viernes, 20 de marzo de 2015

LA FIGURA DEL SUJETO RADICAL

Por Alexander Dugin 

Conferencia del 8 de septiembre de 2012 en Curitiba (Brasil), con ocasión del III Encuentro Nacional Evoliano.

Damas y caballeros:

Quiero agradecer al grupo de Curitiba que organizó esta conferencia con ponencias tan interesantes como ricas. Muchas gracias por la invitación a hablar aquí sobre la Tradición. Pido disculpas por mi terrible portugués y tan imperfecto.

1ª parte. Tradicionalismo y Sociología – Lo Moderno y lo Eterno

La primera parte está dedicada al tradicionalismo y la sociología, y también a la importancia de Platón.

El tradicionalismo enfatiza el dualismo que existe entre dos mundos: el mundo de la Tradición y el mundo moderno. Este dualismo corresponde a dos categorías sociológicas: la premodernidad y la modernidad. Este paralelismo entre el tradicionalismo y la sociología es muy importante y es necesario desarrollar esta afinidad en el futuro.

En París, en el año 2011, impartí una conferencia titulada: “René Guénon como sociólogo.” René Guénon, en su obra “El Reino de la Cantidad y los Signos de los Tiempos” utilizaba el símbolo tradicional y sagrado del Huevo del Mundo. En la perspectiva de Guénon, el mundo pre-moderno corresponde al Huevo del Mundo abierto por arriba y cerrado por debajo. Los rayos espirituales entran en el mundo y así las cosas cósmicas y materiales reciben las cualidades sagradas.

La sociedad moderna corresponde al Huevo del Mundo cerrado por arriba y por debajo. Es la civilización materialista, atea, consumista. Es decir, la visión del mundo científica, mecánica y atomista. La sociedad post-moderna corresponde al Huevo del Mundo abierto por debajo y cerrado por arriba. Es la civilización demoníaca poshumana y pos-social. La realidad en la que vivimos. Pero dejemos ahora momentáneamente la posmodernidad, a pesar del gran interés con el que podríamos desarrollar esta correspondencia.

La diferencia entre el tradicionalismo y la sociología consiste en el hecho de que la sociología parte de la modernidad y juzga a la Tradición desde el punto de vista de la modernidad. Los tradicionalistas hacen lo contrario: ven la modernidad desde el punto de vista de la Tradición. La modernidad pone toda la realidad en el tiempo, en la historia. La Tradición considera las cosas a la luz de la eternidad. Por eso los sociólogos piensan diacrónicamente la pre-modernidad como algo pasado. Los tradicionalistas consideran la modernidad como un aspecto de la eternidad, es decir, como algo eterno.

Esto, por lo tanto, no es algo tan fácil de comprender. Siendo totalmente efímera la ilusión, el mundo moderno como el mundo de la perversión radical también, de una manera paradójica, pertenece a la eternidad.

Los tradicionalistas son vecinos de los estructuralistas. La Tradición y la modernidad pueden ambas ser vistas como estructuras. Un argumento importante: el sociólogo Louis Dumont habló sobre dos tipos de sociedad – la sociedad holística y la sociedad individualista. La modernidad es esencialmente individualista. Según él, Marx también era en parte individualista, compartiendo con los liberales el valor del hombre individual.

Es claro y evidente que la Tradición puede sobrevivir en el mundo moderno – por inercia. ¿Cómo puede la modernidad existir en el mundo tradicional?

Guénon hablaba sobre la Atlántida, el antiguo continente desaparecido, y hacía alusión a que el mundo moderno, como gran parodia, es la continuación de cierta Tradición decadente y pervertida muy antigua. La serpiente aparece ya en el paraíso en la primera época de la historia de la humanidad.

El neoplatónico Proclo, en su comentario al diálogo “Critias” de Platón, donde se encuentra el tema de la Atlántida, describía la guerra entre los griegos y el pueblo prehistórico de la Atlántida como la guerra paradigmática entre dos órdenes de ser: uno perfecto y el otro degradado.

Es muy interesante que Proclo dice que los griegos estaban ligados a la tierra y los atlantes al mar. Los griegos estaban del lado de los dioses olímpicos y el pueblo de la Atlántida junto a los Titanes. La geopolítica marítima de los Titanes contra la geopolítica telúrica de los Dioses.

Proclo es un geopolítico de la antigüedad. Es importante que ambos mundos – el griego y el atlante – son pensados por Proclo como algo sincrónico. La segunda manera de ver este sincronismo es con dos tradiciones filosóficas.

La primera es la filosofía de Platón, el platonismo. El platonismo es una filosofía esencialmente vertical. El platonismo está construido alrededor del eje vertical. Por encima están las Ideas. Por debajo están las cosas, los fenómenos. El mundo platónico es el mundo jerárquico, verticalmente organizado.

Otra filosofía es el atomismo de Demócrito, Epicuro, Lucrecio. Esta filosofía es democrática, comienza por debajo, por las partículas materiales. Es el mundo atomístico. No conoce las Ideas, las luces platónicas. No conoce la jerarquía. Va contra la verticalidad. Demócrito era presocrático. Puede ser entendido como un representante de la contra-iniciación en el mundo de la Tradición. Demócrito es el representante de la modernidad en el mundo pre-moderno.

Existe la leyenda que afirma que Platón prendía fuego a los escritos de Demócrito en su Academia. Los platónicos consideraban el atomismo como “el mundo al revés”, el mundo imposible, el mundo contrario al orden natural de las cosas.

En el Islam el atomismo es la doctrina de los asharitas y del teólogo agresivamente anti-sufi y anti-esotérico Ibn Taymiyyah, padre del wahabismo y del salafismo contemporáneos.

También: la tradición islámica es premoderna. Una vez más: vemos en la sociedad tradicional algo “moderno”. Después de llegar la modernidad, el atomismo comenzó a ser la única ortodoxia científica. La modernidad está construida sobre el atomismo de Demócrito. Es el paradigma científico de la modernidad. Después de Galileo, Newton, Gassendi, el atomismo es el dogma.

La filosofía platónica es marginada después. Es muy significativo que Karl Popper criticaba agresivamente a Platón, llamando al platonismo “el mayor enemigo de la sociedad abierta liberal”. De ahí que podamos identificar el tradicionalismo y el platonismo.

La modernidad y la Tradición pueden ser entendidas como dos paradigmas. Los progresistas insisten en el hecho de que la Tradición pertenece al pasado. Entendidas como paradigmas todo cambia: desde ese momento es posible representar la modernidad y la Tradición como opciones a elegir.

¿Por qué eso es tan importante? La modernidad estructuralmente entendida ya no es el destino, algo objetivo e inevitable, sino una cuestión de libre elección. Así, podemos elegir ser modernos – atomistas, materialistas, liberales demócratas. Pero podemos escoger no ser modernos. Y podemos ser platónicos, y estar del lado de la eternidad. La eternidad platónicamente entendida no es el pasado. La eternidad es eterna. Y por lo tanto, es presente.

Lo único que queda es recurrir a la eternidad. Al igual que en los versos de Arthur Rimbaud:
Elle est retrouvée. Quoi? Eternité.
C’est la mer avec le soleil Allee.
(La hemos vuelto a hallar. ¿El qué? La eternidad.
Es la mar yendo con el sol).

2ª parte. La figura del Sujeto Radical y el Tradicionalista sin Tradición

Existe el concepto de Gottesnacht, “la noche de Dios.” Es la Edad de Hierro, el mundo moderno. La tradición se fue. La modernidad llegó. El mundo organizado es reemplazado por el mundo caótico. Lo sagrado desapareció. La iniciación también. El hombre está en el vacío.

Este es un punto de partida de los tradicionalistas. Niegan el mundo moderno. Buscan la Tradición. El tradicionalista despierta en la noche de Dios (Gottesnacht). Hölderlin preguntó – “¿Por qué poetas en tiempos oscuros?” Es importante este “por qué”.

Los platónicos pensaban que en las edades de oro nacen las almas de oro – aristocráticas, de ahí viene el ideal de kalakogathia. En las edades de hierro nacen las almas pobres, ínfimas, sin valor. Esto es importante: las almas pobres no se dan cuenta de que están en Gottesnacht, en la noche de Dios. Para ellos, la noche no es la noche. Ya no saben lo que es la luz. Los poetas poseen el dolor. Los otros no lo poseen. Por lo tanto, los tradicionalistas, por poseer el dolor, niegan el mundo moderno.

Surge la pregunta: ¿por qué tradicionalistas en tiempos oscuros?

Podemos construir una hipótesis: el alma de oro nació en la edad de hierro. Esto explica el dolor, la tragedia, el sufrimiento. Esto explica por qué hay dolor y sufrimiento. Pero ¿por qué nace? ¿Fue por un error cósmico? ¿O se trata de otra cosa? Y, todavía más importante ¿por qué?

Creo que se trata de otra cosa. No es un error. Es el destino escatológico, la misión. Es importante: el caso puro no es el tradicionalista por inercia, sino el tradicionalista por incapacidad para aceptar el mundo moderno, para vivir sin Dios, sin lo sagrado. Y esta imposibilidad debe ser sin razón directa o inmanente. Sólo en este caso el experimento es puro. El caso extremo: el tradicionalista sin Tradición. El hombre diferenciado. ¿Por qué el hombre diferenciado? Aquí entra la figura del Sujeto Radical.

El Sujeto Radical es el alma de oro en la Edad de Hierro. Para el alma de oro es fácil estar en el mundo de oro. Pero es imposible juzgar a priori: ¿el hombre es bueno porque vive en una sociedad tradicional o porque su alma es de oro? Sólo es posible dar una respuesta poniendo el alma en el mundo del hierro.

El Sujeto Radical

El Sujeto Radical está en la noche de Dios (Gottesnacht) para probar radicalmente la cualidad de su alma.

Este es el caso de Julius Evola – sobre todo en las primeras y últimas etapas.
¿Es todo? Puede ser. Ser tradicionalista es el fin por sí y para sí. Pero hay algo muy importante, incluso decisivo – debe morir tradicionalista también, no abandonando ni traicionando sus ideales. Aún así, por qué el tradicionalista en tiempos oscuros: para poner fin al mundo moderno.

Este no es el fin último, sino una consecuencia lógica. La lucha contra la modernidad es la ética esencial del Sujeto Radical. No se puede hacer de otra manera. El Sujeto Radical está en el corazón de la noche – entre el pasado y el futuro. Está en el presente. Eugene Golovin, el tradicionalista ruso, decía: “donde quiera que estamos, ahí está el centro del infierno.”

Es necesario entender la modernidad y la posmodernidad no dualmente. El Sujeto Radical es advaita. Está en el mundo moderno y quiere estar aquí, no más allá de este mundo. El Sujeto Radical no tiene miedo de la modernidad. El Sujeto Radical es el que desciende – Untergehende. La historia es decadencia, es Untergang, descenso.

Hay cuatro tipos de hombres, según Martin Heidegger:
1) Las personas simples e ignorantes, que no pueden escoger nada. Cambian con el mundo y con la sociedad.
2) Los conservadores. Ellos tienen miedo de la noche de Dios, de la decadencia. Quieren conservar lo que existe contra el tiempo que todo lo devora.
3) Los progresistas. Ellos quieren ir en la dirección de la decadencia más y más rápido. Son los responsables de la situación actual. Los liberales, el gobierno mundial, en conjunto pueden ser llamados “El Anticristo Colectivo”.
4) Existe también un cuarto tipo: los nuevos filósofos. Ellos descienden al centro de la noche y no tienen miedo. Ahí donde el peligro es máximo. Heidegger dice de ellos: estos filósofos se enfrentan con el “conocimiento duro del nihilismo”, schwere Wissen des Nihilismus.

El Sujeto Radical va con el mundo sin ser de este mundo. Es en sí mismo la manifestación paradójica del fin. Yo llamo a esto el “zen eurasista”.
¡Gracias!

(Traducción Página Transversal)

No hay comentarios:

Publicar un comentario