción, es en la trágica crisis de Ucrania de 2014, ahora en su fase más dramática, donde encontramos la prueba de fuego de nuestra tesis. El hecho de por sí ha revuelto el punto de vista político de la mayoría de los sectores políticos europeos “antisistema”, seguramente los de menor visión de futuro. Ha bastado una regusto de la técnica de la guerra de cuarta generación para confundir las ideas de los herederos de las, sin embargo, nobles historias políticas.

Este es el caso, en particular, de la derecha y de la izquierda radicales europeas que, bien lejos en todo caso de ser dos bloques monolíticos de intereses contrapuestos, en realidad son entidades puramente nominales, constituidas por identidades y estrategias muy diferentes. Más bien, se dividen en varios grupos poco incisivos y a menudo auto-referenciales que dan testimonio, en última instancia, de la progresiva despolitización de estos ambientes políticos, transformados en “áreas” de pertenencia identitaria,verdaderas y propias comunidades paródicas que navegan en la turbulencia de la modernidad líquida.

En el marasmo interpretativo y en bancarrota, que tuvo un digno antecedente durante las revueltas árabes, la tesis principal sostenida por ambas partes generalmente fue la definición del conflicto de Ucrania en términos de conflicto inter-imperialista, como la confrontación entre el imperialismo estadounidense y el ruso: el choque de los relativos intereses opuestos tal y como en la época de los egoísmos nacionales.

Que la tesis haya sido compartida tanto por la derecha como por la izquierda radicales demuestra un elemento incontestable: la tesis ha sido expresada no en virtud de las ideologías políticas profesadas y de las respectivas narraciones, sino como vestigio de una época iniciada hacia finales del siglo XIX y conluida con el fin de la Segunda Guerra mundial, la época de los imperialismos.

En el mismo paradigma interpretativo, en el caso ucraniano, cual la oposición entre dos imperialismos distintos, izquierda radical y derecha radical han respondido al mismo tiempo de acuerdo a la propia orientación ideológica: en el menor de los casos se han abstenido de tomar posición en contra de un choque entre dos imperialismos, en el peor de los casos, han tomado posición a favor de los peones que trabajan más o menos conscientemente a favor de los intereses estadounidenses.

Es, en cambio, en la propuesta de la nueva teoría política (la cuarta después de la afirmación del liberalismo histórico, de su antítesis social-comunista y de la síntesis fascista) donde encontramos claridad en el análisis en relación con las intenciones eminentemente comunitarias a seguir.

Encuadrada en el contexto de la transición del mundo unipolar liderado por los EEUU, que representa geopolíticamente la realización formal de los intereses del Capitalismo Absoluto en su forma financiera y apátrida, al mundo multipolar, o dividido en grandes espacios de integración regional predominantemente autónomos que coincidan con las áreas de civilización histórica y en igualdad de condiciones en un equilibrio estable de poder, el interés del polo comunitarista debe estar realmente a favor de un acuerdo global multipolar. Habiendo tomado nota de la eficacia de la globalización en la aplicación de la técnica (penúltima forma de fuerza nihilista antes de la economía), la alternativa consciente al monopolio de la fuerza del capital; a la destrucción de la especificidad local como la etnia, la religión y la sociedad; a la deshumanización antropológica puesta en práctica en el proceso de cumplimiento de la hybris liberal; a la realización definitiva del mercado global, es únicamente la alternativa multipolar. La realización de grandes espacios geopolíticos, deseada ya por los profetas de la escuela geopolítica alemana, representará el colapso de la hegemonía global de la ideología liberal, mutilada ahora de su fuente de sustentación, el mercado global, y de su fuerza estratégica, el control estadounidense sobre el destino del mundo. Es evidente que de la realización de la alternativa multipolar dependerá la afirmación del polo comunitarista: ella determinará el fin del predominio del capital financiero, un sensible paso adelante hacia la realización de la sociedad del trabajo, y la afirmación de la alteridad cultural, que reconstruirá diferencias y tradiciones.

Puesto que el camino que conduce a los pueblos a la afirmación de un equilibrio mundial fundado sobre la coexistencia y el diálogo entre las civilizaciones, debe ser el punto de partida en el interés del polo comunitario, la crítica debe por lo tanto dirigirse contra la concepción pasadista que todavía ve oponerse sobre el tablero internacional distintos imperios nacionales. El hecho es que la época de los imperialismos fue reemplazada rápidamente desde Yalta por la época de la contraposición bipolar y, aún más rápidamente, desde el ascenso del único imperante imperialismo estadounidense al inicio de los años 90, con el colapso del bloque soviético. Hablar de conflicto inter-imperialista – retomando la fórmula leninista válida ciertamente para el primer conflicto mundial – en la era de la realización del imperialismo mundial, significa utilizar esquemas anteriormente válidos pero ahora obsoletos. Hoy sólo veremos sobre la zona de operaciones al imperialismo hegemónico, a los sub-imperialismos de determinados países, y la oposición contra hegemónica representada por los BRICS y los países no alineados.

Quién dice querer defender los intereses de los trabajadores o las tradiciones de los pueblos debe tener todo esto en cuenta. No hay alternativa para los trabajadores dentro de la mecánica del capitalismo financiero promovido dentro del sector de seguridad euroatlántico, entre precariedad, desindustrialización, deslocalización. Tampoco existe una alternativa para las tradiciones y las identidades sino en el seno de un mundo multipolar, donde pueblos y naciones sean protegidas dentro de las grandes integraciones regionales de los grandes espacios geopolíticos.

La batalla por Ucrania, hoy, no representa únicamente una batalla de Rusia. La batalla por Ucrania en el sentido más absoluto es una batalla por el mundo multipolar. Los principios más profundos de las formas políticas históricas del trabajo y de la autodeterminación de los pueblos son llevados a cabo hoy por la resistencia del Donbass. Confundir a los militantes del Sector Derecho con los representantes de la identidad nacional, es tan grave como no entender la necesidad para los trabajadores de alinearse con las economías emergentes de los BRICS, con sus modelos económicos alternativos. Hoy, los verdaderos patriotas comprenden que la batalla por Ucrania es también su propia batalla contra el avance noratlántico hacia el corazón del continente, así como los mineros del Donbass luchan y mueren ya por la verdadera independencia respecto a un gobierno que prevé aplicar las peores medidas de austeridad y la venta de la soberanía, siguiendo un modelo de tecnocracia posdemocrática y antipopular que los europeos occidentales conocemos muy bien ya.

La lucha en Ucrania es la lucha contra el Capitalismo Absoluto, por un mundo multipolar. Para ganar, el enemigo ha utilizado en primer lugar el arma de la confusión, usando nuestras palabras, nuestros símbolos, nuestras ideas. Hemos visto demasiado. El imperativo para todos los defensores de los principios comunitarios, orientados hacia una nueva perspectiva política, es el de conocer la verdad para poder transformar el mundo. Combatir desde el comunitarismo, o vivir como esclavos. La decisión es tuya.

(Traducción Página Transversal)
Fuente: Millenivm y Legio Victrix

domingo, 28 de junio de 2015

SOCIALISMO Y DOCTRINA DE LA ACCIÓN

Por Benito Mussolini


Cuando, en el ya lejano marzo de 1919, desde las columnas del Popolo d'Italia convoqué en Milán a los supervivientes de los intervencionistas-intervenidos que me siguieron desde la constitución de los fascios de acción revolucionaria - celebrada en enero de 1915 - no tenía en mi espíritu ningún plan doctrinal específico. Solo aportaba la doctrina de una experiencia vivida: la del socialismo desde 1903-04 hasta el invierno de 1914; alrededor de un decenio. Experiencia de soldado de filas y de jefe, pero no experiencia doctrinal. Mi doctrina, incluso en aquel período, había sido la doctrina de la acción. Doctrina única, universalmente aceptada del socialismo, no existía desde 1905, cuando empezó en Alemania el movimiento revisionista con Bernstein a la cabeza, y enfrente se formó, como equilibrio de las tendencias, un movimiento revolucionario de izquierdas que en Italia no pasó del campo de la oratoria, mientras que en el socialismo ruso fue preludio del bolcheviquismo. Reformismo, revolucionarismo, centrismo, incluso los ecos de esta terminología se han apagado, mientras que en el gran río del fascismo se encuentran los filones que nacen de Sorel, de Peguy, de Lagardelle, el del movimiento socialista y de las huestes de sindicalistas italianos que, entre 1904 y 1914, aportaron una nota de novedad en el ambiente socialista italiano, cloroformizado y perdida su virilidad por degeneración giolittiana, con Las Páginas Libres de Olivetti; La Loba, de Orano; El Devenir Social, de Enrico Leone.

En 1919, acabada la guerra, el socialismo estaba muerto como doctrina: sólo existía como rencor, y tenía aún una sola posibilidad, especialmente en Italia: las represalias contra quienes habían querido la guerra y que debían expiarla. El Popolo d'Italia lleva el subtítulo de diario de los combatientes y de los productores. La palabra productores era ya expresión de una directriz mental. El fascismo no fue fruto de una doctrina elaborada según precedentes, nació de una necesidad de acción, y fue acción; no fue partido, sino, en los primeros años, antipartido y movimiento. El nombre que di a la organización fijaba sus caracteres. Quien relea, en los periódicos de aquella época, las resoluciones de la asamblea constitutiva de los fascios italianos de combate, no encontrará una doctrina, sino una serie de bosquejos, de anticipaciones, de indicios que, liberados del peso muerto inevitable de las contingencias, deberían después, al cabo de algunos años, desarrollarse en una serie de posiciones doctrinales, que harían del fascismo una doctrina política bien determinada, opuesta a todas las otras doctrinas pasadas y presentes.

“Si la burguesía - dije entonces - cree encontrar en nosotros pararrayos, se equivoca. Nosotros debemos salir al encuentro de los trabajadores... Queremos dar a las clases obreras capacidad directiva, incluso para convencerles de que no es fácil llevar adelante una industria o un comercio... Combatiremos el retrogradismo técnico y espiritual... Cuando se abra la sucesión del régimen, nosotros no debemos quedar entre los rezagados, debemos correr; si el régimen cae, seremos nosotros quienes ocupemos su puesto. El derecho de sucesión viene a nosotros porque impulsamos el país a la guerra y le hemos conducido a la victoria. La actual representación política no puede bastar, y queremos una representación directa de los diferentes intereses. Se podrá decir contra este programa que es un retorno a las corporaciones. ¡No importa...! Queremos que la asamblea acepte las reivindicaciones del sindicalismo nacional desde el punto de vista económico...” [1]

Nota:


[1] Fragmento de discurso pronunciado por el propio Benito Mussolini en la Plaza del Santo Sepulcro (San Sepolcro) de Milán en 1919, año de fundación de los fascios.

FRONTERAS NATURALES Y SOBERANÍA

Por Juan Vázquez de Mella


Nosotros tenemos los límites naturales más definidos. Ya sé yo que ciertos geógrafos modernos han puesto hasta en litigio las fronteras naturales, exagerando la dificultad de señalar bien los dos caracteres, el de protección y el de obstáculo. Claro está que si no hay por parte de los naturales una preparación orgánica y técnica, no existe ni aun en el Himalaya obstáculo ni protección sobre el globo; pero si hay algunas bien definidas, ellos lo afirman, son las de la Península Ibérica; porque aunque tengamos parte de nuestra raza extendida al otro lado del Pirineo, es un hecho evidente que la muralla de los Pirineos y el mar nos demarcan con límites tales, que no existe ningún otro Estado en la Europa actual que pueda presentar unas fronteras como las que tenemos nosotros.

Y España, ¿ejerce la soberanía sobre todo su territorio? ¿Hay algún Estado que ejerza soberanía sobre sus dominios españoles? Al hacer la pregunta ya habéis contestado vosotros, y un nombre pasa por vuestra memoria y por todos los labios. Nosotros, como decía Floridablanca, tenemos clavada la espina de Gibraltar: pero ¿no es nada más que la de Gibraltar? Yo sé que un embajador inglés, presentando un plano de Gibraltar, exigió de España (y está concedida esta exigencia) que, trazando una circunferencia, cuyo centro sería el Castillo del Moro, de Gibraltar, abarcase unos quince kilómetros dentro de los cuales España no podría fortificar ni emplazar una batería o el más insignificante fuerte que pudiera amenazar la plaza, sin que Inglaterra lo considerase una 60 casus belli; de modo que no es la plaza y el Peñón de Gibraltar, son trece kilómetros de territorio español los que están sojuzgados por otra potencia. Nuestra soberanía está limitada y enfeudada; nosotros no podemos fortificar Sierra Carbonera, no podemos fortificar Sierra Arca, que está dentro y la domina; no podemos fortificar Punta Carnero, no podemos poner cañones en San García, ni en los Adalides, ni en San Roque, ni sobre otros muchos puntos; nosotros tenemos sometida a otra potencia parte del territorio nacional.

No se trata, no, de la Plaza de Gibraltar; y cuando se habla de ella -y han hablado recientemente oradores y periódicos-, se plantea muy mal la cuestión. Porque se dice: "¿Cómo queréis que reivindiquemos a Gibraltar? ¿Lo vamos a reivindicar diplomáticamente, lo vamos a reivindicar por la fuerza? No tenemos poder bastante para reivindicarle diplomáticamente, las negociaciones han fracasado."

Acerca de Gibraltar ha habido, si no estoy en este instante trascordado, hasta siete negociaciones distintas. Antes de la paz de Utrech, en los preliminares, ya negoció Felipe V, para que, en el tratado secreto que intentaba hacer en Versalles, Inglaterra no llevase la compensación de Gibraltar. Después, Felipe V negoció dos veces con motivo de la Cuádruple Alianza; y en la segunda, Jorge I, que le ofreció acceder, no pudo llevarlo a cabo, porque lo rechazó el Parlamento británico. La cuarta vez se puso de acuerdo con el emperador para conseguirlo, pero Inglaterra y Francia lo estorbaron. La quinta negociación se verificó en tiempo de Fernando VI, que trató de la devolución de la plaza, y Pitt se la ofreció, pero a cambio de que le ayudásemos nosotros a reconquistar para Inglaterra la isla de Menorca, que había perdido. La sexta y séptima gestión se realizaron, en tiempo de Carlos III, por Floridablanca y Aranda, y las dos fracasaron por excesivas exigencias de Inglaterra y por la oposición parlamentaria.

Después no se volvió a tratar, porque lo que intentó Godoy no pasó de preliminares; y hoy, cuando se habla de estas cosas, siempre se cita y se señala a Gibraltar, y este es un grave error. No se trata sólo de la plaza de Gibraltar; se plantea muy mal la cuestión: se trata de la soberanía sobre el Estrecho de Gibraltar.

Y ved, que el estrecho de Gibraltar es el punto central del planeta, que allí está escrito todo nuestro Derecho internacional; parece que Dios, previendo la ceguedad de nuestros estadistas y políticos parlamentarios, se lo ha querido poner delante de los ojos para que supiesen bien cual era nuestra política internacional. Es el punto central del planeta: une cuatro continentes; une y relaciona el Continente africano con el Continente europeo; es el centro por donde pasa la gran corriente asiática y donde viene a comunicarse con las naciones mediterráneas toda la gran corriente americana; es más grande y más importante que el Skagerrakh y el Cattegat, que el gran Belt y el pequeño Belt, que al fin no dan paso más que a un mar interior, helado la mitad del tiempo, es más importante que el Canal de la Mancha, que no impide la navegación por el Atlántico y el Mar del Norte; es muy superior a Suez, que no es más que una filtración del Mediterráneo, que un barco atravesado con su cargamento puede cerrar, y que los Dardanelos, que, si se abrieran a la comunicación, no llevarían más que a un mar interior; y no tiene comparación con el Canal de Panamá, que corta un Continente. Dios nos ha dado la llave del Mar latino. La Geología, la Geografía, la Topografía, las olas mismas del Estrecho chocando en el acantilado de la costa, nos están diciendo todos los días: aquí tenéis la puerta del Mediterráneo, y la llave; aquí está vuestra grandeza.

Extracto del discurso del Teatro de la Zarzuela, el 31 de mayo de 1915

jueves, 25 de junio de 2015

EL GRAN TRIUNFO DEL SISTEMA

Por Álvaro Astray


¿Por qué ni aun estando inmersos en una grave crisis del sistema capitalista somos capaces de derrotarlo? La respuesta es “sencilla”: el sistema ha conquistado las mentes incluso de las clases no privilegiadas, haciendo que defienda posiciones contrapuestas a sus intereses. Por ejemplo, vemos casos de personas de unos 50 años recién despedidas que votan al PP “porque el coletas nos va a arruinar”, jóvenes estudiantes de clase trabajadora cuyos ejemplos a seguir son empresarios conocidos por explotar en sus multinacionales, las cuales han deslocalizado sus fábricas -haciendo perder empleos aquí y esclavizando a extranjeros fuera-, personas que apenas llegan a fin de mes jaleando a multimillonarios que tributan fuera de nuestras fronteras, y así mil y un casos.

El gran triunfo del sistema no es otro que este. Han conseguido, elevando mínimamente ciertas condiciones,  que los trabajadores luchen entre ellos en lugar de juntos por derribar el sistema que les perjudica. Las principales herramientas de la que el sistema se basa para ello son dos: el miedo y la hegemonía.

¿A qué nos referimos con miedo? Pues el miedo de la población a perder los pocos derechos que conquistaron sus antepasados. Y este miedo lo fomentan desde todas las posiciones del espectro político, y sus llamadas al voto útil. A quién no le suena ese famoso grito electoral “socialista” de: ¡Qué viene la derecha! O el de los “populares” de: con el PSOE se volverá a arruinar el país. O el último que se ha puesto de moda entre peperos y socialistas: si votáis al coletas esto será Venezuela o cuidado con los populismos.

Además encontramos el tema de la hegemonía. Esto quiere decir que el sistema ha conseguido introducir ideas y valores propios de la clase dominante en las clases no privilegiadas. Esto ya lo explicó y planteó en su día el filósofo marxista italiano Antonio Gramsci. Actualmente, estas posiciones son defendidas desde posiciones tan dispares como la del académico francés Alain de Benoist –principal figura de la Nueva Derecha– o por Íñigo Errejón, politólogo español y miembro de Podemos.

Antes de poder plantar batalla en el plano político, hay que presentar batalla en el campo de las ideas y de las mentes. Todo cambio ha sido precedido por contrapoder o contrahegemonía. Por ejemplo, durante la Revolución Francesa se hicieron instituciones al margen de las oficiales; durante la soviética, ocurrió lo propio con la creación de los soviets. También tenemos ejemplos menos relevantes: para la creación y auge del partido político Podemos, años antes se cambiaron las mentes de parte de la sociedad española con el 15-M. Este ejemplo está presente en todas y cada unas de las grandes –y pequeñas– revoluciones: cambio de pensamiento y contrapoder. 

miércoles, 24 de junio de 2015

CARTA AL PUEBLO ESTADOUNIDENSE ACERCA DE UCRANIA

Por Alexander Dugin


En esta difícil hora de serios problemas en nuestras fronteras occidentales, me gustaría dirigirme al pueblo estadounidense con el fin de ayudarle a comprender mejor la posición de nuestros patriotas rusos, que es compartida por la mayoría de nuestra sociedad.

Diferencia entre los dos significados de ser estadounidense (desde el punto de vista ruso)

1. Nosotros distinguimos entre dos cosas diferentes: el pueblo Estadounidense y la élite política estadounidense. Amamos sinceramente al primero y odiamos profundamente a la segunda.

2. El pueblo estadounidense tiene sus propias tradiciones, hábitos, valores, ideales, opciones y creencias que le son propias. Éstas conceden a cada uno el derecho a ser diferente, a elegir libremente, a ser lo que uno quiera ser y pueda ser o llegue a convertirse. Es una característica maravillosa. Da fuerza y orgullo, amor propio y confianza. Nosotros los rusos admiramos eso.

3. Pero la élite política estadounidense, sobre todo a nivel internacional, es y actúa totalmente al contrario de esos valores. Ellos insisten en la conformidad y consideran el estilo de vida norteamericano como algo universal y obligatorio. Ellos niegan a otros pueblos el derecho a la diferencia, imponen a todos los estándares de la llamada “democracia”, el “liberalismo”, los “derechos humanos”, etc., que en muchos casos no tienen nada que ver con el conjunto de valores compartidos por la sociedad no-occidental o simplemente no-estadounidense. Hay una contradicción obvia entre los ideales internos y los estándares de Estados Unidos. A escala nacional el derecho a la diferencia está asegurado, pero internacionalmente es negado. Así, pensamos que algo anda mal con la élite política estadounidense y sus dobles estándares, donde los hábitos se convirtieron en las normas y las contradicciones son tomadas como lógicas. No podemos entenderlo, ni tampoco podemos aceptarlo: parece que la élite política estadounidense no es estadounidense en absoluto.

4. Entonces, aquí está la contradicción: el pueblo estadounidense es esencialmente bueno, pero la élite estadounidense es esencialmente mala. Lo que sentimos con respecto a la élite estadounidense no debería ser aplicado al pueblo estadounidense y viceversa.

5. A causa de esta paradoja no es tan fácil para un ruso expresar correctamente su actitud hacia los Estados Unidos. Podemos decir que lo amamos, y podemos decir que lo odiamos, porque ambas afirmaciones son verdaderas. Pero no es fácil expresar siempre esta distinción claramente. Esto crea muchos malentendidos. Pero si usted quiere saber lo que los rusos realmente piensan de los Estados Unidos debería tener siempre presente esta observación. Es fácil manipular esta dualidad semántica e interpretar el anti norteamericanismo de los rusos en un sentido impropio. Pero con esta aclaración en mente todo lo que usted escuche de nosotros será mucho mejor entendido.
Una breve revisión de la historia rusa

1. La nación estadounidense nació con el capitalismo. No existía en la Edad Media. Los antepasados de los estadounidenses no habían experimentado una Edad Media estadounidense, sino una europea. Ésta es una característica de los Estados Unidos. Tal vez sea la razón de por qué los estadounidenses piensan sinceramente que la nación rusa nació con el comunismo, con la Unión Soviética. Pero esta es una idea completamente errónea. Somos mucho más antiguos que eso. El período soviético fue sólo una corta época en nuestra larga historia. Existíamos antes de la Unión Soviética y existimos después de la Unión Soviética. Así, a fin de entender a los rusos (y a los ucranianos también) usted debería tener en consideración nuestro pasado.

2. Los rusos consideran a Ucrania como parte de la Gran Rusia. Esto fue históricamente así, no por la conquista sino por la génesis del Estado ruso que comenzó precisamente en Kiev. Alrededor de Kiev fueron construidos nuestro pueblo y nuestro Estado en el siglo IX. Es nuestro centro, nuestra primera amada capital. Más tarde, en los siglos XII-XIII diferentes partes de la Rusia de Kiev fueron más o menos independientes, con dos rivales principales: los principados occidentales de Galitzia y Wolyn, y el principado oriental de Vladimir (que más tarde se convirtió en Moscú). Todas estas áreas fueron pobladas por la misma nación, eslavos orientales, todos los cuales eran cristianos Ortodoxos. Pero los príncipes de Occidente estaban más involucrados en la política europea, y tuvieron un contacto más directo con el cristianismo occidental y relativamente menos con las ramas orientales. El título de Grandes Príncipes fue mantenido en el Este por la realeza, los cuales eran considerados como los señores de toda Rusia (no siempre de facto sino de jure). En el período mongol, tanto el oeste como el este de nuestros principados rusos estuvieron bajo el dominio de la Horda de Oro. Rusia Oriental era más o menos sólida, y su poder creció alrededor de la nueva capital, Moscú. Después de la caída de los tártaros el gobierno del principado de Moscú se afirmó a sí mismo como un dominio hegemónico regional que fue confirmado por la caída del Imperio bizantino. De aquí surge la doctrina de Moscú como la Tercera Roma.

El destino del área occidental fue completamente diferente. Fue incorporada primero en un Estado lituano que más tarde se convirtió en polaco. Los rusos occidentales ortodoxos fueron puestos bajo dominio católico. Los principados principales anteriores, Galitzia y Wolyn, fueron fragmentados y perdieron cualquier vestigio de independencia. Algunas partes estaban bajo Lituania, otras bajo Austria y Hungría, y una tercera pertenecía a Rumania. Pero todo lo que nos interesa ahora es sólo la parte oriental de la Ucrania moderna. El lado occidental fue poblado por cosacos, la población nómada común a todas las tierras de Novorossia, espacio que incluye el este y el sudeste de Ucrania y el sudoeste de Rusia. Crimea estaba entonces bajo dominio otomano.

3. El crecimiento del imperio moscovita integró primero todas las tierras cosacas (Novorossia) y poco a poco otros territorios poblados por rusos occidentales, liberándolos de los polacos y de los germanos. Los príncipes moscovitas creían que estaban restaurando la Antigua Rusia, la Rusia de Kiev, uniendo a todos los eslavos ortodoxos, orientales y occidentales, en este reino único.

4. Durante los siglos XVIII y XIX se llevó a cabo la unificación de las tierras rusas occidentales, y tras muchas batallas los emperadores moscovitas habían arrebatado finalmente Crimea a los turcos otomanos.

5. En la Primera Guerra Mundial los alemanes conquistaron las tierras rusas occidentales. Esto no duró mucho tiempo. Después de eso vino la Revolución de Octubre, y el Imperio fue dividido en muchas partes, con el nacimiento de nuevas naciones. Hubo un intento de construir una nación ucraniana por diferentes personas —Petlyura, Makhno y Levitsky, quienes intentaron fundar tres estados efímeros. Estos estados fueron atacados por rusos blancos y rojos y lucharon entre sí. Finalmente los bolcheviques restauraron las tierras del imperio zarista y proclamaron la Unión Soviética. La Unión Soviética creó luego artificialmente la República de Ucrania, constituida por Rusia occidental (Galitzia, Wolyn) y Rusia del Sur (Novorossia). Más tarde, en los años 60 del s. XX, se añadió la República de Crimea. Así, en esta república fueron unidos tres grupos étnicos principales: rusos occidentales, descendientes de los principados de Galitzia y Wolyn; la población de cosacos y de la Gran Rusia de Novorossia; y la Crimea poblada por rusos de la Gran Rusia y el resto de los tártaros pre-rusos. Esta República Socialista Soviética de Ucrania fue creada por los bolcheviques y fue el origen de la Ucrania moderna. Esta Ucrania declaró la independencia en 1991 después de la división de la URSS. Más que eso, la declaración de independencia provocó esta división.

6. Así que los ucranianos modernos tienen tres líneas de descendencia: la ruso occidental, los cosacos, la gran rusa y una pequeña minoría de tártaros de Crimea.

La identidad ucraniana y las dos opciones geopolíticas

1. La contradicción de Ucrania consiste en la multiplicidad de identidades. Justo después de la declaración del nuevo Estado —la Ucrania moderna, en 1991— surgió la cuestión de la identidad pan-ucraniana. Tales Estado y nación nunca existieron en la Historia, así que la nación tuvo que ser construida. Pero las tres identidades principales eran muy diferentes. La Crimea poblada por rusos de la Gran Rusia, junto con la mayor parte de Novorossia, fueron claramente atraídos hacia la Federación Rusa. Los rusos occidentales, por su parte, afirmaron ser el núcleo de una “nación ucraniana” muy específica que ellos imaginaron a fin de que sirviera a su causa. Los rusos occidentales, que en parte apoyaron a Hitler en la Segunda Guerra Mundial (Bandera, Shukhevich) poseían y todavía poseen una fuerte identidad étnica, donde el odio hacia los rusos de la Gran Rusia (así como hacia los polacos a menor escala), desempeña un papel central. Esto puede remontarse a la rivalidad pasada de los dos principados feudales rusos proyectados en tiempos imperiales, seguido por las purgas de Stalin. Estas purgas fueron dirigidas contra todos los grupos étnicos, pero los rusos occidentales las interpretan como la venganza de los rusos de la Gran Rusia contra ellos (Stalin era georgiano y los bolcheviques eran internacionalistas). Así que la identidad elegida del recién creado Estado de Ucrania fue exclusivamente la rusa occidental (puramente estilo Galitzia/Wolyn) sin lugar para una identidad de Novorossia y de la Gran Rusia.

2. Esta particularidad se expresó en dos opciones geopolíticas opuestas: occidental u oriental, Europa o Rusia. Las tierras occidentales de Ucrania estaban a favor de la integración europea, y las del Este y Crimea a favor de estrechar relaciones con Rusia. Los hombres de Galitzia eran dominantes en la élite política, presentando una Ucrania con sólo una identidad —una occidental— y negando cualquier intento del sur y del este de expresar su propia visión. En la Ucrania occidental el anti-sovietismo estaba profundamente arraigado, así como cierta complacencia con las ideas de Bandera y Shukhevich, quienes fueron considerados como héroes nacionales de una nueva Ucrania. El odio hacia los rusos de la Gran Rusia era dominante, y toda la retórica xenófoba anti-rusa era saludada con entusiasmo.

3. En el este y el sur los valores soviéticos eran aún sólidos y la identidad de la Gran Rusia era a su vez el sentimiento mayoritario. Pero el este y el sur eran pasivos y su poder político fue limitado. Aún así la población expresaba con regularidad su elección, votando a políticos pro-rusos o al menos no tan abiertamente rusófobos o pro-occidentales.

4. El desafío para los políticos ucranianos era por lo tanto cómo mantener unida esa sociedad contradictoria, siempre en equilibrio entre estas dos partes opuestas. Cada parte demandó opciones completamente irreconciliables. Los ucranianos occidentales insistieron en una dirección europea, y los orientales y los del sur en una rusa. Todos los presidentes de la nueva Ucrania eran impopulares, casi hasta el punto de ser odiados precisamente porque eran absolutamente incapaces de resolver este problema, que no tenía ninguna solución. Si usted complace a una mitad de la población, inmediatamente es odiado por la otra mitad. En esta situación, los ucranianos occidentales eran más activos y vigorosos, y en parte lograron imponer su versión de una identidad pan-ucraniana en todo el espacio político del país, con la ayuda considerable de Europa occidental, y sobre todo de los EEUU.

Los acontecimientos y su significado

1. Ahora nos aproximamos a la crisis actual. La Revolución Naranja de 2004 fue hecha por ucranianos occidentales que desafiaron la victoria legal de Victor Yanukovitch, que era considerado el candidato del Este. Una tercera ronda de elecciones (contra todas las normas democráticas) fue revolucionariamente impuesta a fin de dar el poder al candidato occidental (Yustchenko). Cuatro años más tarde, las nuevas elecciones dieron al presidente occidental sólo el 4% de los votos, y el candidato del Este, Yanukovitch, fue elegido. Esta vez su victoria fue tan obvia que nadie podía desafiarlo.

2. Yanukovitch dirigió una política de equilibrio. Él no era realmente pro-ruso, pero tampoco respondió a todas las demandas de Occidente. No fue muy afortunado ni eficaz, tratando de engañar a Putin y a Obama, decepcionando a ambos así como a los ucranianos de cualquier bando. Fue un oportunista sin una verdadera estrategia integral, que era casi imposible desarrollar en una sociedad con una doble personalidad y una identidad dividida. Él reaccionó más que actuó.

3. Después, cuando dio un paso vacilante y reticente hacia Rusia, absteniéndose de firmar el tratado de preparación para una entrada distante en la Unión Europea, la oposición (los ucranianos occidentales) se rebeló. Ésa fue la razón de que el Maidan [una plaza y luego un movimiento] fuera fundado. La rebelión fue inicialmente la del Oeste contra el Este y el Sur. Así que sus características rusófobas y nostálgicas de los nacionalsocialistas son esenciales para su existencia.

4. La oposición recibió un enorme apoyo de los países occidentales, sobre todo de los Estados Unidos. El papel de los EEUU en todos estos acontecimientos fue decisivo, y la voluntad de los representantes estadounidenses de derrocar a un presidente pro-ruso se mostró firme y fuerte. Ahora se conoce el hecho de que los francotiradores que mataron a la mayor parte de las víctimas en el amotinamiento no eran de Yanukovitch. Está claro que eran parte del plan de los EEUU para la revolución en Ucrania, y parte de un complot para intensificar el conflicto.

5. La oposición del Maidan emprendió la revolución, derrocó a Yanukovitch, quien huyó del país hacia Rusia, y de manera totalmente ilegal secuestraron el poder en Kiev. Hubo un golpe de Estado ilegal que llevó al poder a una junta completamente ilegal.

6. Los primeros pasos de los ucranianos occidentales después de la toma del poder fueron:
— Una declaración de su deseo de entrar en la OTAN.
— Ataques contra el uso de la lengua rusa.
— Una petición para ser aceptados en la Unión Europea.
— Un rechazo a que Rusia siguiera teniendo una base naval en Sebastopol (Crimea).
— La designación de magnates corruptos como gobernadores en la Ucrania del Este y del Sur.

7. En respuesta a estas cosas, Putin tomó el control de Crimea en base a los decretos del único presidente legal de Ucrania, Yanukovitch. También recibió del Parlamento ruso la potestad de desplegar en Ucrania al ejército ruso. Las autoridades de Crimea fueron reconocidas por Moscú como las representativas de sus tierras, y Putin ha rechazado claramente cualquier relación con la junta de Kiev.

8. De esa manera ahora estamos aquí.

El pronóstico a corto plazo

1. ¿A dónde conducirá esto? Lógicamente Ucrania, tal y como lo fue durante los 23 años de su historia, ha dejado de existir. Es irreversible. Rusia ha integrado a Crimea y se ha declarado garante de la libertad de elección del este y el sur de Ucrania (Novorossia).

2. Así que en un futuro próximo tendrá lugar la creación de (al menos) dos entidades políticas independientes correspondientes a las dos identidades mencionadas antes: Ucrania occidental, con su posición a favor de la OTAN y al mismo tiempo con una ideología ultranacionalista, y Novorossia, con una orientación pro-rusa -y pro euroasiática- (aparentemente sin ninguna ideología, tal y como la propia Rusia). El oeste de Ucrania protestará tratando de mantener el control sobre el este y el sur. Esto es imposible por medios democráticos, por lo que los nacionalistas tratarán de usar la violencia. Después de un cierto tiempo crecerá la resistencia del este y del sur y/o Rusia intervendrá.

3. Los Estados Unidos y los países de la OTAN apoyarán por supuesto a los ucranianos occidentales y a la junta de Kiev. Pero en realidad esta estrategia sólo empeorará la situación. La esencia del problema está aquí: si Rusia interviene en los asuntos de un Estado cuya población (la mayoría) considera dicha intervención como ilegítima, la posición de los EEUU y de los estados de la OTAN sería natural y bien fundada. Pero en esta situación la población del este y del sur de Ucrania da la bienvenida a Rusia, la espera, suplica para que Rusia intervenga. Hay una especie de guerra civil en Ucrania ahora. Rusia apoya abiertamente al este y al sur. Estados Unidos y la OTAN respaldan al oeste. Los ucranianos occidentales están tratando de conseguir toda Ucrania para afirmar que no toda la población del este y del sur es feliz con Rusia. Eso es completamente cierto. También es cierto es que no toda la población del oeste es feliz con el partido Sector Derecho, Bandera, Shukhevich y el gobierno de los magnates. Así que si Rusia invadiera las partes occidentales de Ucrania o Kiev, aquello podría ser considerado como una especie de agresión ilegítima. Pero la misma agresión es, en las actuales circunstancias, la posición de EEUU, que se esfuerza por ayudar a la junta de Kiev a tomar el control del este y del sur. Esto es percibido como un acto ilegítimo de agresión y provocará una fiera resistencia.

Conclusión

1. Ahora, lo que yo le diría al pueblo estadounidense. La élite política estadounidense ha tratado en esta situación, así como en muchas otras, de hacer que los rusos odien a los estadounidenses. Pero ha fallado. Nosotros odiamos a la élite política estadounidense que lleva la muerte, el terror, la mentira y el derramamiento de sangre a todas partes: en Serbia, en Afganistán, en Iraq, en Libia, en Siria, y ahora en Ucrania. Odiamos a la oligarquía global que se ha apoderado de los Estados Unidos y lo usa como su instrumento. Odiamos el doble rasero de su política, en la que llaman “fascistas” a ciudadanos inocentes que no tienen ninguna característica que se parezca a la ideología fascista, y simultáneamente niegan a los hitleristas declarados y a los admiradores de Bandera la calificación de “nazi” en Ucrania. Todo lo que la élite política estadounidense dice o crea (con pequeñas excepciones) es una gran mentira. Y odiamos esa mentira porque las víctimas de esta mentira no somos sólo nosotros mismos, sino también ustedes, el pueblo estadounidense. Ustedes les creen, ustedes votan por ellos. Ustedes tienen confianza en ellos. Pero ellos los engañan y traicionan.

2. No tenemos ningún pensamiento o deseo de hacer daño a los Estados Unidos. Estamos lejos de ustedes. Estados Unidos es para los estadounidenses, como el presidente Monroe solía decir. Para los intereses estadounidenses y no para otros. No para los rusos. Sí, esto es completamente razonable. Ustedes quieren ser libres. Ustedes y todos los otros lo merecen. ¿Pero qué demonios hace usted, Victoria Nuland, en la capital de la antigua Rusia?. ¿Por qué interviene usted en nuestros asuntos internos? Seguimos la ley y la lógica, las líneas de la Historia y respetamos las identidades y las diferencias. Esto no es un asunto estadounidense. ¿Lo es?.

3. Estoy seguro de que la línea de separación entre los estadounidenses y la élite política estadounidense es muy profunda. Cualquier estadounidense honesto que estudie con calma el caso llegará a la conclusión: “Dejad que decidan por sí mismos. No somos similares a estos rusos extraños y salvajes, pero dejamos que sigan su propio camino. Y nosotros vamos a seguir nuestro propio camino”. Pero la élite política estadounidense tiene otra agenda: provocar guerras, mezclarse en conflictos regionales, incitar el odio de grupos étnicos diferentes. Las élites políticas estadounidenses sacrifican al pueblo estadounidense por causas que están lejos de ustedes, vagas, inciertas y finalmente muy, muy malas.

4. El pueblo estadounidense no debería decidir estar con los ucranianos (rusos occidentales – Galitzia, Wolyn), o con los rusos (de la Gran Rusia). No es ese el caso. Esté con Estados Unidos, con los Estados Unidos reales, con sus valores y su gente. Ayúdense a ustedes mismos y déjennos ser lo que somos. Pero la élite política estadounidense toma las decisiones en vez de ustedes. Los miente, los des-informa. Muestra fotografías falsas y eventos falsamente escenificados con explicaciones completamente imaginadas y comentarios idiotas. Ellos mienten sobre nosotros. Y mienten sobre usted. Ellos le dan a usted una imagen distorsionada de usted mismo. La élite política estadounidense ha robado, ha pervertido y ha falsificado la identidad estadounidense. Y ellos hacen que nosotros los odiemos a ustedes y que usteden nos odien.

5. Ésta es mi idea y mi sugerencia: odiemos a la élite política estadounidense juntos. Combatámosla por nuestras identidades, ustedes por la estadounidense, nosotros por la rusa, pero el enemigo es en ambos casos el mismo: la oligarquía global que gobierna el mundo usándolos a ustedes y destruyéndonos. Rebelémonos. Resistamos. Juntos. Rusos y estadounidenses. Somos el pueblo. No somos sus marionetas.

(Traducción: Página Transversal)

martes, 23 de junio de 2015

BLAS DE LEZO: VIDA Y GESTAS DE UN HÉROE OLVIDADO

Por Ángel Romero


El marino vasco, de familia tradicionalmente marinera nació en Pasajes (Guipúzcoa) en febrero de 1689 y murió en Cartagena de Indias (Nueva Granada, actual Colombia) en septiembre de 1741. Tras educarse en un colegio francés y salir en 1701 se enrola en la Armada Española, por aquel entonces aliada de la francesa. De rápidos ascensos por su valentía y arrojo en la batalla, hizo sus primeras intervenciones importantes en la Guerra de Sucesión, que recordamos, se produjo entre los años 1700 y 1713. Dentro de esta contienda participó en la batalla naval que se produjo en las costas de Vélez-Málaga en 1704, donde se enfrentaron naves franco-españolas contra inglesas. En esta batalla Blas de Lezo perdió la pierna izquierda de un cañonazo teniéndole que ser amputada, a la edad de quince años, lo que junto a su valentía le valió para su ascenso a Alférez por Luis XIV.

Continuó sus servicios en diferentes buques en los años posteriores, socorriendo las plazas de Peñíscola y Palermo o atacando repetidas veces a enemigos ingleses, que se ven desbordados por un marino del ingenio de Blas de Lezo. Destacado en la fortaleza de Santa Catalina de Tolón, experimenta el combate desde tierra firme contra tropas del príncipe Eugenio de Saboya, acción en la cual perderá el ojo izquierdo, a la edad de diecisiete años. Es ascendido tiempo después a Teniente de Guardacostas en 1707 y en 1710 protagoniza una gran gesta, rindiendo diez naves enemigas armadas. También tiene lugar en esta época su combate con el navío inglés Stanhope, abordaje extraordinario y victoria española donde también fue herido, y que le valió el ascenso a Capitán de Fragata, con veintiún años.

A partir de 1712 sirve a las órdenes del almirante Andrés de Pes, que sorprendido gratamente de la valía y arrojo de nuestro marino guipuzcoano, mueve hilos para que se produjera su ascenso a Capitán de navío en 1713. En septiembre del año siguiente, 1714, participa en el asedio de Barcelona, donde es alcanzado por un mosquete en el antebrazo derecho, perdiendo su movilidad por completo. El año siguiente, en 1715, logra la rendición de Mallorca.

Se desplaza a La Habana hasta 1720, año en el cual lidera la misión de limpiar de piratas y corsarios las costas de Perú, contando con una escuadra hispano-francesa. Retorna a España en 1730, año en el cual es ascendido a Jefe de la Escuadra Naval del Mediterráneo. Debido a conflictos de España con Génova se trasladó a este Estado italiano y con seis naves a sus órdenes exigió, bajo amenaza de abrir fuego, el pago de dos millones de pesos españoles que se hallaban retenidos y el homenaje a la bandera española, lo cual consiguió. La fama cada vez mayor de Blas de Lezo y sus servicios le valieron para el reconocimiento público del rey de España Felipe V, que le concedió prestigiosas condecoraciones. Es digna de destacar la gesta de Orán en 1732, derrotando a los argelinos en unos enfrentamientos donde el marino de Pasajes volvió a mostrar un honor y valentía excepcionales.

En 1734 fue ascendido por el propio rey a Teniente General de la Armada, regresando en 1737 a América como Comandante General de Cartagena de Indias. En esta ciudad se producirá su gesta más extraordinaria, en su defensa en 1741 del sitio inglés del almirante Vernon. El precedente de este conflicto lo encontramos en el apresamiento tiempo antes de un barco corsario inglés a las órdenes de Robert Jenkins, al cual el capitán León Fandiño le cortó la oreja, advirtiendo de que al mismísimo rey de Inglaterra le haría lo mismo si se atrevía a surcar el Caribe en acciones de rapiña contra España. El corsario Jenkins denunció en el Parlamento inglés lo sucedido oreja en mano, y se desencadenó el conflicto anglo-español. El Almirante inglés Vernon, en superioridad numérica y de forma cobarde saqueó el puerto español panameño de Portobelo, que junto a Cartagena de Indias, formaban el corazón económico de la América española. Blas de Lezo respondió al desplante inglés con una frase digna de reproducir, dirigida al infame Vernon: “Si hubiera estado yo en Portobelo no hubiera su Merced insultado impunemente las plazas del Rey mi Señor, porque el ánimo que faltó a los de Portobelo me hubiera sobrado para contener su cobardía.”

El siguiente, y más importante episodio del conflicto es el de Cartagena de Indias en abril de 1741, que concluyó con la derrota estrepitosa de un contingente inglés de ciento ochenta naves de guerra (el doble de la que ellos denominaron despectivamente Armada Invencible) y casi veinticinco mil hombres, frente a una victoria heroica de los españoles, con una desproporción debido a que sólo contábamos con seis naves para defender la plaza y ciento ochenta hombres.

Tal era la arrogancia inglesa que antes de la batalla final mandaron un barco a Inglaterra con la noticia de la victoria inglesa, victoria inglesa que las agallas españolas hicieron que nunca se produjera. Se compuso el famoso “God save the Queen” en esos días de euforia y se pusieron en circulación monedas y medallas en las que se representaba a Blas de Lezo arrodillado ante el rey de Inglaterra, lo cual nunca se produjo.

La victoria española alcanzó una heroicidad tan tremenda que España se aseguró el dominio marítimo hasta la pérdida de Trafalgar, lo cual la historiografía inglesa por complejo no reconoce. A modo de curiosidad, destacar que según la tan ilustre y famosa Enciclopedia Británica, nunca existió ningún hombre llamado Blas de Lezo. La humillación de la arrogancia inglesa llegó a un punto que el rey de Inglaterra, Jorge II, prohibió bajo pena de horca mencionar este episodio en suelo inglés.

Blas de Lezo contrajo la peste generada por los cuerpos insepultos resultado de la batalla. El marino español murió en Cartagena de Indias el 7 de septiembre del mismo 1741. Sirvan estas líneas para recuperar parte de la mejor Historia de España, que más frecuentemente de lo que se pudiera imaginar, margina el actual sistema condenándola al interés de unos cuantos academicistas.

lunes, 22 de junio de 2015

UNA VIDA INCIERTA

Por Juan Manuel de Prada


En unas declaraciones recientes, el presidente del Círculo de Empresarios abogaba por «un sistema de contratación por debajo del salario mínimo» para jóvenes que, a la vez que trabajan, están recibiendo formación. Se trataría, en apariencia, de recuperar la figura del aprendiz, que en un orden social justo tiene mucho sentido; pues, a cambio de un corto período escasamente remunerado, el trabajador aprende su oficio, sabiendo además que obtendrá un trabajo estable. Pero el presidente del Círculo de Empresarios no debía de referirse al aprendizaje que fructifica en un empleo estable, porque a renglón seguido afirmó que «los puestos de trabajo y los salarios fijos ya no serán para siempre»; y también que tendremos que acostumbrarnos «a una vida más incierta, ligada a nuestra productividad». Pero un «sistema de contratación por debajo del salario mínimo» en un contexto laboral donde no hay puestos de trabajo estables ni salarios fijos, y donde debemos acostumbrarnos a «una vida más incierta», significa, en román paladino, la posibilidad de deslomar y ordeñar a un joven durante un corto período de tiempo, para después pegarle una patada en el culo y arrojarlo a la basura; y no a cambio de un salario ínfimo, como ya se hace, sino menos que ínfimo.

Sorprende que, a la vez que se postulan estas salvajadas, haya gente que se lleve las manos a la cabeza ante el ascenso de Podemos; y que haya agoreros que proclaman jeremíacos las calamidades futuras que nos traerá Podemos, después de callar (¡o aplaudir!) ante las sucesivas 'reformas laborales' que han legalizado la explotación laboral más indecorosa. Siempre que los escucho, perorando desde sus púlpitos mediáticos, recuerdo aquellas palabras escritas por el gran Leonardo Castellani poco sospechoso de comunista, cuando explicaba los orígenes de nuestra Guerra Civil: «Toda esa sangre de cristianas venas ha sido reclamada ante Dios por una gran pirámide de pecados previos contra el pobre, de pecados contra el hermano, de pecados contra el débil, de pecados contra el niño, de pecados contra Dios. De pecados de esos que dice la Escritura claman al cielo». Y es que, en efecto, defraudar el jornal al trabajador es uno de los cuatro pecados que claman al cielo. Quienes han pretendido solucionar la crisis económica deteriorando las condiciones laborales y aniquilando cualquier vestigio de justicia social ya están empezando a probar este castigo; y esto sólo es el aperitivo.

El único trabajo digno es el que está ligado al destino de la empresa; y la obligación de todo empresario es ofrecer un trabajo indefinido (puesto que todo empresario, salvo que sea un especulador, desea que su empresa dure indefinidamente). Esto, que es una obligación natural, es también lo más beneficioso para el empresario, que no necesita trabajadores de «vida incierta», sino ciertamente comprometidos con su trabajo, pues como nos enseña Saint-Exupéry en El principito uno sólo llega a amar la rosa que ha cultivado con amor, la rosa en cuyo cuidado ha empeñado sus desvelos. Rafael Gambra, glosando este hermoso pasaje de Saint-Exupéry, nos recuerda que sólo cuando hay lazos efectivos y duraderos tienen sentido el vivir, el luchar y hasta el morir; y que, cuando faltan esos lazos, no hay más que soledad espiritual y desaliento vital, angustia, desesperación y falta de sentido en la existencia. Un trabajo temporal y mal remunerado no hace sino agrandar las lacras propias de una «vida incierta». Quien tiene que trabajar en condiciones indignas no tarda en quebrarse anímicamente (si es que antes no se ha quebrado físicamente); y quien ofrece este tipo de trabajo no podrá reclamar a su trabajador compromiso alguno con la empresa, que tarde o temprano acabará pereciendo, sepultada entre los escombros de su propia iniquidad.

Una vida sin compromiso es una vida que carece de cuanto la hace humana. Y acostumbrarse a un trabajo y a un sueldo inciertos es la vida más inhumana concebible, porque el hombre necesita comprometerse y sentirse vinculado a lo que verdaderamente le importa (su familia, su patria, su trabajo); cuando no existe este vínculo o compromiso, la falta de amor no tarda en degenerar en hastío, en desapego, en aversión, en rabia, incluso en deseo de venganza. Todo eso es lo que trae «acostumbrarse a una vida incierta», que es el modo fino con el que algunos denominan a los pecados contra el pobre que claman al cielo. Y las injusticias siempre se pagan; aunque, con frecuencia, las pagan justos por pecadores, como ya se ha probado en otras fases de nuestra Historia (porque, cuando llega la hora de la venganza, los pecadores ¡esos patriotas tan tremendos! ya están fuera del país, lo mismo que su dinero).

Extraído de: XLSemanal

LA TRAICIÓN DE LA PRENSA BURGUESA

Por Onésimo Redondo


Los periodistas burgueses que hicieron la revolución van revelando cada vez con más desairada evidencia la clandestina hipocresía, el inmoral apetito de ganancia con que se dedicaron unánimemente al barato negocio de la agitación.

No hay en esa falange de publicaciones consagradas a la especulación crítica, ni un solo ejemplo de consecuencia, ni una excepción de honradez objetiva.

Enarbolando el lema de libertad y legalidad bloquearon el Poder público, y pactaban a diario con todas las rebeldías. Cada acto de los gobernantes de entonces era torpe e inicuo. Los gastos públicos, despilfarros, con exiguas excepciones; los empréstitos, punibles francachelas; los monopolios, inconfesables repartos de la soberanía y los negocios públicos; la oposición el desorden, una organización de asesinatos legales.

Hoy sigue administrándose sin ley, se contratan empréstitos con el extranjero por la sola firma la de un ministro, se usufructúan los mismos monopolios -con personal renovado en lo posible-, "se ametralla al pueblo" en la calle, como decimos en lenguaje libertario, y la burguesía, en fin, de brazo del Estado, disfruta de idéntica primacía... Ni ley, ni responsabilidades, ni acallamiento de las discordias entre el llamado pueblo y la autoridad.

Sólo ha cambiado, pues, la actitud de los antiguos magistrados de la justicia popular, que, si bien siguen -porque el instinto y el negocio les obligan a mantener la farsa-, goteando veneno sobre el cuerpo exánime del poder derribado, amparan ahora lo mismo que antes les servía de contradicción farisaica.

Si el Poder ejecutivo dispone hoy de libertades y residencias, encarcelando y desterrando a los ciudadanos que no le son simpáticos, es que "consolida la República". Una ley superior de salud, justifica a los ojos de los periodistas venales las violencias antes condenables porque les molestaban a ellos.

Hoy oímos hablar en la prensa, que fue revolucionaria, de "demasiadas huelgas". Ahora no es como antes "el pueblo", el que se echa a la calle "dejando siempre víctimas de la libertad a su paso": son exaltados irreducibles para los que bien está la metralla. No importa que sean los mismos que, en la calle, con idénticos movimientos y manteniendo las mismas causas, sirvieron para auparnos al poder. Precisamente porque ahora estamos arriba, debe terminar la etapa de huelgas y sofocarse con desconocida crueldad toda tentativa de insurrección.

El criminal impudor está patente. Cualquiera que contemple -al margen de la embriaguez política que ha sumido en el idiotismo a mucho ciudadanos de nuestra infantil "democracia"-, esa prostibularia desfachatez de los periodistas traidores, sentirá asco y rabia de ver entregada la noble España al magisterio de tan extraños bichos. Y no cabe duda que siguen ellos siendo los más altos entre los ciudadanos; los únicos árbitros de la suerte nacional, porque, disponiendo con casi unánime despotismo de la facultad de juzgar en público, son dueños de conducir caprichosamente las veleidades de la multitud, que es la que manda.


Semanario Libertad, núm. 6, 20 de julio de 1931

domingo, 21 de junio de 2015

EL LENGUAJE DEL PUEBLO

Por Fernando Roldán

Es común leer y escuchar a personas decir que nuestro mensaje no cala en la sociedad. Las gentes no nos escuchan, sus miradas se inundan de extrañeza al vernos hablar y al leer algún panfleto nuestro. Algunos creen que el problema radica en la ignorancia popular, que la plebe no sabe que es lo mejor para ella, no sabe someterse a la verdad. Esto lo dicen mientras se regodean en un aura de falsa aristocracia, mientras hinchan su pecho y desde las alturas de su torre de marfil pretenden cambiar el mundo, eso sí, sin salir de sus cómodos sillones, no vaya a ser que el populacho les contagia la enfermedad de la vulgaridad.

Esta actitud de élite autoproclamada esconde en su interior una profunda cobardía y denota (permítanme los lectores el uso del anglicismo) un frikismo que asusta y provoca la risa floja a partes iguales. Cobardía, porque autoproclamarse como élite es lo más cómodo y fácil que existe, solamente necesitas un grupo de cuatro amigos que a los que les agrade ser palmeros y aislarse del mundo exterior y de toda realidad para que a continuación puedas repetir frases usando una terminología abstracta y a su vez vacua que te haga parecer ante tu público como un verdadero intelectual, un mesías incomprendido al que debemos de alabar y aplaudir. Esta actitud evasiva denota miedo, falta de valor al preferir el aislamiento a enfrentarse con la realidad que nos rodea, nuestras circunstancias vitales que debemos cambiar mediante la acción, de cara al pueblo y no refugiándonos en una realidad paralela que sólo existe en las mentes de cuatro personajes como nosotros. Frikismo, sí, porque tal actitud sólo hace parecer pedante y estúpido a aquel que la enarbola, una auténtica caricatura esperpéntica que sumida en su sectarismo cerril pretende presentarse como un líder de masas cuando es un pobre diablo que juega a hacer política desde el salón de su casa.

El problema no lo tiene el pueblo, el problema está en nosotros al adoptar estas dos actitudes estériles y terriblemente ingenuas que nos condenan al fracaso y a la más absoluta marginalidad política. Cuando la gente nos mira extrañados al hablar, el por qué del ridículo porcentaje de votos obtenidos en las sucesivas elecciones no es porque sean una masa ignorante y necia, es porque nos hemos aferrado a una retórica vacía de significado que a la gente no engancha. Repetimos hasta la saciedad consignas ideológicas que al pueblo no le dicen absolutamente nada y que sólo tienen significado para nosotros.

“España es una unidad de destino en lo universal”, frase manida y repetida por todos pero que nadie, incluido muchos militantes nacionalsindicalistas, conoce su verdadero significado. Retórica bella que en nuestros días se ha convertido en un dogma ideológico que no atrae a las gentes porque no somos capaces de adaptar nuestro diagnóstico político al lenguaje popular, a un lenguaje sencillo que todos entiendan sin problemas y que permita a la gente adherirse a nuestra causa. Nadie entenderá dicha frase pero si nos comprenderán si hablamos de una España unida y solidaria frente a unos separatismos que ondean la falacia y el egoísmo por bandera.

También hay que evitar caer en las posturas ultrarrevolucionarias, ese lenguaje técnico que sólo tiene cabida en los libros de teoría política y económica. Hablar del capitalismo y de la plusvalía como entes abstractos, del sindicalismo autogestionario y de la modificación de los medios de producción a gente que no tiene un profundo conocimiento es caer de nuevo en el sectarismo y en esa postura pseudointelectual que nos perjudica. Esta grandilocuencia no va a modificar la opinión pública y sí nos va a convertir en un grupo marginal anclado en unos márgenes ideológicos estrechísimos de los cuales no salimos por ignorancia y autocomplacencia con nuestro propio fracaso. El pueblo no nos va a escuchar porque le hablamos de conceptos abstractos ajenos a ellos, pero sí nos entenderán si les hablamos de como se está gobernando para los bancos y no para el pueblo, que no se reduce el paro porque prefieren ahogar y explotar a la juventud mediante contratos temporales y que se recorta en servicios públicos para salvar a esos bancos que nos han hundido en la miseria. Es señalar de forma directa al capitalismo como mal y a su vez las gentes lo entenderán, pues es algo palpable en el día a día de los españoles.

Algunos achacarán que asumir esto supone perder el estilo, o incluso es traicionar nuestra ideología, pero la realidad política de nuestro país nos muestra que no es así. Ahí está el ejemplo de Podemos, partido de izquierdas que ha triunfado no sólo por el carisma de Pablo Iglesias sino porque ha sabido romper con la parafernalia y el discurso manido y sectario tradicional de la izquierda española y ha hablado al pueblo de manera sencilla sobre sus problemas. Pablo Iglesias sabe que no triunfaría si diera grandiosos mítines hablando sobre el materialismo dialéctico, que es necesario adaptar el lenguaje político para poder ganarse el apoyo popular.  Es nuestro deber aprender esta lección y abandonar tanto el barroquismo retórico como la fraseología superrevolucionaria y utilizar de una vez por todas un mensaje que todos entiendan y que nos permita el éxito político, utilizar el lenguaje del pueblo.