lunes, 5 de enero de 2015

LA VÍA NACIONAL AL SOCIALISMO

Por Kim Jong Il


Antes no eran pocas las personas que consideraban igual el socialismo en cada país. Sin embargo, al ver la realidad de que aunque recientemente en Europa el socialismo se desmoronó, en Asia y América Latina su bandera sigue desplegada, comenzaron a rectificar su concepto. De modo particular, ante la gran superioridad y vitalidad que manifiesta el socialismo de nuestro país, han llegado a tener un nuevo concepto de lo que es el auténtico socialismo. Desde luego que toda sociedad socialista, independientemente de qué país se trate, es una sociedad más avanzada completamente diferente a la explotadora que ha  existido a lo largo de la historia de la humanidad, y como tal es superior a la capitalista. Pero sus ventajas se manifiestan de manera diferente según la idea rectora en que se apoya.

Antes, numerosos países que construían el socialismo con el marxismo-leninismo como guía rectora, aplicaron tales como eran las tesis que éste planteara hace muchos años y trasplantaron mecánicamente las experiencias de la Unión Soviética. Podemos citar como ejemplo representativo los países de Europa del Este, que estuvieron ocupados por la Alemania fascista durante la Segunda Guerra Mundial y después de ser liberados por el ejército soviético tomaron el camino del socialismo con el apoyo de la Unión Soviética. Estos países, por haber considerado como acato del principio revolucionario y el internacionalismo aceptar incondicionalmente las tesis marxista-leninistas y las experiencias de la Unión Soviética, introdujeron el socialismo de tipo soviético tal como era. Huelga decir que no es posible negar las históricas proezas y las experiencias de ese país que en el mundo fue el primero en construir el socialismo. Pero, sus experiencias fueron, en todo caso, la expresión de las condiciones históricas de aquel entonces y de la realidad concreta de la Unión Soviética. Las experiencias de ese país no podían adaptarse plenamente a la realidad de otros países porque habían sido acumuladas mientras construía el socialismo sola y por primera vez, bloqueada por los imperialistas. En vista de que la época cambia y la realidad concreta de cada país es diferente, si se absolutizan y aceptan de manera dogmática las experiencias, no es posible construir debidamente el socialismo. Sin embargo, los países de Europa del Este trasplantaron el socialismo de tipo soviético, por eso éste no pudo manifestar su superioridad en la debida forma.

En un tiempo en nuestro país los fraccionalistas antipartido y contrarrevolucionarios, contaminados por el dogmatismo y el servilismo a la gran potencia, insistieron en establecer el poder de tipo soviético y ejercer la democracia a la manera soviética. Este planteamiento, está claro, no estaba acorde con las demandas de nuestro pueblo y la realidad de nuestro país. Aquí, que era una atrasada sociedad colonial y semifeudal, no era posible aceptar por entero las teorías marxistas presentadas teniendo como premisas las condiciones socio-históricas de los países europeos donde el capitalismo había avanzado, ni las teorías leninistas planteadas teniendo como premisas las condiciones de Rusia con el capitalismo medianamente desarrollado. De acuerdo con las condiciones socio-históricas en que se encontraba nuestro país, tuvimos que pensar con nuestra propia cabeza y resolver con nuestras propias fuerzas todos los problemas presentados en la revolución. Nuestra realidad —después de liberado el país fue dividido en Norte y Sur y emprendimos la construcción de una nueva sociedad enfrentados cara a cara con los imperialistas norteamericanos—, demandaba apremiantemente que resolviéramos todas las cuestiones en la revolución y la construcción ateniéndonos a nuestras condiciones. Esta exigencia del desarrollo de la revolución se realizó plenamente gracias a que el gran Líder planteó sobre la base de la idea Juche la línea y la política originales acordes con las aspiraciones de nuestro pueblo y la realidad de nuestro país.

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