domingo, 30 de noviembre de 2014

TEORÍA DE UN MUNDO MULTIPOLAR

Natella Speranskaja ha entrevistado al director de Eurasia. Revista de Estudios Geopolíticos, Claudio Mutti, sobre el tema: “Teoría de un mundo multipolar”, a la cual está dedicada la conferencia internacional que el Movimiento Eurasiatico ha organizado en la Universidad Estatal de Moscú los días el 25-26 de abril de 2012. Reproducimos a continuación las preguntas y respuestas.

Claudio Mutti haciendo la Quenelle, famoso gesto antisionista.


P.- ¿Cuál es su punto de vista acerca del actual orden mundial y el sistema internacional? ¿Cree “justo” el presente orden mundial? Sí es si, ¿Por qué? Sí es no, ¿Cómo piensa que pudiera ser cambiado? ¿Ya está cambiando?

R.- Sí, reconociéndonos herederos de los griegos, aceptamos la concepción aristotélica según la cual el Orden es aquella disposición armónica (táxis) que, junto con el mundo, tiene su principio en el Intelecto Universal (noûs), entonces estamos obligados a constatar que el actual sistema internacional no es un orden, y tanto menos justo. No es un Orden, porque no se fundamenta sobre el noûs, sino en la epithymía, sobre aquel deseo desmedido que se ha manifestado históricamente en la plutocracia usurocrática y en el imperialismo, y que hoy es representada en sumo grado por los Estados Unidos de América. No es justo, porque Justicia significa dar a cada uno lo suyo, suum cuique tribuere, mientras en el actual sistema internacional no sólo no se entrega a los pueblos lo que les corresponde, sino que hasta se les despoja de su tierra y agua, como ocurre, por ejemplo, en Palestina ocupada por los sionistas. El sistema unipolar se configura por lo tanto como una forma de tiranía mundial. Pero esta tiranía está empezando a vacilar, porque el delinearse de otras potencias continentales preanuncia el paso del mundo a un ordenamiento menos injusto que el actual.

P.- ¿Cuál es su opinión acerca de la teoría de la hegemonía estadounidense, es decir, del unipolarismo? ¿Cómo la globalización se vincula a esto? ¿Es bueno o malo para la población del planeta? ¿Cuál es, según Usted, el aspecto principal de este dominio hegemónico? ¿El militar? ¿El cultural? ¿El económico? ¿Algún otro factor o alguna otra combinación de factores?

R.- Es evidente que el proyecto estadounidense de hegemonía unipolar se rige sobre una combinación de factores de variada naturaleza. Ciertamente, hay el factor militar, que consiste en el control global ejercido por medio de una red de bases militar desplazadas en puntos estratégicos. Existe el factor económico, por el cual el trabajo y las riquezas de los pueblos son expropiadas a través de los mecanismos usurocráticos instalados en los EE.UU. Existe el factor cultural: una auténtica colonización del imaginario, del pensamiento y de la vida cotidiana que no se expresa solamente sobre el plano de los símbolos, del arte, de la música, del espectáculo, de la gastronomía, de las diversiones sino, sobre todo, en la heideggeriana “casa del Ser”, o bien sobre el plano lingüístico, tanto es verdad que, aun cuando no estamos obligados a comunicarnos en inglés, introducimos en nuestro discurso préstamos y calcos de origen inglés. Pero también hay un potente factor de tipo “religioso”: un mesianismo secularizado fundado sobre una presunta investidura divina de tipo veterotestamentaria, una verdadera y propia inversión paródica, en la que mis amigos rusos sin dificultad detectarán la marca característica del Anticristo.

P.- ¿Cuáles países, grupos de países o fuerzas sociales y políticas podrían estar en capacidad de desafiar la hegemonía norteamericana? ¿Y cómo?

R.- La hegemonía estadounidense puede ser desafiada solamente de una potencia o de un bloque de potencias en posesión de aquellos mismos requisitos que han permitido a los EE.UU. escalar al poder mundial: dimensiones continentales, fuerza demográfica, desarrollo tecnológico e industrial, armamento atómico, prestigio cultural, sistema político fuerte, voluntad de potencia. Por tanto sólo la unión Eurasiatica y China pueden constituir el punto de apoyo de un bloque continental capaz de expulsar a los Estados Unidos de nuestro hemisferio.

P.- ¿Qué piensa de la idea de globalismo y gobierno global? ¿Es posible? ¿Es deseable?

R.- Hace siglo y medio, Ernst Jünger planteó el advenimiento del Weltstaat (Estado Mundial) como coronamiento final de la globalización, como inevitable resultado político de la acción ejercida por fuerzas de alcance mundial, como la técnica y la economía. Pero Jünger, por cuanto reconoce que la especificidad humana consiste en la libertad del querer, considera al hombre como “hijo de la tierra” y por lo tanto lo ve implicado en un proceso cósmico determinado por fuerzas contraventoras del espacio de la libertad humana. A esto se podría objetar fácilmente recurriendo a los términos de la doctrina taoísta, según el cual el ”Hombre Verdadero” es por excelencia “Hijo del Cielo y de la Tierra”, así que su voluntad, cooperando conscientemente con el Cielo, puede hacer de contrapeso al destino terrestre y neutralizarlo.

P.- ¿Es posible un orden mundial multipolar? ¿En la época actual, a qué podría parecerse? ¿Un orden mundial multipolar sería preferible a un orden mundial unipolar o bipolar? ¿Por qué?

R.- Sin ninguna duda el orden multipolar es preferible al monopolarismo y al bipolarismo, porque garantiza mayor equidad en la distribución de la potencia geopolítica. ¿A qué podría parecerse? Incluso siendo consciente del hecho que omnis comparatio claudicat (toda comparación falla), todavía pienso al multipolarismo como una proyección sobre la escala eurasiática tal como el diseño del Zar Alejandro I: un tipo de Santa Alianza que reemplace a los viejos imperios europeos por los polos emergentes en el Continente. La unidad continental indiolatina completaría el panorama del mundo multipolar, en el que Estados Unidos de América, en la hipótesis más favorable para ellos, volvería a ser exclusivamente una entidad política norteamericana.

P.- ¿Qué cosa define un “polo” en la teoría de las relaciones internacionales? ¿Como pone Usted en correlación el concepto de “polo” con otros conceptos estructurales del análisis de las relaciones internacionales, tales como: “Estado soberano”, “Imperio”, “Civilización”? ¿La soberanía, en cuanto concepto, es puesta en tela de juicio por la globalización y la posibilidad de gobierno mundial? ¿Es válida la “teoría de la civilización” como instrumento conceptual en el estudio de las relaciones internacionales?

R.- Geopoliticamente entendido, un “polo” es un Estado soberano del cual parten líneas de fuerza capaces de atraer y de agregar los territorios contiguos. En otras palabras, un “polo” es un centro catalizador que realiza la integración de un área geopolítica en la cual prevalecen comunes elementos de civilización. En cuanto al concepto de “Imperio”, éste es actualmente malentendido completamente, tanto es verdad, que muchos, confundiendo la realidad con su siniestra caricatura, hablan hasta de ¡”impero americano”! Para hablar específicamente y correctamente de Imperio, es necesario, como mínimo, que sea una construcción política de grandes dimensiones territoriales, cuyo principio constitutivo no sea nacional y dentro de la cual convivan muchos pueblos, naciones y comunidades religiosas. A tal propósito se puede prometer la fórmula romana: fecisti patriam diversis gentibus unam (con pueblos distintos hiciste una sola patria).

P.- ¿Cómo percibe el papel de su país en un posible sistema multipolar?

R.- Siendo ocupada militarmente por los EE.UU. y por tanto obligada a desarrollar el papel de portaaviones americano en el Mar Mediterráneo, Italia hoy no es libre para desarrollar aquella función natural que su misma posición geográfica le determina, en dirección del Norte de Africa y del área balcánico-danubiana. Por tanto sólo la desarticulación del sistema occidental y el consiguiente pasaje del mundo a un ordenamiento multipolar podrá permitir a Italia, integrada en una Europa unida y soberana, valorizar su propio potencial geopolítico.

P.- ¿Cuáles tendencias del desarrollo del mundo moderno cree positivas y cuáles negativas? ¿Según Usted, qué se podría hacer para mejorar las negativas y reforzar las positivas?

R.- Las más graves enfermedades del espíritu contemporáneo son aquéllas representadas, en sumo grado, por la civilización occidental: individualismo, racionalismo, materialismo, hedonismo. Todas estas tendencias son atribuibles a una única raíz: la negación del Principio metafísico y por lo tanto de una finalidad última que oriente el curso de la vida. Las medicinas aptas para la cura de estas enfermedades “occidentales” pueden ser provistas por las doctrinas espirituales, que son patrimonio tradicional del continente eurasiático.

P.- ¿Existe, concretamente, la amenaza de una Tercera Guerra Mundial?

R.- Ciertamente existe. La guerra contra Irán ya empezó con el ataque terrorista a Siria, se integra al proyecto estratégico estadounidense de recuperar el control del “territorio costero”, control fundamental para encerrar a Rusia e impedir que la “Tierra central” se convierta en el centro del poder mundial. Desearía equivocarme, pero me inclino a pensar que la crisis económica induzca a los EE.UU. a recurrir a la fuerza militar, acelerando los tiempos del choque.

Traducción: Francisco de la Torre, extraída de Página Transversal
Original (en italiano): Eurasia. Rivista di studi geopolitici

sábado, 29 de noviembre de 2014

SOCIALISMO Y NACIONALISMO

Por James Connolly

En Irlanda actualmente varios organismos trabajan por la preservación del sentimiento nacional en los corazones del pueblo.

Sin duda, estos organismos, ya sean movimientos por la conservación del gaélico, sociedades literarias o comités para la conmemoración de hechos históricos, están haciendo un trabajo de perdurable beneficio para este país ayudándole a salvar de la extinción su historia nacional y racial, su lengua y las características de su pueblo.

Sin embargo, existe el riesgo de que una adhesión demasiado estricta a sus actuales métodos de propaganda y la consiguiente negligencia de temas cotidianos pueda acabar malogrando nuestros estudios históricos, estereotipándolos y convirtiéndolos en una adoración del pasado o cristalizando el nacionalismo en una tradición sin duda heroica y gloriosa, con todo una tradición tan sólo.

Las tradiciones pueden proporcionar, y con frecuencia ése es el caso, el material para un martirio glorioso, pero nunca pueden ser lo suficientemente fuertes como para cabalgar sobre la tormenta de una revolución exitosa.

Si el movimiento nacional de nuestros días no busca solamente volver a protagonizar las viejas tragedias de nuestro pasado, debe ser capaz de alzarse al nivel de las exigencias del momento presente.

Ha de demostrar al pueblo de Irlanda que nuestro nacionalismo no es exclusivamente una idealización mórbida del pasado, sino que es capaz de formular una respuesta diferente y sin ambages a los problemas del presente y un programa político y económico capaz de ajustarse a las necesidades del futuro.

Creo que la franca aceptación de la república como objetivo por parte de los más sufridos nacionalistas proporcionará del mejor modo este ideal político y social concreto.

No una república como la de Francia, donde una monarquía capitalista con un presidente electo parodia los abortos constitucionales de Inglaterra y, en alianza abierta con el despotismo moscovita, alardea descaradamente de su apostasía de las tradiciones revolucionarias.

No una república como la de Estados Unidos, donde el poder de la billetera ha establecido una nueva tiranía bajo las formas de libertad; donde, cien años después de que los pies del último casaca roja británico ensuciasen las calles de Boston, los terratenientes y hombres de finanzas han impuesto a los ciudadanos norteamericanos una servidumbre en comparación con la cual el impuesto de los días anteriores a la revolución era una mera bagatela.

¡No! La república que querría establecer para mis compatriotas debería ser aquella cuya mera mención fuera en todo momento como un rayo de luz para los oprimidos de todos los países, que mantuviera en todo momento la promesa de libertad y riqueza como recompensa por los esfuerzos en su nombre.

Al agricultor arrendatario, que se encuentra atrapado entre los terratenientes por una parte y la competición estadounidense por la otra, atrapado entre ambas muelas de este molino; a los trabajadores asalariados de las ciudades, que sufren las exacciones del impulso esclavista capitalista; a los jornaleros, que trabajan duramente toda su vida por un salario apenas suficiente para sustentar el cuerpo y el alma; de hecho, para todos y cada uno de los millones de esforzados trabajadores, sobre cuya miseria se sostiene el tejido aparentemente brillante de la civilización moderna, la República irlandesa puede ser una palabra que conjure su sufrimiento, un punto de encuentro para los desafectos, un refugio para los oprimidos, un punto de partida para los socialistas, entusiastas de la causa de la libertad humana.

Este vínculo de nuestras aspiraciones nacionales con las esperanzas de hombres y mujeres que han izado el estandarte de la revuelta contra el sistema capitalista y latifundista, del cual el Imperio británico es el más agresivo y resuelto defensor, en ningún caso debería suponer un elemento de discordia entre las filas de los nacionalistas más serios, sino que debería servirnos para ponernos en contacto con los frescos depósitos de fuerza física y moral suficientes para elevar la causa de Irlanda a una posición más avanzada de la que ha ocupado desde el día de Benburb.

Podrá alegarse que el ideal de una república socialista, implicando, como implica, una revolución política y económica, alienará seguramente a nuestros partidarios de clase media y aristócratas, que temerán la pérdida de sus propiedades y privilegios.

¿Qué significa esta objeción? ¡Que debemos conciliar con las clases privilegiadas de Irlanda!

Pero sólo puede desarmarse su hostilidad asegurándoles que en una Irlanda libre sus “privilegios” no se verán afectados, es decir, debe garantizárseles que, cuando Irlanda sea libre de todo dominio extranjero, los soldados irlandeses, vestidos de verde, protegerán las ganancias fraudulentas de los capitalistas y terratenientes de las “huesudas manos de los pobres” del mismo modo que, sin remordimientos, hacen los emisarios de Inglaterra hoy con sus uniformes escarlata.

Esas clases no se os unirán sobre ninguna otra base. ¿Y esperáis que las masas luchen por este ideal?

Cuando habláis de liberar Irlanda, ¿os referís a los elementos químicos que componen el suelo de Irlanda? ¿U os referís al pueblo irlandés? Si os referís a este último, ¿de qué proponéis liberarlo? ¿Del dominio de Inglaterra?

Todos los sistemas de administración política y la maquinaria gubernamental no son sino un reflejo de las formas económicas subyacentes.

El dominio inglés en Inglaterra no es sino símbolo del hecho de que los conquistadores ingleses en el pasado forzaron en este país un sistema de propiedad basado en el expolio, el fraude y el asesinato; que, actualmente, el ejercicio de los “derechos de propiedad” así originados implica la práctica continua del expolio legal y el fraude. El dominio inglés se descubrió como la forma más apropiada de gobierno para la protección del expolio, y el ejército inglés es la herramienta más flexible con la que ejecutar el asesinato judicial cuando los temores de las clases propietarias así lo demandan.

El socialista que quiera destruir de raíz la totalidad del sistema brutalmente materialista de civilización, que, exactamente como el idioma inglés, hemos adoptado como si fuera nuestro, es, sostengo, un enemigo mucho más mortífero para el dominio y tutela inglesas que el superficial pensador que imagina que es posible reconciliar la libertad de Irlanda con aquellas formas insidiosas pero desastrosas de sometimiento económico: la tiranía de los terratenientes, el fraude capitalista y la usura inmunda; funestos frutos de la conquista normanda, la trinidad impía de la cual Strongbow y Diarmuid MacMurchadha –el ladrón normando y el traidor irlandés– fueron convenientes precursores y apóstoles.

Si mañana expulsáis al Ejército inglés e izáis la bandera verde sobre el Castillo de Dublín, a menos que construyáis una República socialista todos vuestros esfuerzos habrán sido en vano.

Inglaterra os seguirá dominando. Os dominará a través de sus capitalistas, a través de sus terratenientes, a través de sus financieros, a través de su colección de instituciones individualistas y comerciales que ha sembrado en este país y regado con las lágrimas de nuestras madres y la sangre de nuestros mártires.

Inglaterra os seguirá dominando hasta vuestra ruina, incluso si vuestros labios ofrecen un homenaje hipócrita al altar de la libertad cuya causa habéis traicionado.

El nacionalismo, sin el socialismo, sin la reorganización de la sociedad sobre la base de una forma más amplia y desarrollada que la de la propiedad común que descansa en la estructura social de la antigua Erin, no es más que cobardía nacional.

Sería el equivalente a una declaración pública de que nuestros opresores han tenido éxito a la hora de inocularnos sus pervertidas concepciones de justicia y moral y que finalmente decidimos aceptarlas como si fueran las nuestras, al punto de no necesitar ya un ejército extranjero que nos las imponga.

Como socialista, estoy dispuesto a hacer todo lo que un hombre puede hacer para conseguir para nuestra patria su justa herencia: la independencia. Pero si me conmináis a rebajar, siquiera una pizca, las reivindicaciones de justicia social con el objetivo de conciliarnos con las clases privilegiadas, entonces me habré de negar.

Una acción así no sería honorable ni factible. No olvidemos que quien marcha en compañía del diablo nunca alcanza el cielo. Así que proclamemos abiertamente nuestra fe. La lógica de los acontecimientos nos acompaña.

James Connolly fue un histórico sindicalista irlandés, padre del socialismo nacionalista de este país. Fue uno de los líderes del Levantamiento de Pascua de 1916. Se dice que Lenin le admiraba profundamente, a pesar de no conocerlo en persona.

viernes, 28 de noviembre de 2014

ENTREVISTA A NACIONALISTAS FRANCESES EN DONBASS


Una entrevista de Andrey Borodulin a Víctor Lenta y a Jean-Pierre, nacionalistas franceses voluntarios en Novorossia. Jean-Pierre, que prefiere permanecer en el anonimato, vuelve ya a Francia, mientras Víctor es una de las caras más conocidas de los voluntarios extranjeros en Novorossia.

Voluntarios franceses de Unité Continentale

Andrey Borodulin: ¿Cómo prefiere ser llamado? ¿Cómo se refieren a vosotros los medios de comunicación?

Víctor: En Rusia, a menudo me llaman “Poirot” debido a mi bigote, es algo que no me molesta (risas). En la guerra muchos me llaman El Comandante. Sin embargo no me importa ser llamado simplemente por mi nombre, Víctor.

En cuanto a mi grupo, preferimos ser llamados, los voluntarios. No nos gusta el término separatista, ya que tiene una connotación negativa. Los habitantes del Donbass luchan por su tierra, y el ejército ucraniano son los verdaderos separatistas, debido a que intentan separar a los habitantes del Donbass de Rusia, tierras vinculadas histórica y geopolíticamente.

Andrey Borodulin:  ¿En qué momento se enteró de la crisis en Ucrania? ¿Cuándo decidiste ir allí?

Víctor: Empecé a interesarme tan pronto como vi los hechos del Maidán, la falsa revolución. Para mí es obvio que el Maidán es otra revolución de color, prefabricada sobre la teoría de Gene Sharp para derrocar a gobiernos incómodos para la OTAN y EEUU.

Tan pronto como tuve noticia de que la gente del Donbass se estaba armando para repeler el ataque de las autoridades salidas del golpe de Estado de Kiev decido ir a la región. Junto a los camaradas comenzamos a decidir el plan en abril, tomando la decisión en mayo y llegando al lugar en junio.

Andrey Borodulin: ¿Conocía a sus compañeros de viaje? ¿Pertenecían al mismo movimiento político?

Víctor: Todos somos miembros de la organización que cree en enero de 2014 en Belgrado. Se llama Unidad Continental. Nos consideramos no solo voluntarios, sino también revolucionarios.

Unidad Continental es un movimiento geopolítico basado en gran parte en la obra de Alexander Dugin y los principios de resistencia. Nuestra organización tiene tres conceptos principales:  geopolítica –declarar el apoyo a un mundo mutipolar, antimundialismo-, protección de los valores tradicionales –familia, civilización- y en tercer lugar las metas revolucionarias, donde la revolución es popular contra la oligarquía mundial.

Andrey Borodulin: Es decir, ¿revolución contra el capitalismo?

Víctor: Sí, exactamente. Se habla mucho sobre el resultado de la Segunda Guerra Mundial, donde la democracia derrotó al fascismo. Pero en el mundo de la postguerra no gana la democracia ni la libertad, sino el capitalismo que no es un mal menor.

Andrey Boroduli: ¿Todos los franceses que vinieron contigo tienen el mismo punto de vista?

Víctor: Sí, y ellos más. Ellos han sido durante mucho tiempo “soldados políticos” en Francia.

Andrey Borodulin: En mi opinión, ahora en el Donbass estamos viendo una “guerra del nacionalismo” entre nacionalismo ucraniano y ruso. ¿No le parece paradójico que ustedes participen en ella?

Víctor: Por desgracia el factor nacionalista no es lo principal en esta guerra. Los nacionalistas ucranianos no son más que rusófobos, solo hay que ver los programas de Pravy Sektor y Svoboda. Sus miembros son soldados contra el mundo ruso.

Andrey Borodulin: Pero en el bando de Novorossia podemos ver cierta ucrofobia…

Víctor: No, no he visto este sentimiento de rechazo en las milicias. Muchos de los milicianos se tienen pasaportes ucranianos y se consideran así. Ellos luchan contra el ejército que obedece a los oligarcas.

No es una confrontación étnica. El conflicto en Ucrania fue creado por Occidente, por la OTAN, Estados Unidos y la Unión Europea para desestabilizar a Rusia. Para algunos nacionalistas ucranianos quizás si sea una guerra étnica, pero para Occidente solo es una forma de adueñarse de estas tierras.  Es una guerra encubierta que se ha librado durante mucho tiempo, solo hay que ver Yugoslavia, Siria, Libia y ahora Ucrania.

Jean-Pierre: Andrey, ¿por qué cree que el ruso y el ucraniano son diferentes grupos étnicos?

Andrey Borodulin: No, no lo creo así. Pero los ucranianos creen que los rusos tienen diferentes nacionalidades. Al mismo tiempo, veo en las milicias a mucha gente que se considera rusa, que cree que hay una “Gran Rusia”.

Víctor: En mi opinión, el nacionalismo ucraniano no tiene ningún fundamento. Todos sabemos que Rusia, que el mundo ortodoxo se originó en Kiev. En el Donbass la mayoría de personas piensan en Rusia, son ortodoxos y quieren seguir teniendo estas tradiciones. El nacionalismo ucraniano se basa en la noción falsa…

Jean-Pierre: de Stepán Bandera.

Víctor: Hay una parte de Ucrania, en el Oeste, que no es de tradición rusa, sino más bien polaca y húngara.  Y quiero añadir que cuando los nacionalistas ucranianos derriban monumentos de Lenin me recuerda al mito del asesinato al padre. Después de todo, la URSS fue quien dio los territorios actuales a Ucrania.

Jean-Pierre: Además de que el poder soviético industrializó Ucrania.

Víctor: Sí, exactamente.

Andrey Borodulin: Con respecto a los monumentos de Lenin, yo he hablado con gente que derribó el monumento de Kiev durante el Maidán y ellos lo veían como una parte del poder ruso en Ucrania. La siguiente pregunta es ¿qué piensan los franceses, los nacionalistas y los medios de comunicación respecto al conflicto?

Jean-Pierre: Los medios de comunicación manipulan a la opinión pública. Uno de sus titulares absurdos fue “Rusia ataca 34 veces a Ucrania” ¿En qué cabeza cabe esto?

Víctor:  Los medios de comunicación franceses dependen del poder y del sistema y han dejado claro desde el Maidán su postura anti-rusa. Estos medios no son objetivos. Nosotros, por ejemplo, para buscar información objetiva sobre los acontecimientos cuando estábamos en Francia, teníamos que usar Internet. Con la aparición de pruebas en internet sobre la manipulación del Maidán o el bombardeo a la población civil del Donbass, los medios cambiaron ligeramente su postura, pero sigue calificando de hostil a Rusia, como si fuera el país agresor y a Putin como “un terrible presidente”.

Cada vez que Occidente quiere derrocar a cualquier gobierno, se inicia en estos países un lavado de cerebro sobre los presidentes. Ya tenemos el ejemplo reciente de Bashar Al-Assad, del que los medios occidentales decía que mataba y torturaba a su población, cuando esto es claramente mentira.

Jean-Pierre: Lo mismo que se dijo de Gadafi…

Víctor: Sí, de Gadafi se dijo exactamente lo mismo. Así que ahora que lo están diciendo de Putin podemos pensar que quieren derrocarlo.

Andrey Borodulin: ¿Crees que la posición de Marine Le Pen y el Frente Nacional es sincera o solo tiene interés político?

Víctor: Mi opinión personal es que es un juego político de Marine. Ella no tiene sentimientos pro-rusos sinceros. Es una mujer fuerte que sólo quiere el poder. Quiero decir que esta es mi opinión personal. Sin embargo, Jean-Marie Le Pen, su padre, amaba profundamente a Francia, es un “patriota de corazón”, pero Marine es una historia diferente.

Andrey Borodulin: ¿Qué te amenaza si regresas a Francia?

Víctor: Francia apoyó las “Operaciones Antiterroristas”, por lo que si vuelvo a Francia puedo ser calificado como terrorista y ser condenado por el artículo correspondiente.

Andrey Borodulin: Es decir ¿no vas a regresar a Francia?

Víctor: Primero acabemos la guerra. Luego, ya veremos.

Andrey Borodulin: ¿Qué tipo de misiones de combate has realizado en Donetsk y Lugansk?

Víctor:  En Donetsk participamos en los combates del aeropuerto, intentando acabar con la artillería enemiga. En la región de Lugansk estábamos en los combates cerca del puesto de control de Debáltsevo. Nuestra unidad encontró y destruyó en los alrededores de la ciudad a un grupo de infantería enemiga.

Pero la mayor parte del tiempo estuvimos como instructores tácticos de los voluntarios de operaciones especiales. Creemos que nuestro éxito reside en que junto a Nicolás Perovic hemos preparado a un gran número de civiles que nunca habían luchado, los hemos convertido en profesionales.

Para el futuro me gustaría que todos los extranjeros se encuadrasen en un mismo grupo bajo un mando único. Un grupo bien armado, entrenado y diseñado para este tipo de guerra de guerrillas, para las operaciones detrás de las líneas enemigas.  Por desgracia los voluntarios extranjeros no son empleados al máximo de sus capacidades. Los voluntarios extranjeros como los brasileños y españoles recorrieron un gran camino para luchar, no para hablar y ser usados como propaganda. He tenido conversaciones con las autoridades del comando de la República Popular de Donetsk, les expliqué que nosotros mismos nos haríamos cargo de la formación y la reestructuración de los grupos de voluntarios extranjeros para enviarlos al frente. Mientras tanto, los voluntarios extranjeros son usados como mucho para el 10% de su capacidad.

Victor Lenta y el español Andrés pisando el felpudo con la bandera de la Unión Europea

Andrey Borodulin: En uno de los medios de comunicación he leído que en Novorossia opera una brigada independiente formada por serbios y franceses, ¿es esto cierto?

Víctor: Esta cerca de la verdad, porque al principio es lo que pensamos, crear un escuadrón franco-serbio. Por cierto, el comandante Nicola Perovic es de origen franco-serbio. Para nosotros era importante unir a franceses y serbios porque recordamos la vergonzosa complicidad de Francia en el ataque a Yugoslavia. La causa es común para crear una nueva Europa.

Nuestro grupo ha tenido durante mucho tiempo gran cantidad de contactos en Belgrado. Esencialmente Nicola, que al hablar serbio y francés respondió a nuestra llamada, trayendo con él a muchos serbios.  Pero fue una sorpresa para nosotros que brasileños y españoles presentes en el Donbass quisieran unirse a nosotros, por lo que el resultado ha sido una organización internacional.

Andrey Borodulin: Háblanos sobre vuestra experiencia militar previa al conflicto en el Donbass. 

Víctor: Para mí, este es mi cuarto conflicto consecutivo. Fui un paracaidista del ejército francés y luché en Chad, Afganistán y Costa de Marfil. Nicola también combatió en Afganistán y otros dos franceses se encontraban allí pero no combatieron. Todo ello dio a nuestro grupo mucha experiencia.

Andrey Borodulin: Entonces,  ¿no tendría que aprender nada o aprender sobe las armas rusas?

Víctor: Dio la casualidad que en todas las guerras anteriores donde participé, los enemigos estaban armados con equipos rusos o de fabricación soviética, por lo tanto no era nuevo para mí (risas). Pero si tenía que aprender la lengua rusa y sus costumbres y cultura. Eso fue muy importante para nosotros.  También esto hizo muy especial esta guerra para nosotros. Es una guerra que mezcla el orden civil, con las guerrillas, con los intereses partidistas…

Andrey Borodulin: Las dos preguntas restantes pueden ser las más curiosas. Cuéntanos lo más peligroso o arriesgado que te haya pasado en esta guerra, donde esperaba morir o que de repente hayáis conseguido la victoria.

Víctor: No hay duda de que lo más peligroso ocurrió en Donetsk. Debido a la utilización de teléfonos móviles, nuestros cuarteles fueron bombardeados por el ejército ucraniano. Repelimos el ataque con fuego de GRAD y morteros después de cinco minutos. En este ataque estuvimos cerca de perder la vida. No tenía miedo porque sé controlar este tipo de situaciones, pero sabía que el peligro me rodeaba.

Andrey Borodulin: ¿Cómo ve el curso de la guerra durante el frío? ¿Qué puede tener más éxito en este periodo?

Víctor:  Creo que el ejército ucraniano preparará una ofensiva cuando el tiempo mejore, porque es incapaz de atacar en invierno. Los soldados ucranianos están demasiado cansados y desmoralizados. Ahora solo crean posiciones defensivas. Y es ahora cuando debemos aplastar sus posiciones, delo contrario llevarán a cabo una preparación exitosa para el verano. Los ucranianos están recibiendo ayuda de instructores extranjeros, sobre todo estadounidenses, por lo que tenemos que atacar en invierno. Nosotros estaremos en el Donbass en invierno y queremos avanzar.

Entrevista original de: Ridus
Traducción al español por Pueblo Indómito

jueves, 27 de noviembre de 2014

SOBRE LA CREACIÓN DEL EURASIANISMO INTELECTUAL

por Gábor Vona

“La verdad, sin embargo, es que el Occidente tiene en efecto gran necesidad de ser “defendido”, pero únicamente contra sí mismo, contra sus propias tendencias, que, si son llevadas hasta el fin, le llevarán inevitablemente a la ruina y a la destrucción; sería pues de “reforma de Occidente” de lo que habría que hablar, y esta reforma, si fuera lo que debe ser, es decir, una verdadera restauración tradicional, tendría por consecuencia completamente natural un acercamiento a Oriente”. René Guénon [1].

1. Euroatlantismo y antitradición

El mundo globalizado de hoy está en crisis. Eso es un hecho. Sin embargo, no está muy claro qué es esta crisis. Con el fin de obtener una respuesta, primero tenemos que definir lo que significa la globalización. Para nosotros, ésta no es la clase de común idea errónea, que defiende que las fronteras entre los distintos espacios económicos y culturales del mundo desaparecerán gradualmente y que el planeta se convierte en una red orgánica construida sobre miles de millones de interacciones. Aquellos que creen en esto añaden también que la historia no es pues ya el desarrollo paralelo de las grandes esferas, sino el gran desarrollo común del mundo entero. Huelga decir que esta interpretación considera la globalización como un proceso positivo y orgánico desde el punto de vista del desarrollo histórico.

Desde nuestra perspectiva, sin embargo, la globalización es un proceso explícitamente negativo, antitradicional. Tal vez podamos entender mejor esta afirmación si descomponemos sus elementos. ¿Quién es el actor, y cuáles son la acción y el objeto de la globalización? El actor de la globalización – y por lo tanto el productor de la crisis – es la región euroatlántica, por la cual entendemos los Estados Unidos y las grandes potencias económico-políticas de Europa occidental. Económicamente hablando, la acción de la globalización es la colonización de todo el mundo; en términos ideológicos, esto significa salvaguardar el poder monopolístico y dictatorial del liberalismo; mientras que políticamente hablando, supone la exportación violenta de la democracia. Por último, el objeto de la globalización es el planeta entero. Para resumirlo en una frase: la globalización es el esfuerzo de la región euro-atlántica por controlar el mundo entero psicológica e intelectualmente. Como los procesos son fundamentalmente definidos por los actores que los producen, en adelante vamos a nombrar a la globalización como euroatlantismo. La razón para ello es indicar claramente que no estamos hablando de una especie de diálogo mundial y de cooperación orgánica que se desarrolla entre las distintas regiones, continentes, religiones, culturas y tradiciones del mundo, como la expresión neutra positiva de la “globalización” intenta dar a entender, sino que hablamos acerca de una pequeña parte del mundo (en particular, la región euroatlántica), que se esfuerza por imponer su propio modelo económico, político e intelectual al resto del mundo de una forma inorgánica, por la fuerza directa e indirecta, y con una clara intención de dominarlo.

Como indicamos al comienzo de este ensayo, este esfuerzo del euroatlantismo ha traído una crisis sobre el mundo entero. Ahora podemos definir la crisis en sí misma. A diferencia de lo que se sugiere por las noticias y por la mayoría de la opinión pública, esta crisis no es principalmente de carácter económico. El problema no es que no se puedan distribuir con justicia los bienes producidos. Si bien esto es escierto, no es la causa del problema y de la crisis; es más bien la consecuencia de la misma. Tampoco esta crisis es de carácter político, es decir: la causa fundamental no es que los grandes poderes e instituciones internacionales fracasen a la hora de establecer un statu quo habitable y armonioso para el mundo entero; esto es sólo una consecuencia también. Ni esta crisis es el resultado de los choques entre culturas y religiones, como algunos estrategas creen; el problema es más profundo que eso. La crisis actual del mundo es intelectual. Es una crisis del intelecto humano, y puede ser caracterizada como un conflicto entre los valores tradicionales (el significado convencional, normal, humano) y la antitradición (el significado moderno, anormal, subhumano), que actualmente domina el mundo cada vez más. Desde este aspecto, el euroatlantismo – es decir, la globalización – puede ser identificado en gran medida con la antitradición. Así que la situación es que la región euroatlántica, a la que podemos llamar sencilla pero correctamente como Occidente, es la propia crisis; en otras palabras, lleva la crisis consigo, de tal modo que cuando coloniza el mundo, de hecho extiende también un virus intelectual. De modo que este es el aspecto anti-tradicional de los procesos en curso en el mundo, pero, ¿existe un polo tradicional? y, si lo hay, ¿Dónde podemos encontrarlo?

2. El eurasianismo como concepto geopolítico

Geográficamente hablando, Eurasia significa la unión continental de Europa y Asia, que se extiende desde el Atlántico hasta el Pacífico. Como noción cultural, el eurasianismo fue un concepto concebido por emigrantes rusos a principios del siglo XX. Demostró ser un marco fértil, ya que se ha reinterpretado varias veces y seguramente seguirá siendo así en el futuro. Nicolai Sergeyevich Trubetskoy es ampliamente considerado como el fundador del eurasianismo, mientras Alexandr Dugin es reconocido como el ideólogo clave del concepto. Trubetskoy fue uno de los más grandes pensadores de la emigración rusa a comienzos del siglo XX, quien trató de redefinir el papel de Rusia en las turbulentas postrimerías de la Primera Guerra Mundial, buscando nuevas metas, nuevas perspectivas y nuevos significados. Por un lado, rechazó el paneslavismo y sustituyó la ideología eslavófila por una especie de “turanofilia”, tal y como Lajos Pálfalvi expresó en un ensayo [2]. Arrancó el pensamiento ruso fuera del marco eslavo oriental y encontró en Genghis Khan un poderoso prototipo, el fundador de un estado eurasiático. Trubetskoy afirma que una vez el marco del Khan fue dejado atrás, los zares de Moscú lo llenaron con un nuevo y ortodoxo sentido de misión después de la ocupación de los mongoles. A su juicio, la orientación europea y occidental de Pedro el Grande es una perturbación negativa en este proceso, un desastre cultural, mientras que el objetivo deseable para Rusia es despertar como parte de Eurasia.

Así, el eurasianismo nació como un concepto únicamente ruso, pero de ningún modo sólo para Rusia, a pesar de que a menudo es criticado por ser una especie de concepto de la Gran Rusia bajo un disfraz cultural geopolítico. El autor ucraniano Mikola Ryabchuk llega tan lejos como para decir que todo el que utiliza esta noción, por la razón que sea, básicamente no hace más que revitalizar la dominación política de Rusia, desgarrando la antigua esfera soviética del “proyecto político y cultural europeo” [3]. Ryabchuk añade que hay en curso una cierta guerra civil intelectual en la región, particularmente en Rusia y también en Turquía, acerca de la aceptación de los valores occidentales. Así que aquellos que pronuncian la palabra “eurasianismo” en este contexto están indirectamente tomando partido por Rusia. El autor presenta con claridad sus puntos de vista desde una perspectiva pro-occidental y anti-rusa, pero merece la pena observar sus reflexiones también desde nuestro ángulo.

Como idea cultural, el eurasianismo fue de hecho creado para oponerse a Occidente, o para decirlo en nuestros términos, a los valores euroatlánticos. En efecto, supone una oposición a tales valores y encuentra un cierto tipo de referencia geopolítica para ello. También debemos enfatizar que el hecho de ser cauteloso ante el “proyecto político y cultural europeo” se justifica también a partir de los aspectos económicos, políticos y culturales. Si una comunidad nacional no desea cumplir, digamos, con el papel asignado por la Unión Europea, eso no es algo negativo en absoluto; de hecho, es el signo de una especie de cautela e inmunidad en este caso particular. Esto es especialmente así, si no se hace por alguna razón económica o nacionalista, sino como resultado de un enfoque cultural-intelectual diferente. Interpretar los valores euroatlánticos como absolutos e indiscutibles significa hacer un daño intelectual absoluto, especialmente a la luz del primer punto de nuestro ensayo. Así que la oposición del eurasianismo al mundo euroatlántico, para nosotros es sin duda positiva. Sin embargo, si interpretamos el eurasianismo como un mero antieuroatlantismo, lo simplificaríamos vulgarmente, y estaríamos fracasando completamente a la hora de presentar una alternativa a la globalización antitradicional descrita anteriormente.

Lo que necesitamos es mucho más que un polo opuesto o un marco alternativo a la globalización. No sólo queremos oponernos a la globalización horizontalmente sino, en primer lugar, también verticalmente. Queremos demostrar una superioridad intelectual. Es decir, al establecer nuestro propio concepto de Eurasia, debemos señalar que, para nosotros, esto significa mucho más que una simple noción geográfica o una idea geopolítica que tiene la intención de oponerse al euroatlantismo a partir de algún tipo de juego de poder táctico o estratégico. Estas especulaciones no tienen valor para mí, independientemente de si existe o no algún subyacente o latente esfuerzo ruso por el predominio. El eurasianismo es básicamente un marco geográfico y/o político, por lo tanto, no tiene un significado normativo o un centro intelectual. Es el trabajo de su interpretación y de su intérprete el que le proporciona tales características.

3. El eurasianismo intelectual – Teorías y práctica

Hemos dicho que no podemos contentarnos con un anti-euroatlantismo. Tampoco podemos contentarnos con una simle alternativa geográfica y geopolítica, por lo que exigimos un eurasianismo intelectual. Si no somos capaces de proporcionar este centro intelectual, esta fuente meta-política, entonces nuestro concepto sigue siendo nada más que una idea política, económica, militar o administrativa diferente que de hecho representa una diferencia estructural, pero no un gran avance cualitativo en comparación con la globalización occidental. Políticamente hablando, sería un polo recíproco, pero no de una calidad superior. Esto podría sentar las bases de una nueva guerra fría en el mundo, en el que dos fuerzas antitradicionales se enfrentan entre sí, al igual que hicieron la Unión Soviética y los Estados Unidos, pero sin duda no sería capaz de desafiar el proceso histórico de propagación de la antitradición. Sin embargo, tal desafío es exactamente lo que consideramos indispensable. Una lucha entre una globalización y otra no tiene sentido desde nuestro punto de vista. Nuestro problema con el euroatlantismo no es su euroatlantismo sino su naturaleza antitradicional. Contrariamente, nuestro objetivo no es construir otro marco antitradicional, sino presentar una respuesta supranacional y tradicional a la crisis internacional. Usando el ingenioso término de Julius Evola, podemos decir que el eurasianismo debe ser capaz de pasar la prueba del aire [4].

En este punto, tenemos que examinar la cuestión de por qué no podemos dar una respuesta tradicional dentro de un marco euroatlántico. Teóricamente hablando, la pregunta es razonable, ya que el mundo occidental también se desarrolla dentro de un marco tradicional hasta los albores de la edad moderna, pero esta posibilidad debe ser excluida por varias razones. En primer lugar, no es casualidad que el modernismo antitradicional se desarrollara en Occidente y que desde ahí comenzara a extenderse globalmente. El marco de este ensayo es demasiado pequeño para una presentación detallada del proceso de cómo el modernismo echó raíces y creció fuera de la estructura tradicional original del pensamiento y la cultura greco-romana y judeo-cristiana, convirtiéndose en el euroatlantismo liberal de hoy en día. Por ahora, vamos a decir que el giro antitradicional de Occidente tenía una alta probabilidad histórica. Esto también significa que el Oriente se dispuso sobre bases tradicionales mucho más fuertes, y lo sigue estando, aunque se está debilitando gradualmente. En otras palabras, cuando buscamos un marco geopolítico para nuestra lucha histórica, nuestra elección por el eurasianismo no es arbitraria en lo más mínimo. La realidad es que el establecimiento de un marco tradicional verdaderamente supranacional sólo puede venir desde el Oriente. Ahí es donde todavía podemos tener la oportunidad de involucrar a las principales esferas político-culturales. Cuanto más vamos hacia Occidente, más débil es el poder centrípeto del eurasianismo, por lo que sólo podemos esperar tener pequeños grupos de partidarios, pero no un importante respaldo por parte de la sociedad.

La otra pregunta importante es por qué consideramos la Tradición como el único centro intelectual que puede fecundar el eurasianismo. La pregunta “¿por qué Eurasia?”, se puede responder con mucha más precisión que “¿por qué la Tradición metafísica?”. Admitimos que nuestra respuesta es bastante intuitiva, pero podemos estar tranquilos por el hecho de que René Guénon, Julius Evola, o Frithjof Schuon, las figuras clave en la restauración de la filosofía tradicional, fueron los que tuvieron la comprensión más profunda y más clara de la trascendental, metafísica unidad de las religiones y de las culturas de Oriente y Occidente. Sus enseñanzas se remontan a esas fuentes intelectuales antiguas que pueden proporcionar un sentido de comunión para el despertar de los cristianos, los ortodoxos, los musulmanes, los hindúes y los budistas de Occidente. Estos dos elementos son exactamente lo que es necesario para el éxito del eurasianismo: un fundamento que pueda garantizar perspectivas supranacionales y suprareligiosas, así como también una centralidad intelectual. La Tradición metafísica puede garantizar estas dos: universalidad y cualidad. A partir de ese momento, el eurasianismo ya no es una mera alternativa geopolítica, un nuevo proceso globalizador igualmente infectado por la crisis (y por lo tanto también infeccioso), sino una respuesta tradicional.

No podemos exagerar la superior calidad del eurasianismo intelectual. Sin embargo, es importante señalar aquí que la adquisición de una superioridad intelectual garantizada por el enfoque tradicional no significa en absoluto que nuestro enfrentamiento con el euroatlantismo permanecería sólo en un nivel espiritual-intelectual, renunciando así a nuestras intenciones de crear un contrapeso o incluso una posición dominante en las áreas prácticas, como en las esferas política, diplomática, económica, militar y cultural. No podemos estar satisfechos ni con un eurasianismo vulgar (carente de un centro filosófico) ni con uno teórico (carente de viabilidad). La única forma adecuada para nosotros es la de un eurasianismo que tiene sus raíces en el centro intelectual de la tradición y que es construido también con vistas a su puesta en práctica. Por resumirlo en una frase: debe haber en pie un eurasianismo tradicional en oposición al euroatlantismo antitradicional.
Lo anterior también significa que las posiciones geopolíticas y geográficas son de importancia estratégica, pero no del todo exclusivas, como factores para la identificación de las coordenadas enemigo-aliado. Un grupo que tiene una base intelectual tradicional (siendo por tanto intelectualmente eurasiático) es nuestro aliado, incluso si se encuentra en una zona euroatlántica, mientras que una fuerza geográficamente euroasiática pero antitradicional (siendo por tanto intelectualmente euroatlántica), sería un enemigo, incluso si es una gran potencia.

4. Homogeneidad y heterogeneidad

Si realmente es construido sobre el centro intelectual de la Tradición metafísica, el eurasianismo intelectual cuenta con una base común tal, que es relevante independientemente de la posición geográfica, dando así la homogeneidad necesaria a todo el concepto. Por otra parte, el tremendo tamaño y la versatilidad de las culturas y de las antiguas tradiciones de la zona euroasiática no permiten una completa uniformidad teórica. Sin embargo, esto es sólo un obstáculo a superar, un desafío intelectual con el que todos debemos encontrarnos, pero no es un factor preventivo. Cada región, nación y país debe encontrar su propia forma de encajar orgánica y armoniosamente en sus propias tradiciones el enfoque filosófico tradicional del eurasianismo intelectual. En pocas palabras, podemos decir que cada uno tiene que formar su propio eurasianismo dentro de una unidad mayor.

Como hemos dicho anteriormente, este es un desafío intelectual que requiere en cada región y país de una élite intelectual capaz de entiender y aceptar este reto, y de mantener una relación constructiva con otras élites similares. Estas élites, juntas, podrían proporcionar la fuerza intelectual internacional necesaria destinada a elaborar el marco de Eurasia. Lo antedicho arroja una luz sobre el mayor hiato (y el mayor reto) que aguarda en la creación del eurasianismo intelectual. Este desafío es desarrollar y potenciar las élites intelectuales tradicionales que trabajan en diferentes zonas geográficas, así como establecer y mejorar sus relaciones supranacionales. Geográfica y nacionalmente hablando, el eurasianismo intelectual es heterogéneo, si bien es homogéneo en el sentido continental y esencial.

Sin embargo, la heterogeneidad del eurasianismo no debe ser confundida con el multiculturalismo del euroatlantismo. En el primero, los aliados forman una unidad supranacional y supra-cultural a la vez que preservan sus propias tradiciones, mientras que el segundo tiene como objetivo crear una unidad subcultural y subnacional, olvidando y rechazando las tradiciones. Esto también significa que el eurasianismo intelectual está en contra y rechaza todas las migraciones masivas, aprendiendo del desastre actual de Occidente causado por este tipo de eventos. Creemos que la posición geográfica y el entorno están estrechamente relacionados con la existencia y las características únicas de cada tradición religiosa, social y cultural particular, y cualquier movimiento social repentino, inorgánico y violento que ignore esos factores, inevitablemente dará como resultado un estado disfuncional y de conflictos. El eurasianismo intelectual promueve la auto-realización y la consecución de los objetivos intelectuales de todas las naciones y culturas en su propio espacio.

5. Conclusiones
El objetivo de este breve ensayo es delinear las bases y sentar los fundamentos para un ambicioso eurasianismo intelectual planteando cuestiones fundamentales. Basamos nuestra argumentación en el hecho evidente de que el mundo está en crisis, y que esta crisis es causada por la globalización liberal, que identificamos como euroatlantismo. Creemos que su contrapartida tiene que ser vertical y tradicional, no horizontal y vulgar. Llamamos a esta contrapartida eurasianismo, algunas de cuyas ideas centrales se han explicado aquí. Esperamos que este trabajo tenga un impacto fecundante, contribuyendo por lo tanto verdaderamente a la elaboración ulterior del eurasianismo intelectual, tanto desde el aspecto universal como desde el húngaro.

*Líder del partido político húngaro Magyarországért Mozgalom (Movimiento Por una Hungría Mejor), abreviado habitualmente como Jobbik.

[1] René Guénon: The Crisis of the Modern World. Traducido por Marco Pallis, Arthur Osborne, y Richard C. Nicholson. Sophia Perennis: Hillsdale, Nueva York. 2004. Pág. 31-32.
[2] Lajos Pálfalvi: “Trubetskoy’s impossible Eurasian mission” de Nicolai Trubetskoy. En Nicolai Sergeyevich Trubetskoy: Genghis Khan’s heritage. (En húngaro) Mariabesnyo, 2011, Attraktor Publishing, p. 152.
[3] Mikola Ryabchuk: “Western “Eurasianism” and the “new Eastern Europe”: a discourse of exclusion”. (En húngaro) Szépirodalmi Figyelő 4/2012
[4] Véase: Julius Evola: Handbook of Rightist Youth. (En húngaro) Debrecen, 2012, Kvintesszencia Editorial, pp. 45-48.

(Traducción y extraído de: Página Transversal)

lunes, 17 de noviembre de 2014

EL CONFLICTO EN UCRANIA

Una visión desde la Tercera Posición
por Álvaro Astray

¿Qué está pasando en Ucrania? Es una pregunta que muchos nacionalistas europeos se preguntan, y que rara vez se responde con profundidad. Es un tema bastante complejo, y al que muchos han dado respuestas muy simplistas.

Antecedentes

A finales del año 2013 y principios de 2014, se producen una serie de revueltas y protestas en Kiev contra el presidente Víktor Yanukóvich, del Partido de las Regiones y votado mayormente en el este del país, por lo que mantenía la tradicional política prorrusa. Viendo el cariz antirruso de la protesta, en el este del país, que son mayoría rusa étnica, se inicia una rebelión prorrusa dónde se izan banderas rusas y se hacen votaciones para reintegrarse en la Federación.

El objetivo del euromaidán era conseguir que Ucrania se integrase en la Unión Europea y en la OTAN. Desde el principio se vieron en las barricadas banderas de Estados Unidos, la Unión Europea y de las rebeliones de papel fabricadas por la OTAN, como la de los rebeldes “sirios” anti-Assad. También es cierto que aparecieron grupos nacionalistas, con fraseología revolucionaria, como Pravy Sektor (Sector Derecho) que fueron los que llevaron el peso de la “revolución”. Aunque pronto dejaron claras sus intenciones, apareciendo con la Kipá y junto a líderes de la comunidad judía ucraniana. Podemos decir que fueron utilizados –conscientemente o no- por la OTAN como punta de lanza para poner a un gobierno títere
.
Banderas de los "rebeldes sirios" junto a chechenas y ucranianas en el maidán


El conflicto

Yanúkovich tiene que huir del país, hacia su aliada Rusia, a través del óblast de Járkov, donde tenía un gran apoyo. En 22 de febrero de 2014 es destituido de sus funciones. El gobierno interino formado por los golpistas intenta reprimir la revuelta prorrusa. El 21 de marzo Crimea realiza un referéndum y se reintegra en la Federación Rusa. El 12 de abril, milicias del Donbás ocupan empiezan a ocupar edificios gubernamentales, por lo que el gobierno ucraniano envía tropas y comienzan los enfrentamientos. El 16 del mismo mes se proclaman las Repúblicas Populares de Donetsk, Lugansk y Járkov, aunque esta última la recuperaría pronto el ejército fiel a Kiev, que organizó la llamada “Operación Antiterrorista” (ATO) ese mismo día.


Más adelante, las dos Repúblicas formarían el Estado Federal de Novorossia, que tiene como objetivo integrar al resto de repúblicas que históricamente pertenecieron a la región de la Nueva Rusia. 

Fraseología, retórica y apoyos

Desde el inicio del maidán, diversos grupos de Tercera Posición y cercanos apoyaron al sector “pro ruso”, más adelante novorruso, como Amanecer Dorado, Jobbik o el Frente Nacional francés. Otros nacionalistas europeos apoyaron en un principio al sector radical del maidán, que prometía una revolución nacional y social, aunque la mayoría de estos grupos retiraron su apoyo al bando pro-ucro al ver las verdaderas intenciones.
Oligarca Igor Kolomoisky, ciudadano ucraniano, chipriota e israelí que financia a batallones "nacionalistas" ucranianos

Desde un principio los medios de comunicación capitalistas, los EEUU y la Unión Europea apoyaron lo que denominaron como “rebelión democrática”, lo que nos debería poner en alerta inmediatamente. También se vieron vídeos e imágenes de las mismas características que en otras revoluciones de papel creadas por la OTAN y EEUU.

Algunos nacionalistas europeos se resistieron a apoyar a Novorossia debido a la simbología soviética que muchos novorrusos empleaban y aún hoy siguen usando. Hay que plantearse esta cuestión en profundidad. El pueblo novorruso usa estos símbolos por dos razones principales. La primera es que muchos rusos –y también novorrusos- ven a la Unión Soviética como la última vez en que su país contaba algo en el concierto de las naciones, sin importar ideología. La segunda es que Stalin llamó al patriotismo y a la tradición durante la Segunda Guerra Mundial, a la que llaman “Gran Guerra Patria”, por lo que ven esos símbolos como unos emblemas de resistencia a la invasión. Junto a ellas podemos ver muchas banderas zaristas también.


Un ejemplo de sentimiento novorruso

En el bando novorruso es cierto que luchan comunistas, pero no es una guerra ideológica. En el mismo bando vemos a nacionalistas, nacionalsocialistas, fascistas, eurasianistas y gente sin adscripción ideológica que lucha por su país, Novorossia y muchos por la idea de la Gran Rusia. Podemos destacar a los enviados por Unidad Nacional Rusa, partido político ruso nacionalsocialista y ortodoxo o el Batallón Rusich. También a los eurasistas franceses de Unité Continentale, que provienen del nacionalismo revolucionario, como su comandante Victor Lenta, al que hemos podido ver con camisetas del grupo italiano Zetazeroalfa o admirando a Ramiro Ledesma Ramos. En el bando novorruso se encuentran también chetniks serbios y cosacos rusos, más cercanos ideológicamente al eslavismo y el tradicionalismo.
Miembros de Unidad Nacional Rusa junto a serbios y miembros de Unité Continentale. Con camiseta roja de Zetazeroalfa y bigote, su comandante, Victor Lenta.

En el bando ucraniano tenemos batallones con simbología nacionalista, como el Batallón Azov, pero financiados por el oligarca Igor Kolomoisky, ciudadano ucraniano, chipriota e israelí. También hay batallones de yihadistas chechenos –y sabemos que el wahabismo es una rama falsa del Islam empleada por Estados Unidos como instrumento-. Hace unos días fue abatida por la milicia de Lugansk la terrorista del Estado Islámico conocida como la Viuda Blanca, de origen británico.


Wahabistas chechenos, combatientes en el bando ucraniano

En resumen, desde el bando ucro se quiere introducir a Ucrania en la órbita de la OTAN, con todo lo negativo que ello conlleva, y en el bando novorruso se lucha por la Patria, el Socialismo y la Tradición.