domingo, 31 de mayo de 2015

EL DESCUBRIMIENTO DEL NACIONAL-COMUNISMO

Por Jorge Verstrynge


Mis contradicciones personales aumentaron: defender el Imperio portugués mientras canturreaba a Brassens; ayudar en la campaña de Tixier Vignancour —extrema derecha— mientras mis compañeros de clase me asignaban cariñosamente el mote Le bolcho (el bolchevique) por mi aspecto y mi preocupación por lo social.

Caminos nuevos: mientras se iba gestando Mayo de 1968 —al lado de una novia franco-alemana, judía de religión, de maravillosos ojos verdes y rosadísima piel, llamada Vera, cuyos padres habían emigrado en 1939 de Checoslovaquia— yo me apasionaba, con la ayuda de los diccionarios, de mis pocas clases de alemán y de la propia Vera, por escritores alemanes como Schlageter, Lenz, Paetel y Niekisch: los fundadores del nacional-comunismo, para entendernos. Un camino bastante lógico, pues me permitía unir planteamientos sociales claramente de izquierdas y revolucionarios con la defensa de la identidad europea y cierto nacionalismo. De democracia, al menos como la entendemos ahora, poco aún: era el precio que debía pagarse por oscilar entre la revista Europe Action, claramente neofascista e intelectualizante, y L’Huma, el diario del PCF; entre Aragon y Drieu la Rochelle; entre Brasillach y Sartre; entre Marx y Pareto; entre Nietzsche y Lenin; entre Georges Politzer y Joseph Roth.

Lo del nacional-comunismo o lo del nacional-bolchevismo o euro-bolchevismo, basado en la ecuación liberación nacional (befreiungsnationalismus) + revolución socialista, con el pueblo —y no una sola clase— como actor, me marcó mucho, y todavía hoy me gusta releer aquellos textos, con sus deseables utopías y su premonición de que casi todo lo que la izquierda no gobernó (o gobernó mal) en el siglo XX se debió a su olvido de la cuestión nacional. Aún conservo amigos de las Juventudes Comunistas francesas de la época, y muchos otros que, procedentes del neo fascismo, terminaron reivindicando —como en su día lo hicieran Beppo, Römer, Bodo Uhse y otros fascistas enfrentados a Hitler que terminaron en el clandestino KPD —planteamientos nacional-bolcheviques que fueron parte minoritaria aunque esencial de la posterior Nouvelle Droite francesa. Por lo demás, mi conversión a la democracia tendría que esperar a acontecimientos posteriores.

Extraído de su libro Memorias de un maldito 


sábado, 30 de mayo de 2015

LA COBARDÍA BURGUESA

Por Georges Sorel


Una política social basada en la cobardía burguesa, que consiste siempre en ceder ante la amenaza de violencias, no puede menos que engendrar la idea de que la burguesía está condenada a muerte, y de que su desaparición sólo es cuestión de tiempo. Cada conflicto que da lugar a violencias resulta, pues, un choque de vanguardia, y nadie podría prever que saldría de tales enfrentamientos; aunque se aplace el gran combate, en realidad, cada vez que se llega a las manos, los huelguistas tienen la esperanza de que comience la gran batalla napoleónica (en la cual los vencidos quedan finalmente aplastados); y de ese modo se engendra, mediante la práctica de las huelgas, la noción de una revolución catastrófica.

Un buen observador del movimiento obrero contemporáneo ha expresado las mismas ideas: a los revolucionarios franceses “igual que a sus antepasados, les gusta la lucha, la conquista; quieren llevar a cabo grandes obras por la fuerza. Pero las guerras de conquista ya no les interesan. En lugar de soñar con el combate, ahora sueñan con la huelga; en lugar de volcar su ideal en la batalla contra los ejércitos de Europa, la vuelcan en la huelga general en la cual quedará aniquilado el sistema capitalista.” [1]

La cobardía burguesa se asemeja mucho a la del partido liberal inglés, que no cesa de proclamar su absoluta confianza en el arbitraje entre las naciones: y este arbitraje casi siempre acarrea unos desastrosos resultados para Inglaterra [2], pero esa buena gente prefiere pagar o incluso comprometer el porvenir de su país, antes que afrontar los horrores de la guerra. El partido liberal inglés, exactamente igual que nuestra burguesía, siempre tiene en los labios la palabra justicia; me parece que cabría preguntarse si la elevada moral de los grandes pensadores contemporáneos no está basada por entero en una degradación del sentimiento del honor.

Notas:

[1] Ch. Guieysse, La France et la paix armée, p. 125

[2] Summer Maine hacía observar, hace ya tiempo, que a Inglaterra le cabe la suerte de los pleiteantes antipáticos. (Le droit international, trad. francesa, p. 279). Muchos ingleses creen que humillando a su país se volverán más simpáticos; lo cual dista de estar demostrado.


Extraído por Pueblo Indómito de Reflexiones sobre la violencia, Alianza Editorial, pp. 124-125 (Capítulo I: Lucha de clases y violencia)

RAMIRO LEDESMA RAMOS, UN INCONFORMISTA REVOLUCIONARIO



Ramiro nació en Alfaraz (Zamora), el 23 de mayo de 1905, donde su padre era maestro nacional; trasladándose cinco años después a Torrefrades, pueblo al que fue destinado su padre; a los catorce años de edad se fue a Madrid para opositar y obtener una plaza en Correos y Comunicaciones.

Desde los primeros momentos siente una gran inquietud por los problemas sociales y se preocupa vivamente por la situación política española, acompaña estas inquietudes políticas con el desempeño de su cargo de funcionario y con los estudios, Iicenciándose en Ciencias, Filosofía y Letras, así como cultivando sus aficiones literarias; colabora en varias revistas: «Revista de Occidente», «Gaceta Literaria», «La Esfera», etc., y en la Prensa diaria. En el año 1923 escribe su primera novela, «EL SELLO DE LA MUERTE».

Sus conocimientos políticos le hacen ser admirador del «DUCE» y le lleva también a realizar un viaje por Alemania, donde estudia los dos movimientos revolucionarios germanos, el nacionalsocialismo de Hitler y el social comunista de Thaelman.

Su sólida formación política e intelectual le conducen a la conclusión de que sólo un régimen nuevo puede solucionar los incontables problemas que presenta nuestra Patria, y con esta firme convicción se decide a tomar parte activa en la política española, publica un libro que como su título indica, se ocupa de estas nuevas ideas: «FASCISMO EN ESPAÑA» (1).

Puede considerarse como su primera manifestación política pública la que tuvo lugar en el mes de febrero de 1931, en el célebre café madrileño «POMBO», de gran abolengo literario (el ya desaparecido café estaba situado en la calle de Carretas, esquina al callejón de San Ricardo, y en él tenían lugar las conocidísimas tertulias literarias de Víctor de la Serna); en él se celebraba un banquete-homenaje a Ernesto Giménez Caballero. En los brindis, Antonio Espina, pintor surrealista, poniendo une pistola de madera sobre la mesa, hizo un esforzado, aunque cómico, comentario al suicidio de Larra, para lamentarse a continuación de que un representante del fascismo italiano estuviese en una reunión de jóvenes españoles, y se refería a que en la presidencia con el homenajeado se encontraba el renovador del teatro italiano Bagaglia. Entre los que protestaron la intervención de Espina se encontraba un joven de aspecto rudo que daba grandes vivas a Italia y España, y esgrimiendo una auténtica pistola anunció la recuperación de la Patria, con razones y armas auténticas, la preparada intervención del pintor quedó borrada con la de aquel joven que se llamaba Ramiro Ledesma Ramos y que terminó su intervención brazo en alto y con el grito de iArriba los Valores Hispanos! Esta actuación de Ramiro nos demuestra el concepto radical y revolucionario de su política.

Como consecuencia de esta manifestación pública se reúnen alrededor de Ramiro una serie de jóvenes partidarios de las nuevas corrientes políticas de Europa, principalmente de Italia y Alemania, que le animan a formar una organización política que defienda en España las mencionadas ideas.

Esto le conduce a fundar «La Conquista del Estado»; para ello celebra, primero una reunión de miembros fundadores, a la que asisten nueve miembros y el representante de la Autoridad.

En la misma se bosqueja lo que ha de ser la nueva Organización y los procedimientos que se emplearán para la conquista del Estado (lo que deja verdaderamente maravillado al representante de la autoridad al oír a aquellos nueve jóvenes hablar de marcha sobre Madrid, grupos de propaganda, acción, etc.).

Después de celebrada la citada reunión pública, un manifiesto que lo firma Ramiro como Presidente; Juan Aparicio López como Secretario, y como Vocales, Ernesto Giménez Caballero, Ricardo de Jaspe Santoma, Manuel Souto Villas, Antonio Bermúdez Cañete, Francisco Mateos González, Alejandro Raimúndez, Ramón Iglesias Parga, Antonio Riaño Lanzarote y Roberto Escribano Ortega, que titula asimismo «La Conquista del Estado»; en el se habla de «supremacía del Estado», «Afirmación Nacional», «Exaltación Universitaria», «Articulación Comarcal de España», «Estructura Sindical de la Economía», etc., que lo resumen en 17 puntos dogmáticos.

Una vez celebrada la reunión fundacional, cubiertos los trámites legales y la publicación del ya citado manifiesto, queda la organización constituida de hecho y de derecho. Recibe numerosas adhesiones, tanto personales como por escrito, entre ellas la de Matías Montero y Rodríguez de Trujillo, quien por carta solicita folletos aclaratorios de la organización (una triste coincidencia histórica; la carta de Matías Montero está fechada en 9 de febrero de 1931, en la misma fecha exactamente que tres años más tarde sería inmolado por el marxismo internacional).

Ya en marcha la organización, Ramiro trabajó intensamente sobre ella, acudiendo a tertulias literarias, editando pasquines, que son principalmente repartidos en los centros docentes y atendiendo a la correspondencia que le llega de provincias, tanto para aclarar las consultas de que es objeto como por el valor que le da a la prensa en sí, funda un periódico que titula al igual que la organización. La redacción y administración la domicilia en la Avenida de Eduardo Dato, 7, y el primer número, que está escrito en su totalidad por él y que publica el manifiesto fundacional, está fechado el 14 de marzo de 1931.

Así continúan durante el año 31, en el cual tiene varias entrevistas con Onésimo Redondo fundador, como se sabe, de «Juntas Castellanas de Actuación Hispánica», muy similar o, mejor dicho, coincidente en todo con su organización, por lo que en noviembre del referido año llegan al acuerdo de FUSIONAR ambas organizaciones creando «LAS JUNTAS OFENSIVAS NACIONAL-SINDICALISTAS (J. O. N. S.) ».

Ramiro, es para nosotros un ejemplo permanente de entrega exigente y de inconformismo —virtudes necesarias inexorablemente para aquel que tiene una pasión política— es también ejemplo de superación por alcanzar una formación sólida como hombre que se siente llamado a servir a la sociedad, para cambiar el orden vigente en España y, sobre todo, para darle una nueva mística. Fruto de esta circunstancia de su vida es su Concepción Sindicalista de cambiar de la sociedad y su postura exi­gente ante los intelectuales y la Universidad.

Notas:

(1) El título correcto del libro es: “¿Fascismo en España?” (nota de «El Archivo Ramiro Ledesma Ramos»)

Anónimo. Texto extraído de En Pie, Revista de Información General, año XXVII, núm. 285, Septiembre de 1969, p. 11 – 12



viernes, 29 de mayo de 2015

UN NUEVO PASÓ ATRÁS FRENTE AL ATLANTISMO

Por Álvaro Astray


Hoy, 29 de mayo de 2015, se firma otro día negro en la Historia de nuestro país. Continuando con el atlantismo iniciado por la dictadura del General Franco –cediendo territorio nacional a potencias extranjeras-, que fue seguido por el PSOE con la entrada en la OTAN, la Vicepresidenta del Gobierno del Partido ¿Popular? ha anunciado que la base de Morón se transforma permanente en una base militar hispano-estadounidense. Hasta este momento solo era temporal.

Con este nuevo acuerdo, que se firmará a principios de la próxima semana durante la visita de John Kerry a España, 2.200 marines estadounidenses y 500 civiles tomarán posesión de la base militar. Esta base quiere servir de centro de operaciones para misiones militares en África.

Cada conservamos menos de Soberanía Nacional. Cedemos territorio hispano para los mismos que ejercen el neocolonialismo tanto en Europa como el resto del mundo. Esos mismos por los que nuestros soldados dejan su sangre y su vida en tarea ajena a la Defensa de la Patria. No podemos olvidar el caso reciente en El Líbano, donde nuestros supuestos aliados israelíes asesinaron a un soldado español.

Es necesario recuperar palmo a palmo la soberanía nacional. Ello pasa por abandonar la OTAN y expulsar a todo soldado extranjero de nuestro suelo. Nuestro ejército solo debe servir para defender nuestro país en caso de una posible agresión exterior, y no debe abandonar el solar hispano.  Como dijo en su día Enver Hoxha, «preferimos comer raíces antes que vender nuestra independencia y nuestros principios.» Sin embargo, los sucesivos gobiernos del país no hacen más que vender nuestra tierra y nuestra soberanía.

Hoy más que nunca, con la amenaza del TTIP sobrevolando nuestras cabezas, debemos alzarnos y luchar. Siguiendo al libertador mejicano Emiliano Zapata «Mejor morir de pie que vivir toda una vida arrodillado.»

PROPIEDAD SOCIAL Y AUTOGESTIÓN

Por Alexander Kodric


Las consecuencias de la adopción de un sistema de propiedad privada o de uno de propiedad estatal se expresan en resultados relativos a las políticas implementadas y a la práctica cotidiana. En gran medida los mismos resultan acotados por dichos sistemas y la razón de su previsibilidad reside en el carácter unilateral de aquellas categorías.

Por el contrario, el concepto de propiedad social es en sí mismo mucho más complejo dado que suscita un entramado de relaciones y constantes cambios que ante la diferencia lo muestran sumamente contradictorio y alejado de su realidad. Sin ignorar estas contradicciones, nos interesa retener dicha diferencia en una unidad que se encuentra mediada por un entramado económico-social que es necesario considerar.

¿Por qué la propiedad social se muestra de una forma tan confusa? Creemos que la respuesta se debe buscar en su carácter de figura transicional del derecho. “La sociedad” como tal es una abstracción: se realiza sobre un conjunto de individuos determinados, abarcándolos a todos y cada uno de ellos. Pero esta condición -en tanto concepto “totalizador”- representa al mismo tiempo su mayor defecto. En la medida que permanece como categoría general no se refiere, ni pretende referirse, a un individuo en particular. De esta manera, el carácter transicional de la propiedad social como sistema, se manifiesta en que, desde el punto de vista jurídico, resulta imposible atribuir la propiedad de algo (cosa) a un ente abstracto. En tanto ese algo (cosa) pertenezca a todos, ningún órgano social en particular puede reclamar la potestad para sí. En ese sentido la propiedad de los medios de producción no se le atribuye al Estado, a la comuna o a los productores individuales que ocasionalmente usufructúan dichos medios de producción. La propiedad social es un régimen social que se ubica entre la propiedad privada y la desaparición de la propiedad (1).

Bajo este marco jurídico, la autogestión representa una forma de organización económico-social bajo la que se expresa aquél sistema de derecho. En el juego de su mutua relación dialéctica resulta casi imposible pensar en un sistema de verdadera autogestión si aquél derecho no se encuentra plenamente desarrollado y viceversa. Sin embargo, la autogestión (como sistema de organización, producción y distribución de los productos del trabajo) posee en sí misma determinadas características propias y específicas que hacen de ella un polo diferenciado dentro de la relación total y no una simple derivación del sistema jurídico.

En un sistema de autogestión las empresas son controladas y dirigidas por sus integrantes, quienes acceden a este derecho únicamente a condición de ser miembros y realizar algún trabajo en la empresa. La dirección es compartida por todos y concebida en la práctica bajo organismos representativos elegidos directamente por los miembros. Sin embargo, esta facultad de controlar y dirigir la producción que poseen los miembros no los hace acreedores o propietarios del capital que la empresa emplea o posee en stock o adquiere en el futuro mediante una inversión planeada. En el marco del derecho, tal relación podría entenderse como un simple usufructo de los medios de producción. Por el mismo, una vez finalizado el proceso productivo, la empresa debe pagar un arancel o impuesto para evitar la destrucción neta de riqueza social. Tampoco es posible vender aquellos medios de producción sin previo consenso con la comuna o adquirir derechos sobre la dirección del proceso productivo de la empresa, por el hecho de haberla financiado o de representar una figura de prestamista.

Otra característica general del sistema de autogestión, íntimamente ligada a la anterior, es la concerniente a la distribución del ingreso generado. Los ingresos, según una determinada escala estipulada, deben ser repartidos equitativamente para trabajos de igual intensidad y dificultad. De esta manera se asegura la principal premisa del socialismo que es la distribución del ingreso según el trabajo realizado, o en otros términos, sólo reciben ingresos aquellos individuos que hayan efectivamente aportado valor en la cadena productiva. Conforme a esta norma general, la particularidad del sistema de autogestión reside en la forma de repartición del excedente. Aquí, la confrontación de intereses contrapuestos, inherente a toda sociedad humana, adquiere un matiz sumamente novedoso. Por una parte, la comuna ostenta el derecho de apropiarse de parte del excedente del producto social generado en la unidad económica, para de esa manera elevar el nivel y calidad de vida de toda la comunidad. A su vez, los productores individuales -como principio básico de la autogestión- también poseen el derecho de administrar y decidir sobre la producción que ellos mismos realizan. De aquí derivamos que la correcta articulación y mediación entre el primer derecho –colectivo en cuanto se refiere a la comuna-, y el segundo –individual, relativo a la empresa y al productor individual- es necesaria para la instrumentación y armonización de la sociedad como un todo. Ésta busca no sólo reproducirse a sí misma -como sujeto-, sino también establecer una relación necesaria con su polo opuesto ya que como hemos indicado, “la sociedad” -en tanto ente abstracto- sólo se realiza en su contrario, es decir, la existencia misma de individuos particulares. Pero una vez realizado este movimiento, los individuos nuevamente vuelven a fundirse en una totalidad más determinada: las relaciones y vínculos de producción que poseen entre sí. En ellos los individuos no sólo reproducen su propia materialidad y conciencia, sino también -al mismo tiempo-, reproducen la materialidad y conciencia de “la sociedad” en la que se encuentran inmersos.

Una tercera característica, referente a las “potencias” del trabajo, radica en que en el sistema de autogestión el individuo no representa un factor más en el proceso de producción total como intenta figurarse en el sistema capitalista. Aquí el hombre es libre de tomar sus propias decisiones y determinar por sí mismo en qué actividad desarrollará sus capacidades. El corolario de estas afirmaciones se sintetiza en la libertad de todo individuo de desplegar sus facultades en un empleo acorde a sus preferencias (2). De igual manera, las empresas (como personas jurídicas) poseen total libertad de contratar o no a un determinado individuo; pero lo contrario no es válido: existen condicionantes tanto administrativos como morales para establecer el despido de un miembro de la empresa.

Específicamente, los principios de la autogestión como sistema totalizador, dentro de la experiencia socialista yugoslava, se han objetivado de una determinada forma. La figura concreta de producción y distribución de los productos del trabajo es la descentralización; concretamente esta forma particular podría asociarse con algunos rasgos de lo que conocemos como una economía simple de mercado donde las decisiones de qué, cómo y cuánto producir quedan libradas a la estructura interna de cada empresa (aunque, a diferencia de su par capitalista, son los propios productores los que llevan adelante dicha estrategia). Aunque existe un plan por parte del Estado que estimula determinadas políticas de desarrollo o plantea objetivos y reglamentaciones generales sobre el largo plazo (3), las decisiones “microeconómicas” -al igual que en la firma capitalista- quedan a cargo de cada unidad económica.

Sin embargo, existe una característica fundamental que diferencia estos dos tipos de empresas -además de la relación con respecto a la propiedad de los medios de producción-. Mientras que en la firma capitalista el objetivo principal pasa estrictamente por la maximización del beneficio, en la empresa autogestionada, dada su estructura de remuneración diversa, las posibilidades se amplían. Puede optarse por una maximización simple en la cual se optimiza el ingreso en concepto de remuneración al trabajo, en una optimización de la remuneración adicional resultante del valor excedente o incluso en la maximización de la tasa de crecimiento de la producción.

Notas:

(1)  Este desarrollo que sintéticamente presenta el despliegue y contradicción fundamental de la propiedad social como manifestación que pretende describir lo ocurrido en Yugoslavia resulta de suma importancia para entender la experiencia total. Precisamente porque de diversas formas y bajos distintos ámbitos, dicha propiedad aparece reiteradamente en el seno de los conflictos sociales y su no superación representa en gran parte uno de los factores que influyeron en el agotamiento del proceso socialista yugoslavo.

(2) En este sentido son extensos los desarrollos y argumentos acerca de las características y particularidades que posee el trabajo como categoría económica, de manera que quitar su especificidad y negar su capacidad de crear valor representa un error en el que incurrieron e incurren varios economistas de la escuela clásica y neoclásica.


(3) “La función primordial del Estado se refiere a la armonización de la actividad económica, evitando la producción anárquica y la sobreproducción” (Kardelj, 1953, p. 24).

RAMIRO LEDESMA, ¿NAZI?

Por A.A


Las insinuaciones —nada de análisis rigurosos, ¿para qué?— sobre que Ledesma habría sido un nazi son, en absoluto, gratuitas e incompatibles con la verdad histórica.

En el discurso ramirista no existen, ni de lejos, conceptos tales como el de Reinblut (pureza de sangre), propios del racismo nacionalsocialista. En los sucesivos programas redactados por Ledesma desde 1931 no aparece un solo epígrafe sobre eugenesia —tema, por cierto, muy extendido en la literatura anarquista de aquellos años—, prohibiendo la inmigración, o que insinuase una futura legislación sobre extranjeros, menos aún de su expulsión o de que sólo puedan ser considerados como ciudadanos los de sangre española.

Ni en el manifiesto político de marzo de 1931 llamado de La conquista del Estado, ni en el de fundación de las JONS, de octubre de ese mismo año, hay una sola línea que recuerde, ni siquiera vagamente, las proclamas y programas nacionalsocialistas anteriores a 1933, y la posterior legislación racial del III Reich.

Su admiración por las revoluciones bolchevique rusa, nacionalsocialista alemana y fascista italiana —así como por los planistas franceses (antinazis y anticomunistas) o por la Turquía de Ataturk—, lo fueron en tanto que revoluciones nacionales y antiliberales. Nunca —repetimos, nunca— como modelos a importar.

No deja de ser una ironía de la historia que quienes, hasta 1953 —e incluso con posterioridad— habían sacralizado hasta el paroxismo más nauseabundo el nombre de Stalin [1] (Dolores Ibárruri, Rafael Alberti, Pablo Picasso, Santiago Carrillo y un larguísimo etcétera) pasen ahora a engrosar la nómina de starlettes de la democracia española, y Ledesma Ramos se convierta en un inquilino del desván de los monstruos.

¿Por qué? Misterios de la propaganda política...

Ledesma tampoco fue, en absoluto, un antisemita como, por ejemplo, malintencionadamente afirma Julio Rodríguez-Puértolas (Literatura fascista española, v. 1 “Historia”, AkaI, Madrid, 1986, p. 42). Constatar, como hizo Ledesma Ramos, y como han hecho a lo largo de la historia del siglo XX cientos de autores, que Carlos Marx era judío no es propalar una falsedad: lo era y de una rancia estirpe de rabinos de Tréveris (Alemania).

Resulta muy curioso —y hasta aleccionador— que Marx llamara — ¡esta vez sí!— con odio y desprecio “pequeño judío”, “judío ridículo” y “judío negro” (v Julien d’Arleville, Marx, ese desconocido, Acervo, Barcelona, 1972, pp. 158 y ss.), entre otras lindezas, a Ferdinad Lassalle y el fundador del socialismo científico no haya pasado a la historia como racista, xenófobo o nazi.

Algunos autores han insinuado, por último, que el flequillo de Ledesma vendría a ser una emulación capilar del, por otra parte, muy común por aquella época peinado del Führer. Si tanto le gustaba el look Hitler a Ledesma, ¿por qué narices no se dejó éste crecer el bigote? El hecho de que historiadores —entre ellos alguno en principio serio, como el norteamericano Stanley G. Payne— se dejen seducir con pruebas tan evidentes —lo que podríamos llamar la teoría capilar del nazismo o algo por el estilo—, demuestra hasta qué punto no estamos ante pinceladas propias de historiadores quisquillosos, sino ante auténticos desarreglos de cerebros inquisitoriales.
Porque de eso se trata, ¿no?

NOTAS:

[1] A propósito dc Stalin: según cl historiador Eric J. Hobsbawm, el padrecito envió a la muerte entre 1929 y 1936 a unos 20 millones de rusos. Para Dimitri Vololkogonov, sólo entre 1937 y 1938, ordenó la ejecución de 14 millones de personas. Según Valeri Trotski la cifra definitiva rondaría los 15 millones. Por último, para el historiador Paul Johnson, sólo en el año 1942, Stalin habría eliminado a 10 millones de campesinos, entre ellos varias minorías étnicas (El Mundo, 13-VII-1997, p. 21). Y, sin embargo, Stalin no ha pasado a la historia como... nazi.


Texto publicado en "Tribuna de Europa", núm. 12 – 2ª época, octubre-noviembre de 1997, página 42.

miércoles, 27 de mayo de 2015

REVOLUCIÓN, PUEBLO Y EJÉRCITO

Por Camilo Cienfuegos


Fui a la Revolución porque sabía, estaba muy consciente de que Cuba necesitaba de esa Revolución, que Cuba necesitaba no solamente de la caída del dictador, sino que Cuba necesitaba de esta Revolución que hoy tenemos, para que en Cuba algún día hubiera justicia social y para que algún día, que es este que hoy estamos viviendo, el pueblo de Cuba viviera con plenos derechos y los ciudadanos de esta tierra nuestra no fueran los hombres esquilmados y los hombres siempre explotados.

Todos los obreros, todos los trabajadores, todas las distintas partes del pueblo, deben unirse cada día más. Es la unidad, el triunfo. En la unidad está la verdadera consolidación de la Revolución y de la libertad que hoy disfrutamos.

Este es un ejército político, y que se entienda bien la palabra política, no de la política miserable, la política sucia, la política mezquina que se ha hecho en Cuba por más de 50 años. Este es un ejército idealista, que velará por los intereses del pueblo, que se meterá donde tenga que hacerlo para evitar que la inmoralidad, la desvergüenza, el desprestigio y el deshonor caigan sobre todos.

Estamos dispuestos a, con el mismo uniforme, arar si fuera preciso, para que Cuba crezca, para que Cuba florezca, para que la Reforma Agraria sea un hecho positivo, ejemplo de los demás países hermanos para salir de la miseria esta que hemos vivido por más de cincuenta años.

Fragmentos de sus discursos

martes, 26 de mayo de 2015

SOBRE EL INTERNACIONALISMO

Por Álvaro Astray


Dos fotografías de una misma marcha anti-imperialista organizada por nacionalistas franceses.

Una de las primeras preguntas que un extraño suele preguntar a un militante de algún grupo de “Tercera Posición” (usaremos este término pese a no gustarme en demasía, por su inconcreción teórica) es “¿en qué se diferencia vuestro socialismo del socialismo marxista?”. A pesar de las enormes diferencias, la respuesta del “tercerposicionista”, sobre todo el que no está muy formado suele dar es: “en que nosotros somos patriotas y ellos no, ellos son internacionalistas”. Nos debemos preguntar ¿es esta respuesta correcta? La respuesta es “no”. O al menos no del todo. Pasemos a explicarlo más profundamente.

Empecemos con la teoría, y después pasemos a los casos prácticos. ¿Qué es para el marxismo-leninismo el internacionalismo?: “Ideología de la solidaridad entre proletarios y trabajadores de todos los países […] En el internacionalismo proletario se combinan orgánicamente el amor del proletariado hacia su propia Patria, el anhelo de verla libre del yugo de clase y de toda opresión, con el apoyo de la lucha de los trabajadores de los otros países […]” (1) Como podemos comprobar, el internacionalismo considera como fundamental el patriotismo. Lo que no es el marxismo-leninismo es nacionalista, ideología que considera burguesa y nacida del triunfo de esta clase tras la Revolución Francesa, pero es patriota. Esta misma diferenciación, es decir, considerarse patriota y no nacionalista es la que tenía el nacional-sindicalismo español: “[…] nosotros no somos nacionalistas, porque el nacionalismo es el individualismo de los pueblos […]” (2)

Es sobre todo a partir de la conquista del poder de los primeros Estados por los partidos comunistas cuando el marxismo-leninismo toma la realidad del patriotismo. No olvidemos que para ganar la Segunda Guerra Mundial, Stalin inflamó los ánimos patriotas, recibiendo el nombre de Gran Guerra Patria aquel conflicto bélico, que además de ideológico se presentó como una invasión de una potencia extranjera.

Además de en la práctica, en más teoría marxista-leninista encontramos defensa de la Patria y en contra del mundialismo, como por ejemplo en la definición de cosmopolitismo, del que se dice: “Teoría burguesa que exhorta a renunciar a los sentimientos patrióticos, a la cultura y a las tradiciones nacionales en nombre de la «unidad del género humano». El cosmopolitismo, tal como lo propugnan ideólogos burgueses contemporáneos, expresa la tendencia del imperialismo al dominio mundial. La propaganda del cosmopolitismo (de la idea de crear un gobierno para todo el mundo) debilita la lucha de los pueblos por su independencia nacional, por su soberanía como Estado. El cosmopolitismo es incompatible con el internacionalismo proletario que armoniza orgánicamente la comunidad de intereses fundamentales de los trabajadores de todo el mundo con su amor por la patria, con el espíritu del patriotismo popular.” (3)

Además del ya mencionado caso soviético, vemos que en todos los países donde se ha implantado un sistema socialista, marxista-leninista o próximo a él, se ha fomentado el patriotismo. Véase Cuba, China, Vietnam, Corea del Norte o incluso en los países donde actualmente están implantados gobiernos socialistas como en Venezuela. Esto no ha hecho que dejen de lado el internacionalismo, como el que realiza Cuba al enviar médicos a naciones más desfavorecidas. Tampoco olvidar el ejemplo del Che Guevara, que a pesar de combatir por medio mundo por su idea, no dudaba en pronunciar su famosa frase “Patria o Muerte”.

Ahora debemos preguntarnos ¿es esta interpretación lejana al “tercerposicionismo”? La respuesta vuelve a ser “no”. Si bien no todas las ideologías de la “Tercera Posición” practican esta teoría, son muchas las que sí. Un ejemplo de ideología que no realiza esto es el nacional-sindicalismo español, que salvo el caso de Javier Iglesias (4) y pocos más, se ha centrado en España.

Muchos fascistas o nacional-revolucionarios hacen suyo el lema de “Mi Patria está allí donde se combate por mi Idea” (5) ¿Acaso se diferencia esto del concepto internacionalista del marxismo-leninismo? No.

También tenemos ejemplos de fascistas o nacional-revolucionarios luchando en conflictos armados extranjeros: como en Ucrania (en un bando y en otro) o anteriormente en Yugoslavia, África, Afganistán (6) o Palestina. No hay que olvidar que Roger Coudroy, militante de Joven Europa, fue el primer europeo caído en la defensa de Palestina.

Incluso hoy en día, diversas organizaciones nacional-revolucionarias y fascistas de toda Europa hacen suya la lucha extranjera, como la Palestina, la del Tíbet, e incluso los más atrevidos, la del socialismo hispanoamericano. Por ejemplo, Casapound Italia muestra su apoyo a la causa Karen, y no solo en Italia, sino trasladándose incluso a Birmania.  Otro ejemplo son las marchas anti-imperialistas organizadas por grupos terceristas en toda Europa, como el Día Antiguerras en Alemania.

Por ello, concluyo que gran parte de la militancia tercerista europea comparte el mismo mensaje internacionalista que el marxismo-leninismo -llamándolo simplemente, anti-imperialismo-, si bien, no se ha sabido, o no se ha querido, explicar con anterioridad, puesto que caen muchos mitos.

Notas:

(1) Definición del concepto “Internacionalismo Proletario”, Gran Enciclopedia Soviética, página 345.
(2) José Antonio Primo de Rivera, Discurso en el cine "Madrid", en Madrid el 17-11-1935.
(3) Definición de “Cosmopolitismo”, Diccionario soviético de filosofía, Ediciones Pueblos Unidos, Montevideo 1965, página 89.
(4) Javier Iglesias fue un falangista español que se trasladó a Argentina, militando en el peronismo de izquierdas y que fue asesinado por la policía menemista.
(5) Incluso en canciones de grupos de rock fascistas la encontramos, como en la canción Patria, de los italianos Ultima Fontiera, donde dice literalmente: «La mia patria è là dove si combatte per la mia idea»
(6) Como por ejemplo Almerigo Grilz, quien fue un alto cargo del Fronte della Gioventù y luego luchador por medio mundo, y que finalmente murió en Mozambique.

SOBRE EL YIHADISMO BÉLICO

Por José Hernández


El mulá Mohammad Nasim Akhundzada fue un señor de la guerra afgano que operaba en la provincia de Helmand, desde donde en 1981 emitiría una fatua a través de la cual legalizaría el cultivo del opio, lo que él utilizaría para crear una red de narcotráfico con la que financiar su ejército de sicarios. Fue en esta misma época cuando se comenzaron a apoderar de Afganistán las primeras grandes redes de narcotráfico bajo el amparo de la CIA estadounidense y el ISI paquistaní, que las utilizarían para luchar contra la invasión de las tropas soviéticas en suelo afgano.
La materialización de esta simbiosis entre redes de narcotraficantes y los servicios secretos de la CIA y el ISI se centralizó en una base de datos que iba a permitir a estas bandas de narcotraficantes nutrirse de medios humanos y materiales con los que fortalecer su dominio sobre determinados territorios de Afganistán a cambio de comprometer los efectivos aportados por la red Al Qaeda en la lucha contra las tropas soviéticas. Este pacto del Gobierno estadounidense con las organizaciones criminales afganas que se realizó con la intermediación del Gobierno paquistaní tuvo su antecedente en las negociaciones secretas que el Gobierno de Estados Unidos realizó con el mafioso Lucky Luciano a fin de que este le pusiese en contacto con la mafia siciliana y así lograr la colaboración de esta organización criminal con las tropas aliadas en la invasión de Sicilia que se llevaría a cabo en 1943.
Fue el ISI paquistaní quien diseño la cobertura «religiosa» para las bandas de narcotraficantes afganas que habrían de implicarse en la lucha contra el invasor soviético. Antecesora de Al Qaeda, la Red Haqqani fue la primera estructura armada en ser instrumentalizada por el ISI para luchar contra la sovietización de Afganistán ya durante el gobierno de Mohammed Daoud Khan (1973-1978), primer presidente de Afganistán tras la caída de la monarquía. Su asesinato precedió en unos meses a la invasión del país por parte de la Unión Soviética en diciembre de 1978. Ya desde la presidencia de Daoud a mediados de los años 70 se empieza a establecer la colaboración entre los servicios secretos paquistaníes y las guerrillas afganas que se oponían a la implementación de dinámicas marxistas en el país, pero no sería hasta después de la invasión soviética que el ISI comenzaría a montar la cobertura religiosa para justificar la intervención de las bandas de narcotraficantes en la lucha contra el invasor marxista.
El montaje comenzó precisamente con la fetua del mulá Mohammad Nasim Akhundzada en 1981 que otorgaba legitimidad religiosa al cultivo del opio. Los sicarios de los narcotraficantes se transformaron entonces en guerreros de la yihadcontra los soviéticos, pero ante la necesidad de aportar no solo recursos materiales sino también humanos a la lucha contra el invasor ateo, se decidió traer combatientes de otras partes del mundo. A pesar de lo dicho por Robin Cook, el nombre de Al Qaeda no aludía a ninguna base de datos contenida en un supuesto fichero donde figuraban los nombres de las personas que venían de todo el mundo, especialmente musulmán, a luchar en Afganistán contra las tropas soviéticas, sino que tal nombre provenía de los campos hasta los que el ISI hacía llegar a los combatientes extranjeros que iban a luchar a Afganistán. Concretamente Al Qaeda fue en su origen el nombre en clave que el ISI dio al primer campo, situado en la provincia de Helmand fronteriza con Paquistán, donde el servicio secreto paquistaní comenzó a trasladar a los primeros combatientes extranjeros, pero con la llegada masiva de estos a Afganistán se hizo necesario abrir más campos de llegada, y el nombre de Al Qaeda se hizo extensivo a todos ellos. Ya el primer Al Qaeda en la provincia de Helmand era un lugar controlado por sicarios del narcotráfico afgano con los que Estados Unidos había pactado su implicación en la guerra antisoviética.
El paralelismo entre la utilización que Estados Unidos hizo de los sicarios de la mafia siciliana a través del mafioso neoyorquino Lucky Luciano para que esta le facilitasen la invasión de Sicilia por las tropas aliadas durante la lucha contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial, y la utilización que Estados Unidos hizo de los sicarios al servicio de las bandas de narcotraficantes afganos para que estas le facilitasen la lucha contra los invasores soviéticos durante la ocupación de Afganistán, va a tener una proyección en la dinámica histórica que se materializará en la mundialización del narcotráfico y del yihadismo bélico como consecuencia del auge que respectivamente iban a tener ambos a partir respectivamente de la Segunda Guerra Mundial y de la invasión soviética de Afganistán.
Si la expansión mundial del narcotráfico a raíz de la Segunda Guerra Mundial se debió al pacto que Estados Unidos estableció con la mafia neoyorquina de Lucky Luciano, la expansión mundial del yihadismo bélico a raíz de la invasión soviética de Afganistán se debió al pacto que Estados Unidos estableció con las bandas de narcotraficantes afganos y a la cobertura religiosa con la que Paquistán comenzó a justificar la alianza estadounidense con esos sicarios del narcotráfico afgano.
A esta amalgama de sicarios del narcotráfico apoyados por Estados Unidos se unió la cobertura religiosa de la que el servicio de inteligencia paquistaní se valió para encubrir esta alianza contra natura establecida con el fin de combatir al invasor soviético, y todo ello rociado con los suculentos petrodólares de Arabia Saudí.
La siguiente fase en la mundialización del yihadismo bélico o yihabellicum fue la consecuencia derivada de la invasión de Kuwait por Iraq en el verano de 1990, que consistió en que una vez expulsadas las tropas iraquíes del emirato del norte del Golfo, Estados Unidos decidió abrir bases militares en Arabia Saudí, oficialmente para preservar al reino wahabí de potenciales agresiones de Sadam Husein. Este hecho fue considerado blasfemo por la red internacional de combatientes afganos, pues tropas estadounidenses se habían asentado de manera permanente en tierra sagrada del islam, y por ello Al Qaeda, derivado del nombre secreto con el que el ISI paquistaní designaba a la primera base logística controlada por sicarios del narcotráfico afgano de Helmand donde este servicio de inteligencia comenzó a ubicar combatientes extranjeros, decidió romper oficialmente con Estados Unidos y declarar la guerra a Occidente.
La perversa visión de la Yihad Menor que sustenta el yihadismo bélico mundializado
A pesar de la perversión de la utilización de un concepto que en su fundamento es objetivamente espiritual, periodística y políticamente es aceptado ampliamente, sobre todo en los países occidentales, el referirse a activistas islamistas que están inmersos en dinámicas terroristas como yihadistas.
En el lenguaje espiritual derivado de la Revelación coránica hacer la yihad alude a un combate interior contra las tendencias negativas del ego, es por tanto unayihad contra uno mismo. Pero como ocurre que el ser humano no solo interactúa consigo mismo y su dios, obviamente esto desde la perspectiva de la cosmovisión del creyente, sino que a la vez se ve forzado a hacerlo con sus semejantes, estayihad tiene paralelamente una proyección exterior que es el combate físico contra el enemigo encarnado en un poder político-militar que intenta dañar la comunidad musulmana. Ambas yihad equivaldrían entonces a lo que en el lenguaje de la tradición islámica se denomina respectivamente Yihad Mayor y Yihad Menor. Esta distinción está basada tanto en hadices atribuidos al Profeta Muhammad como en prescripciones contenidas en aleyas coránicas.
Ocurre luego que dentro de la concepción jurídica del concepto Yihad Menor hay a su vez una división, pues mientras una parte mayoritaria de la tradición islámica legitima esta Yihad Menor entendida como combate armado cuando hay violencia humana contra la comunidad musulmana y se entiende entonces que esta tiene derecho a defenderse de dicha agresión, hay también una parte muy minoritaria que concibe una interpretación jurídico-religiosa de este concepto de Yihad Menoren el sentido de la obligación que tiene todo musulmán y musulmana de combatir la visión del mundo desde la incredulidad. Es decir, no se trata ya desde esta interpretación de la Yihad Menor solo de combatir por las armas a los que con las armas agreden a la comunidad musulmana, sino que se trata de dar cobertura espiritual a la supuesta obligación que atañería a todo musulmán y musulmana de combatir con cualquier medio a su alcance «la incredulidad» o kufr en sí misma.
Desde esta cosmovisión islámica minoritaria el combate armado contra lo que consideran fuerzas hostiles incluiría a todo aquel que no profesa su visión sectaria y extremista del islam, independientemente de que combatiesen o no por las armas a los musulmanes. Cualquier pueblo o comunidad humana que no siga su interpretación religiosa es por tanto un enemigo susceptible de ser exterminado. La lucha contra las tendencias negativas del ego propio se complementa con la lucha contra las tendencias negativas del ego del otro en forma de actos violentos según la perspectiva psicológica de esta tendencia islámica minoritaria. El efecto psicológico de esta creencia es devastador, pues desde ella se concibe que como musulmán o musulmana tienes la obligación de hacer que tu semejante cambie interiormente, o en caso de que esto no lo logres tienes el derecho de hacerle desaparecer físicamente. Esta es la premisa psicológica que condiciona la mente de los llamados «yihadistas». Promover la unanimidad en cuanto a la creencia religiosa es una obligación contenida en su perversa interpretación del Yihad Menor y en este sentido aterrorizar a los incrédulos para que se conviertan a su dogma religioso o en caso contrario abandonen las tierras por ellos controlados es una prioridad en su actividad yihadista.
No es la visión tradicional ampliamente aceptada en todas las comunidades musulmanas de la Yihad Menor, que apela al combate armado como defensa ante una agresión militar, la que condiciona psicológicamente el yihadismo bélico oyihabellicum como paradigma del terrorismo planetario y la inmisericordia de las acciones yihadistas, sino una segunda y oscura visión de la Yihad Menor que la concibe como un esfuerzo en pos del exterminio de la incredulidad en sí misma.
¿Se puede percibir en esta segunda visión sobre la Yihad Menor la utilización perversa de un mensaje espiritual que se tergiversa para conseguir finalidades políticas?

El Daesh es consecuencia de la alianza entre el Baaz iraquí y el crimen organizado
El Daesh es hoy en día el máximo exponente de la perversión que se hace de un mensaje espiritual para someterlo a los intereses expansivos de bandas de sicarios en el campo de la delincuencia organizada y de aspirantes a tiranos en el campo de los intereses geopolíticos.
Surgido del seno del yihadismo bélico o yihabellicum a su vez alentado por Estados Unidos para luchar contra las tropas soviéticas que invadieron Afganistán a fines de 1979, este movimiento político-militar se recubre de religiosidad para captar sicarios que nutran sus filas, imbuidos por esa oscura visión de la Yihad Menor que contradice la visión tradicional islámica. En realidad el Daesh es un instrumento del derrocado partido Baaz iraquí, que no ha hecho sino seguir la estela de la propia estrategia política que alimentó Estados Unidos al pactar con la mafia siciliana a través del mafioso neoyorquino Lucky Luciano en los años 40 para que esta organización criminal le facilitase la invasión aliada de Sicilia, y al pactar Estados Unidos también con los sicarios afganos del narcotráfico en los años 80 para que estos se involucrasen en la lucha contra el invasor soviético.
De lo primero se derivó la imparable expansión del tráfico de drogas por todo el mundo, y de lo segundo el auge del extremismo yihabellicum que amenaza a todo el planeta. Los nacionalistas del Baaz iraquí, muy laicos hasta la invasión estadounidense de su país en 2003, organizaron la resistencia copiando aquellas tácticas de guerra que impulsaron a la gran superpotencia americana a pactar con el diablo encarnado en la delincuencia organizada en Nueva York, Sicilia y Afganistán para combatir a sus entonces enemigos, la Alemania nazi y la Rusia soviética, y por ello no dudaron en utilizar, como había hecho Estados Unidos, al crimen organizado en Iraq y Siria para comprar sus voluntades y tomarlos como aliados en su lucha contra el invasor estadounidense, el resultado de esta alianza entre el Baaz iraquí que siempre ha visto al Baaz sirio como su enemigo y el crimen organizado es el Daesh.
Hoy el Baaz iraquí, como ayer Estados Unidos, cometieron la ignominia de no dudar en aliarse con el crimen organizado para conseguir sus fines geopolíticos y, aún peor, Estados Unidos abrió la puerta a la utilización perversa de un mensaje espiritual para que este fuese utilizado como arma contra sus enemigos políticos y militares, exactamente lo que ahora hace el Baaz iraquí.

Extraído de la Página Transversal

lunes, 25 de mayo de 2015

¡FUERA LA REACCIÓN! ¡VIVA LA REVOLUCIÓN!

Por Fernando Roldán


El Nacional-Sindicalismo no es una doctrina de salón ni es vacua palabrería, es una doctrina revolucionaria cuyo objetivo es eliminar el imperante orden burgués y construir un Estado de carácter sindical e hispánico. El verdadero militante nacional-sindicalista debe estar atento y combatir si es necesario y cuando sea preciso a todos aquellos supuestos “camaradas”que corrompen nuestra doctrina, transformando a ésta en un chovinismo burgués de corte derechista. 

Este giro a la derecha castra toda posibilidad revolucionaria, convirtiéndonos en los guardianes del sistema, en los sirvientes del capital. Estos pseudorevolucionarios intentarán convencernos con palabras abstractas y nos hablarán de conspiraciones; nos dirán que debemos defender la propiedad privada, aunque sea ilícita, nos mostrarán las bondades del empresariado y del capitalismo, maldecirán todo movimiento de carácter popular que nazca de nuestro propio pueblo, que ha decidido manifestarse, e incluso achacarán todos los males del país al inmigrante, aunque éste sea una victima más del sistema al igual que nosotros. 

Debemos plantar cara a estos supuestos patriotas, desenmascarando sus mentiras y desmontando sus falacias. Nuestra obligación es defender el verdadero carácter de la doctrina nacional-sindicalista frente a la reacción, hacerles ver que somos sus más implacables enemigos y que nuestro espíritu revolucionario no claudicará ante nada ni nadie.

Sólo si depuramos nuestras filas y nos deshacemos de los sectores derechistas, podremos poner en marcha un proceso revolucionario y llevar al pueblo español a la victoria en todos los campos en la que ésta sea requerida, frente a todos los poderes económicos y financieros que nos oprimen. Por eso, convencidos hoy día plenamente de nuestra tarea y de su realización, decimos alto y claro: ¡Fuera la reacción! ¡Viva la revolución!

Extraído de: Junta Sindicalista

MAJADERÍAS Y REDILES

Por Juan Manuel de Prada


Las facciones conservadora y socialista pueden darse con un canto en los morros. En algunas plazas que antes enseñoreaban tendrán que gobernar en alianza con los partidos de nuevo cuño que han recolectado a sus votantes enfurruñados; pero su desplome no ha sido más que parcial. Es verdad que han perdido votos, muchos votos; y, lo que resulta mucho más estragador para su funcionamiento (que, como bien se sabe, se funda en garantizar el empleo a sus jenízaros), han perdido cargos. Lo auténticamente milagroso es que la facción socialista –en su mezcla de demagogia, corrupción callosa y a mansalva y complacencia con los errores de su pasado reciente y remoto– siga juntando millones de votos (lo que prueba que, para muchos españoles, votar al Partido Socialista es una necesidad fisiológica, como respirar o hacer cámaras). De medio milagro puede también calificarse –con otra media mitad de sometimiento a la doctrina del «mal menor»– que la facción conservadora haya cosechado millones de votos, después de refocilarse en las sentinas de la corrupción, traicionar los valores morales de una importante porción de sus votantes y empeñarse en gobernar como un capataz al que sólo preocupa la cuenta (¿trucada?) de resultados. Una cuenta de resultados que, además, la facción conservadora se obstina en presentar como óptima, cuando la mitad de la población española gana menos de mil euros al mes; tal vez esta machaconería haya terminado por encabronar a mucha gente que las está pasando canutas. 

El partido misteriosamente llamado Ciudadanos (cuando el nombre que más le cuadra es Tertulianos) se ha limitado a engatusar a los peperos descontentos con un mensaje de patrioterismo testicular, arbitrismo demagógico y liberación de entrepierna, que es la indulgencia plenaria que todo votante «conservaduro» anhela, para que el progrerío le pase la mano por el lomo caritativamente; sus resultados, sin embargo, han sido más magros de lo esperado, prueba de que la gente hastiada de los progre-liberalismo pepero tampoco se muere por votar sucedáneos. Podemos, por su parte, sigue apareciendo como alternativa progre-izquierdista, aunque haya atemperado sus ímpetus revolucionarios, sustituyéndolos por vindicaciones del nauseabundo bienestar escandinavo, como si fueran unos hijos montaraces de aquel vendedor de crecepelos llamado Felipe González. Tanto Podemos como Ciudadanos se nos antojan, hoy por hoy, «marcas blancas» del sistema, majadas diseñadas para recoger ovejas descarriadas de las facciones conservadora y socialista. Siempre es preferible para el sistema, a la hora de recuperar ovejas descarriadas, asegurarse de que todas están congregadas en una misma majada, porque así resulta menos laborioso devolverlas al redil. 

Claro que, entretanto, estas facciones de nuevo cuño intentarán rebelarse contra el papel que el sistema les ha asignado. En los próximos meses van a darnos mucho la tabarra con el postureo puritano de no querer pactar ni con conservadores ni con socialistas, para llegar con su aureola intacta a las elecciones generales. Pero tal postureo puritano será a la postre su propia tumba: si lo mantienen, porque terminarán exasperando a sus respectivas parroquias; y, si lo declinan, porque, en cuanto rasquen poder, alargarán la mano para llevarse alguna coima o mamandurria. Pues es norma infalible que los más puritanos se revelen, a la postre, pecadores con avaricia. 

Ahora bien, España lo que necesita –como el porcentaje de abstenciones demuestra– es un partido que, frente a progres de derechas e izquierdas, restaure los principios de justicia social y bien común. Pero esto el sistema no lo permitirá.

Extraído de: ABC

domingo, 24 de mayo de 2015

MUNICIPALISMO Y AUTOGESTIÓN SINDICAL: LA ALTERNATIVA FALANGISTA AL SISTEMA DE PARTIDOS

Por Fernando Roldán


En estos días de intensa campaña electoral hemos podido ver cómo los diferentes partidos mostraban al pueblo español sus diferentes propuestas en materia municipal, cómo prometían luchar contra la corrupción imperante y la crisis económica para crear una España más democrática. Las encuestas pronostican que pese al crecimiento de los nuevos partidos, tales como Podemos y Ciudadanos, PSOE y PP volverían a alzarse con el triunfo, pese a ser los culpables directos de la situación actual de nuestro país. 


El sistema tradicional de partidos goza de nueva salud en España, se está renovando lentamente y la gente comienza a creer en el cambio. Por desgracia, el crecimiento de Ciudadanos y Podemos no es algo espontáneo sino que nace de la necesidad que tiene el sistema liberal de renovarse si no quiere perecer. Podemos y Ciudadanos, Albert Rivera y Pablo Iglesias, son líderes políticos creados dentro de los laboratorios del sistema liberal y que sustituirán a los dos grandes partidos, cuya vida útil ha llegado a su fin. Esta renovación, este cambiar para que todo siga igual nos recuerda a la euforia que supuso la victoria de Felipe González, euforia que con el tiempo se tornó en decepción al ver como traicionaba a sus votantes en asuntos tan tamaña importancia como la entrada de España en la OTAN. La ilusión que ha provocado el vertiginoso ascenso de los nuevos partidos terminará con las primeras traiciones a los votantes, traiciones que la agrupación de Pablo Iglesias ya ha cometido al abandonar gran parte de su programa más “revolucionario” para asentarse cómodamente en la partitocracia del Régimen de 1978.

El sistema de partidos es la base legitimadora del sistema capitalista y es realmente difícil que surja una verdadera alternativa a dicho sistema desde dentro del marco legal político. Ante este yermo árido que es la política (o estafa, si queremos ser más sinceros) española los falangistas defendemos un modelo radicalmente distinto: La democracia municipal y autogestionaria.

¿Qué es y cuál es la función del municipio dentro del falangismo?

Para los falangistas, el municipio no es un ente administrativo frío, ajeno a los problemas de los ciudadanos. Nosotros afirmamos que el municipio es un órgano natural de convivencia en la que la persona de desarrolla con total libertad. En el sistema liberal vigente, la persona, portadora de valores eternos tales como la dignidad humana y miembro de una comunidad popular desaparece para dar lugar al individuo, un simple número entre la masa que ha perdido todo sentimiento de pertenencia a la comunidad. Este es una de las mayores problemáticas a las que nos debemos de enfrentar, problemática recrudecida gracias a la Globalización, fenómeno capitalista a nivel internacional que ha supuesto la pérdida de soberanía nacional, la destrucción de las identidades de los pueblos y el dominio imperante del paradigma liberal. Revitalizar el municipio es devolver al individuo su dimensión comunitaria, arraigar a la persona en una tierra con tradiciones y modos de vidas propios. José Antonio en su discurso en Sevilla en 1935 ya reafirmaba esta visión del municipio como enclave del individuo con la comunidad:

“No se es libre por tener la libertad de morirse de hambre formando colas a las puertas de una fábrica o formando cola a la puerta de un colegio electoral, sino que se es libre cuando se recobra la unidad entera: el individuo, como portador de un alma, como titular de un patrimonio; la familia, como célula social; el municipio, como unidad de vida, restaurado otra vez en su riqueza comunal y en su tradición”

El municipio es a su vez un órgano de participación ciudadana. Los partidos políticos son intermediarios artificiales cuya función principal es sostener el sistema económico capitalista. Para ello necesita del turnismo de los dos grandes partidos liberales: El conservador (PP) y el Socialdemócrata (PSOE). La democracia queda restringida a depositar el voto en una simple urna cada cierto tiempo, desposeyendo al ciudadano del poder. Frente a este sistema representativo basado en los partidos, los falangistas defendemos al municipio como un organismo directo de participación popular por el cual son los españoles los que rigen por si mismos la vida política de la nación. Basado en el principio de subsidiariedad, los ciudadanos serán los que dirigirán la gestión municipal de forma directa. Los municipios a su vez se irán conformando en órganos comunales superiores que permitirán estructurar un modelo de estado de profunda raíz democrática y natural.

Bajo este modelo municipalista el pueblo español recuperaría la soberanía nacional, puesto que esta no sería una idea abstracta nacida de una Constitución sino que su origen radicaría en la gestión popular de los municipios, una soberanía social nacida de los órganos naturales. Nuestro sistema supone la superación del individualismo de raíz liberal y del colectivismo, ya sea en su vertiente Socialista como Fascista o nazi. La persona, individuo libre y a su vez un ser social miembro de la comunidad, es el centro de nuestra cosmovisión y de esta debe de partir el poder político.

La autogestión sindical

El sindicato es junto con el municipio el segundo cauce de representación ciudadana en el sistema falangista. El sindicato se constituye como un organismo autónomo del estado formado por los trabajadores organizados según ramas de producción. Tal y cómo expuse en mi artículo sobre la empresa nacionalsindicalista (1), los trabajadores serán los propietarios de los medios de producción dentro del sindicato de empresa y de su rama sindical. Los trabajadores, como verdaderos creadores de riqueza, serán los gestores de las empresas mediante los consejos de administración. En este modelo las empresas pasarían a ser células autogestionadas, conformando un nuevo modelo económico alejado del capitalismo depredador dominante en el mundo actual.

Los sindicatos de empresa también se constituirían como órganos de participación política, al igual que los municipios. Los trabajadores participarán en el estado mediante las diferentes confederaciones sindicales, dando lugar a una cámara sindical que junto a la cámara municipal sería la verdadera depositaria de la voluntad popular.

Conclusión

El municipalismo y el sindicalismo autogestionario son las bases para una verdadera democracia orgánica en la que el pueblo español sea quien rija los destinos de la nación. Estos dos órganos naturales constituyen los pilares del estado popular  nacionalsindicalista, logrando la armonía social y dando lugar a un nuevo modelo político y económico alejado del caduco liberalismo vigente. Una visión revolucionaria que cómo dijo José Antonio va más allá de un simple cambio de estructuras, sino una alta tarea moral: 

“He aquí una grande y bella tarea para quienes de veras considerasen a la patria como un quehacer: aligerar su vida económica de la ventosa capitalista (...), verter el acervo de beneficios que el capitalismo parasitario absorbe en la viva red de los productores auténticos, ello nutriría la pequeña propiedad privada, libertaría de veras al individuo, que no es libre cuando está hambriento, y llenaría de sustancia económica las unidades orgánicas verdaderas: la familia, el municipio, con su patrimonio comunal rehecho, y el sindicato, no simple representante de quienes tienen que arrendar su trabajo como una mercancía, sino beneficiario del producto conseguido por el esfuerzo de quienes lo integran” (2)

Tanto el municipio como el sindicato son estructuras cuya revitalización es fundamental para poder consolidar la futura revolución nacional-sindicalista, única vía que tienen los pueblos de España para lograr la ardua tarea de la liberación nacional.

Notas:

(1) La empresa nacional-sindicalista, por Fernando Roldán.
(2) Manifiesto “Ante las Elecciones”, 12 de enero de 1936